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Made in Entre Ríos

Una Pyme argentina fabrica ascensores sin cables y eco-eficientes, ¿cómo funcionan?

El emprendimiento ya se exporta a Estados Unidos y Europa y varios famosos, como Cristiano Ronaldo, tienen uno en sus casas. La historia.

La firma ENSA (Elevadores Neumáticos SA) surgió a comienzos de los años 90, cuando Carlos Ascúa y su esposa Patricia Popelka conocieron al inventor Carlos Sors, quien les trajo el proyecto de construir un ascensor neumático, sin cables ni cremalleras. “Decidimos asociarnos e invertir en esa innovación, por puro espíritu emprendedor”, cuenta Patricia a Economía Sustentable.

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Sors había registrado la patente del ascensor neumático, que funciona con un principio similar al de la bombilla del mate: cuando se extrae aire desde arriba, la cabina, que es como un émbolo dentro de un tubo transparente, sube por “depresión neumática”. Y al abrir nuevamente la válvula, desciende sin necesidad de usar energía.

Así son los modelos de los ascensores ENSA.

“El prototipo funcionaba bien, pero había que desarrollar un producto a partir de esta innovación, algo que nos llevó varios años”, cuenta la co-fundadora de ENSA.

La pareja invirtió unos u$d 350.000 en la protección intelectual y el desarrollo del producto, probando diseños, materiales y haciendo ensayos de seguridad. Finalmente se llegó al diseño básico: una estructura cilíndrica con aluminio y policarbonato. “El producto y el invento fueron traccionando lo que hoy es la fábrica”, comenta Popelka.

Patentes por el mundo

Al mismo tiempo, la firma comenzó a registrar la patente en 34 países. “Es algo que hicimos por desconocimiento, ya que resultó un proceso engorroso y costoso, que como Pyme, no teníamos espalda financiera para aguantar. Además, una vez registrada la patente, la exclusividad rige por 20 años. Y a nosotros nos llevó más de una década sacar el producto al mercado”, recuerda la emprendedora.

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La firma ENSA surgió a comienzos de los años 90.

Ascúa, quien es abogado, continuaba al frente de su estudio jurídico. Y Popelka, ingeniera en construcciones, dejó su trabajo en la empresa familiar de agro para dedicarse a ENSA.

A fines de los 90, “habían pasado casi diez años y aún no habíamos vendido ni un solo ascensor. El inventor seguía ensayando y cambiando cosas, y nosotros necesitábamos consolidar un producto. Finalmente nos vendió la licencia de la patente y se abrió del proyecto para seguir inventando”, cuenta.

Con el agua al cuello

Así llegó la crisis de 2001, y al año siguiente, con el último aliento y ahorros que se habían salvado del “corralito”, Ascúa y Popelka viajaron a Las Vegas, a una feria internacional de ascensores que se hacía cada dos años en la ciudad de los mega-casinos. “Llevamos un ascensor en partes dentro del avión, y cuando llegamos a la feria lo armamos nosotros mismos junto con el stand”, recuerda la emprendedora.

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Ni bien quedó instalado, el ascensor transparente que subía y bajaba solo, como suspendido en el aire, se convirtió en la estrella de la expo. Los asistentes hacían fila para probarlo, se sacaban fotos y filmaban, buscaban un mecanismo oculto. No podían creer que pudiera subir y bajar sin cables.

ENSA fabrica en la actualidad unos 200 elevadores mensuales.

“Un representante nos ofreció desarrollar el mercado en Estados Unidos. Pero teníamos que producir de a cientos por mes, cuando todavía no teníamos una fábrica, sino solo un pequeño taller. Habíamos ido con la expectativa de vender el desarrollo para que otra empresa se ocupara de producirlo. Pero la realidad es que, por la devaluación de 2002, estábamos muy competitivos para producir y exportar desde Argentina”, relata Popelka.

Y así lo hicieron, apenas volvieron a la ciudad de Paraná, y con varias órdenes de compra ya gestionadas, se pusieron a montar una planta propia. Y en pocos meses pasaron de ser tres (el matrimonio y un empleado), a emplear a 80 personas.

Actualmente, ENSA fabrica unos 200 elevadores mensuales, apuntando a dos públicos bien diferenciados. Por un lado las instituciones de salud, geriátricos y viviendas de personas añosas, o que por algún problema de movilidad no pueden subir y bajar escaleras.

“Este es el mercado que más ha crecido, dado el aumento de la expectativa de vida. Nosotros ofrecemos un producto seguro, estético, y fácil de instalar, ya que no requiere hacer pozos, romper paredes ni hacer ninguna obra civil. Lo colocamos en el día o a lo sumo en 48 horas, y lo dejamos funcionando como un electrodoméstico más. Su consumo es muy bajo, comparado con los ascensores convencionales. Sólo emplea energía para subir, equivalente al funcionamiento de tres aspiradoras hogareñas. Se conecta a la corriente de 220 Volts y no necesita una fase distinta de energía (como sí lo requieren los ascensores convencionales en los edificios)”, detalla Popelka.

“Para bajar no necesita electricidad. La cabina siempre baja y destraba la puerta, aún con corte de energía. Su principio de freno es el de un paracaídas. Nunca en la historia de la empresa reportamos un accidente”, destaca.

El otro público es el de lujo, o “lifestyle”. Varias celebrities, como el futbolista Cristiano Ronaldo, el cantante Rafael, el rapero Vanilla Ice y la conductora argentina Verónica Lozano han comprado uno para sus viviendas. “Este es un gran mercado por desarrollar, que aún no exploramos totalmente”, dice Popelka.

Para ambos segmentos, la firma ofrece tres líneas de ascensores: individual (entra una persona de pie, de hasta 120 kilos), doble (para dos personas, hasta 150 kg) y extra (para tres personas o una persona de pie y otra en silla de ruedas, hasta 220 kg).

El costo de los elevadores, fabricados 100% en Paraná, Entre Ríos, parte de los u$s 15.000 con la instalación incluida, el valor de un automóvil mediano. Desde sus inicios, ENSA apuntó al mercado exportador (el 90% de su producción se vende en Europa y Estados Unidos). La compañía tiene oficinas en Miami y en Madrid.

“Si bien exportamos el producto terminado, algunas piezas para fabricarlo son importadas, así como el software de gestión que contratamos en España. Las restricciones para girar dinero al exterior nos están complicando, pero habiendo pasado varias crisis en Argentina, estamos acostumbrados”, confiesa Popelka.

Las perspectivas para el mediano plazo son desarrollar el mercado tanto de salud como de viviendas de lujo en el país y en la región latinoamericana. Como buenos fabricantes de ascensores, los fundadores de ENSA han sabido crecer y adaptarse al constante subir y bajar de la economía argentina.

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Fecha de publicación: 22/07, 3:24 pm