Qué hace la Argentina para impulsar los alimentos “carbono neutrales”
A nivel internacional, el impacto de la huella de carbono de un producto es considerado “fundamental” para poder competir en el mercado local como para exportar.
A partir de la proliferación de estándares privados, también los gobiernos han comenzado a reglamentar sus propias normas ambientales como condiciones de comercialización de productos tanto locales como importados.
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En la mayoría de los casos, se trata de estrategias comerciales que se toman de manera unilateral y que persiguen la necesidad de contribuir con los compromisos ambientales multilaterales y evitar fugas de carbono hacia países con legislaciones ambientales más laxas.
El resultado de esta dinámica pública-privada genera la necesidad por parte de los productores-exportadores de incorporar el cumplimiento de estos estándares en su proceso de agregación de valor de sus alimentos transables para lograr estrategias inteligentes de inserción internacional.
De acuerdo a varios estudios locales, este tipo de programa necesita de cálculos propios que eviten tomar valores por defecto o promedio establecidos en bases de datos que, a partir de la falta de información, los productores deben tomar para reportar sus impactos ambientales.
Es decir, de escenarios que no necesariamente representan de manera exacta las condiciones agroclimáticas o productivas de la región.
También se precisa implementar buenas prácticas ambientales para mitigar el impacto negativo y certificar los resultados dentro de un plan de gestión para posicionar de manera exitosa los alimentos y bebidas de Argentina en las góndolas del mundo.
En este universo se considera a la huella de carbono de un producto como la metodología sistemática que cuantifica las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), consolidadas en emisiones de CO2eq emitidas a lo largo del ciclo de vida del producto o servicio.
Esto abarca todas las actividades como la compra de materias primas hasta su gestión como residuo, permitiendo a los consumidores decidir qué alimentos comprar en función de impacto ambiental.
En este contexto, lo que asuma la empresa le permite recorrer el camino hacia su neutralidad ya sea mediante acciones de mitigación dentro de la propia empresa o su compensación en otras empresas u organizaciones.
Ambiciosa campaña
A partir de estas premisas, en el país se fue desarrollando el llamado Programa Argentino de Carbono Neutro (PACN), que marca un cambio importante para todo el sector productivo ya que introduce la necesidad de analizar todos los años el balance de carbono, además de los rindes de los commodities agropecuarios al finalizar una campaña.
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La iniciativa del sector privado busca poner a la Argentina un paso adelante en materia ambiental ante los mercados internacionales a partir del objetivo del PACN para que los alimentos, bebidas y bioenergías de exportación neutralicen su huella de carbono.
Esto significa que reduzcan y compensen la cantidad de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos durante su ciclo de vida, desde su producción hasta su deposición final.
Se impulsa también a partir de los requerimientos de acceso a mercados de alimentos y bebidas en los cuales existe una multiplicidad de estándares ambientales, tanto a nivel público como privado, basados en categorías de impacto ambiental, bajo un análisis de ciclo de vida y una aproximación por categoría de producto.
Son, justamente, los alimentos y los productos agrícolas los que se han visto más afectados por este tipo de medidas en los últimos tiempos.
En este caso, el programa es impulsado por las bolsas de cereales y de comercio del país, incluye un mapeo ambiental de la producción para calcular la huella de carbono de cada sector, y también certificar el balance de carbono de los productos argentinos de exportación.
Y otro de sus objetivos es que el país no sólo gane nuevos mercados, si no que no pierda en los que ya compite a partir de aplicar estándares ambientales que son una condición de acceso que exigen los mercados europeos, pero que también empieza a verse en países como China.
Ocurre que el país tiene competencia en estos mercados, como las de Uruguay, Brasil y México, cuyos sectores agropecuarios ya han comenzado a adherirse a condiciones más estrictas sobre las emisiones de carbono generadas en la producción.
Por lo tanto, el país debe estar a la par de las nuevas demandas mundiales de certificación ambiental alineando a toda la cadena agroindustrial y a todas las bolsas del país trabajando en el cuidado del medio ambiente.
Qué es un alimento “carbono neutro”
Según un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, la neutralidad del carbono se puede alcanzar de tres maneras.
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La primera, que productor genere mayor eficiencia invirtiendo en tecnología limpia; la segunda que implemente compensaciones directas por sus emisiones como forestando o cambiando el uso del suelo y la tercera comprando bonos que compensen por el carbono emitido.
