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Producción

Sequía en España: “Para sembrar una manzana necesitamos 70 litros de agua”

La escasez de agua en Cataluña y Andalucía abre un nuevo capítulo para repensar el consumo. “El problema es toda el agua gastada que no vemos”, explica un científico.

A la declaración de Cataluña por la sequía, el pasado viernes se sumó Andalucía, en España, que también anunció restricciones en el uso del agua. Los efectos del cambio climático cada vez se perciben con más facilidad y los recursos hídricos escasean y necesitan de estrategias afinadas para combatir la posible escasez.

Los efectos de la sequía son muy profundos. De momento, los campos y el sector primario son los que más recortes sufrirán, el principio de una cadena de acontecimientos alimentarios que tarde o temprano se trasladará al resto de industrias. 

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Todas las lecturas a futuro pasan por el mismo lugar: reducir el consumo de agua. En este sentido, Robert Savé Montserrat, biólogo e investigador emérito del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA), divulgó este mismo mensaje. “Ya no es un problema el consumo de cada uno, desde los 110 litros que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta los 200 que ha impuesto Cataluña en los sitios con restricción de agua. El problema es toda el agua gastada que no vemos”, explica, en diálogo con Infobae.

“Cada persona del primer mundo gasta 1.800 metros cúbicos al año. Esto es una cifra alucinante, pero es real. Una manzana que nos llevamos a la boca, en el mejor de los casos de mayor eficiencia de riego, gasta 35 litros de agua. En el peor, porque se cultiva con riego por inundación, llega hasta los 70 litros”, asegura Savé Montserrat.

Otras cifras de consumo de agua

Para producir un kilo de carne se necesitan 15.000 litros de agua, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). Para el café, la cifra llega hasta 1.500 litros por cada kilo de grano; 4.400 un par de zapatos; 2.200 un jersey de lana. “No hay que preocuparse tanto por el gasto de una ducha y sí por estos consumos”, ironiza el biólogo.

“Hemos de volvernos una sociedad más sobria, no más miserable o más pobre. La sobriedad era algo que teníamos los más mayores y no hay que asociarlo a la felicidad, ni el lujo, ni nada de nada. Tiene que asociarse a consumir menos”, comenta el científico.

“La ubre no da más leche, es imposible. No tenemos suficiente agua ni habrá suficiente agua para las personas que somos. El hambre y la sed movilizará millones de personas en movimientos migratorios futuros”, adelanta.

Una reducción en la cantidad de agua, por simple fisiología, es una reducción en la producción, pero también traerá cambios en la calidad. No quiere decir que los productos serán peores, sino que serán distintos: maduraciones distintas, sabores distintos…”, asegura tajante el investigador del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA). 

“Antes la gente tenía muy asumido que el vino tenía añadas buenas y malas, un año salía de una manera y otro año de otra. Ahora el sistema es capaz de dar la misma calidad siempre, así que esto cambiará y volveremos a lo de antes. Igual que los niveles de maduración, los colores de la fruta, las añadas de aceite, que tendrán distintos niveles de acidez… ¿Esto es bueno o malo? No lo sé, pero lo que es seguro es que es distinto”, zanja el experto.

Fecha de publicación: 14/02, 12:34 pm