Crisis climática: advierten que la producción de energía eólica enfrenta trabas políticas y regulatorias
Para los empresarios del sector, las medidas oficiales impiden el despliegue de proyectos y bloquean el flujo de inversiones.
Tanto en la Argentina como en el resto del mundo, la energía eólica se ha convertido en la principal fuente de combustibles renovables que permiten generar electricidad con un bajo impacto ambiental, lograr el autoabastecimiento energético y cumplir con las metas de reducción de emisiones de gases de carbón.
Actualmente, hay 56.000 GW de potencial técnico eólico marino fijo y flotante en los países que integran el G20. Sólo Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Japón, Indonesia, México, Sudáfrica y los Estados Unidos albergan, al menos, 296.000 GW de potencial eólico terrestre.
En este contexto, el país ocupa el segundo lugar en Sudamérica, luego de Brasil, como generador de este tipo de energía, con más de 2.000 MW de potencia instalada proveniente del viento y con inversiones cercanas a los u$s1.600 millones para el desarrollo de parques en Santa Cruz, Chubut, Río Negro, Neuquén, La Pampa, Buenos Aires, Córdoba y La Rioja.
Sus operaciones anuales equivalen al consumo de más de 1.5 millones de hogares, evitando así la emanación de más de 2,3 millones de toneladas de CO2 por año.
Ante semejantes cifras, desde la industria se sostiene que se debe apuntalar su desarrollo con alto impacto en la economía y los objetivos de sustentabilidad, en medio de una tendencia global de transición energética.
Se asegura también que el “inédito” crecimiento de la generación eléctrica evidenciado a partir de proyectos eólicos demuestra que se trata de uno de los principales drivers para la inversión y el crecimiento del país si se tiene en cuenta que en los últimos cinco años se destinaron más de u$s4.300 millones para el desarrollo de nuevos parques que aportan una generación anual de 10.200 GWh.
Sin embargo, los empresarios también advierten sobre la necesidad de debatir con las autoridades nacionales temas que traban el crecimiento de la energía eólica en la actualidad en el marco de una agenda que destaca pedidos sobre financiamiento, seguridad jurídica, competitividad, cadena de valor y la transformación de una matriz energética hoy dominada por los combustibles fósiles.
Pero los reclamos no se detienen allí sino que abarcan más pedidos, en especial vinculados a la necesidad de que el Gobierno sea más ambicioso en sus estrategias climáticas, para que reflejen mayor capacidad para la energía eólica y renovable, apuntando a los sectores intensivos en carbono, a través de asociaciones público-privadas e incentivos a energías renovables y planes de divulgación.
Así se desprende de un documento elaborado por la Cámara Eólica Argentina (CEA), junto a las principales asociaciones y empresas de la industria eólica mundial y el Global Wind Energy Council, que fue entregado a las autoridades locales y al resto de los países miembros del G20.
En la nota se reclama la implementación de políticas y marcos regulatorios efectivos para la adquisición y entrega de energía renovable, incluyendo esquemas de permisos razonables y optimizados, con una generación prioritaria para energías renovables y un desarrollo ambientalmente racional.
También, un compromiso con la construcción rápida de infraestructura de energía limpia, incluidas redes de transmisión, a través de la experiencia conjunta y un mayor diálogo entre los operadores del sistema, los reguladores y las empresas de servicios públicos para abordar los cuellos de botella y planificar la integración de la energía renovable a gran escala.
De hecho, hasta se solicita la puesta en marcha de mecanismos de fijación de precios del carbono, eficaces y creíbles, que reconozcan los costos sociales de las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación, y puedan enviar señales de mercado claras.
“Hace falta alinear los flujos de financiación nacionales y regionales con los puntos de referencia para una vía que cumpla con los 1,5 ° C, incluyendo la orientación de la financiación pública hacia la transición energética”, agrega el informe.
También se hace referencia a la necesidad de desarrollar políticas cohesivas e inclusivas “que dediquen recursos públicos al cambio hacia una economía neta cero, incluyendo esquemas de capacitación y transición laboral que puedan identificar oportunidades de empleo alternativo en energías limpias para trabajadores en industrias de extinción basadas en combustibles fósiles”.
Acción retrasada
Bajo el nombre de “Ya es hora de tomar en serio el papel clave de las energías renovables”, los empresarios de este sector entienden que el mundo sufre una fuerte crisis climática que necesita de la presentación “urgente” de planes concretos para aumentar la producción de energía eólica que permita reemplazar los combustibles fósiles.
Las demandas llegan unos días antes de la celebración de las sesiones Ministeriales sobre Medio Ambiente, Clima y Energía que se llevarán a cabo en Nápoles del 22 al 23 de julio próximos.
“La Coalición Global quiere transmitir un mensaje claro: la acción para abordar el cambio climático se está retrasando y el tiempo se está acabando”, advierten los empresarios.
Incluso aseguran que, bajo las promesas de “net zero” hechas recientemente por los miembros del G20, el mundo está girando hacia una vía de calentamiento global de 2.4 °C en este siglo por lo cual consideran que las decisiones tomadas este año y en esta década son fundamentales para preservar nuestro planeta y evitar una catástrofe climática.
El envío de esta carta a los países miembros de este bloque no es casual si se tiene en cuenta que el G20 representa a la mayor parte de la población mundial y más del 80% de las emisiones globales de CO2 relacionadas con la energía.
“Es por ello que tienen el poder y el deber público de tomar en serio la mitigación del cambio climático”, reclaman los hombres de negocios que entienden que la energía eólica se convertirá en la principal fuente de generación eléctrica mundial para 2050, junto con la energía solar fotovoltaica.
Es por ello que aseguran que desempeña un papel fundamental en la descarbonización del sistema energético a partir de un cambio de paradigma basado en el recurso eólico terrestre y marino casi ilimitado que está disponible en todas las regiones del mundo, que es muy competitivo en costos y es rápidamente escalable utilizando la tecnología ya existente.
Según la cámara empresaria local, en los últimos 20 años, la energía eólica ha demostrado su capacidad para aumentar la producción de manera exponencial, crear millones de empleos calificados y catalizar la renovación e inversión de infraestructura a gran escala.
Sin embargo, la entidad anticipa que en los próximos 10 años, el despliegue eólico anual debe cuadruplicar los 93 GW instalados en 2020, un desafío que la industria puede enfrentar pero con la colaboración de los gobiernos.
“Las previsiones de crecimiento actuales muestran que las instalaciones de energía eólica están muy por debajo del crecimiento necesario. Si este ritmo persiste, no alcanzaremos la capacidad eólica requerida para la neutralidad de carbono, un 43% para 2050; y estaremos efectivamente condenados a fallar en nuestros objetivos climáticos colectivos”, advierte el informe.
Por eso el reclamo se basa en la necesidad de adoptar un cambio de política decisivo y urgente, intentando que se convierta “en el motor de las economías del G20 en un mundo de 1,5 °C en el que ya puede comenzar a impulsar una recuperación ecológica de la pandemia de Covid-19.
“El sector enfrenta cuellos de botella políticos y regulatorios críticos que impiden el despliegue de proyectos y bloquean el flujo de inversiones necesarias” aseguran los industriales, quienes piden “actuar con rapidez y con la fuerza colectiva del gobierno, los inversores, la industria y las comunidades para trabajar en establecer con ambición, soluciones concretas para acelerar el despliegue de la energía eólica en esta década crucial”.