Además, el trabajo aclara que las compañías que participan en la reducción de sus emisiones son incluidas en listados de empresas verdes por bancos de inversión y de crédito y recibir financiamiento con tasas diferenciales, además de responder a las nuevas demandas de los consumidores de productos argentinos en el exterior ya sea en los países de la Unión Europea, en Estados Unidos o China, donde se reclama cada vez más responsabilidad ambiental a las cadenas de producción, transporte, almacenamiento y distribución.
Ocurre que el cambio climático está muy presente en los consumidores al tratarse de una problemática que cada día se torna más necesaria para valorar el cuidado del planeta a partir de elegir productos ecológicos.
Reducir las emisiones importadas
En este contexto, a nivel local, son cada vez más las empresas y productores que piden y obtienen el certificado de carbono neutro para hacer frente a la evolución de los mercados internacionales, para reducir las emisiones y así poder cumplir los objetivos de mitigación de cambio climático comprometidos ante las Naciones Unidas.
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De igual modo, pueden cumplir con el reclamo de los países compradores de alimentos y materias primas que buscan reducir las “emisiones importadas”, un tema que se incluye en el Informe sobre Brecha de las Emisiones del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), donde se sostiene que el flujo neto de carbono incorporado va de los países en desarrollo a los desarrollados.
“Incluso cuando los países desarrollados reducen sus emisiones territoriales, la importación de carbono incorporado contrarresta en parte este efecto”, detalla el documento del organismo multilateral.
A nivel global, casi 200 empresas ya se comprometieron a reducir sus emisiones para limitar los efectos del cambio climático.
Manual de buenas prácticas
En Argentina, cada vez más empresas adhieren al PACN que se implementa mediante la conformación voluntaria de Mesas Sectoriales (MS), de las cuales participan productores, grupos y/o asociaciones, compañías y cámaras sectoriales de cada uno de los eslabones productivos de la cadena de valor.
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De acuerdo a los organizadores del programa, cada mesa sectorial es acompañada por un grupo de consultores especializados y, a partir de las categorías de producto definidas, el alcance y la metodología de cálculo, el grupo consultor seleccionado desarrolla, sobre casos testigos, y con los aportes de las empresas miembro, un calculador y un manual de buenas prácticas ambientales enfocadas a carbono.
Las mesas tienen en cuenta el objetivo del programa de posicionar los alimentos, bebidas y bioenergías certificadas de Argentina en los principales mercados de exportación ante la relevancia creciente de los estándares ambientales en los canales de comercialización y las góndolas del mundo.
Actualmente ya se encuentran implementadas seis mesas: Oleaginosas, Maíz y Sorgo, Trigo, Cebada, Lácteos y Porcinos. De estas, cinco ya han publicado herramientas de acceso gratuito para todos los actores productivos nacionales como son un manual de cálculo sectorial, un calculador y un manual de buenas prácticas ambientales para las mesas antes mencionadas.
De manera paralela, se avanza en el mercado de bonos de carbono o CER (Certificados de Reducción de Emisiones) generados a partir de la realización de proyectos de reducción o absorción de emisiones de GEI, que puedan ser adquiridos para alcanzar emisiones netas iguales a cero para las producciones que lo requieran, además de generar un mercado de bonos ambientales para financiar inversiones y generar activos transables en Argentina.
“Adoptar una postura ambiental proactiva mediante una agricultura climáticamente inteligente que conjugue aumento de la productividad con medidas de mitigación y adaptación, liderar en la generación de conocimiento sobre el tema, certificar los alimentos con estándares ambientales armonizados y/o equivalentes y ser parte del nuevo paradigma productivo ambientalmente eficiente es indispensable para alcanzar la competitividad global de los bienes transables de la Argentina”, detalla un documento de la Bolsa de Cereales porteña.
Más “sellos” en más etiquetas
Desde el mercado cerealero se asegura que la última empresa en sumar otro producto al programa es Adecoagro, miembro de la Mesa Láctea del PACN, que aplica en su leche Las Tres Niñas el sello de membresía a la iniciativa para comunicar y refrendar el valor ambiental positivo de su producto.
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“De esta manera los sellos del PACN se fortalecen como vehículos para visibilizar al consumidor final el compromiso climático del sector productivo agroindustrial argentino de una manera sencilla y amigable”, detalla el informe de la Bolsa de Cereales.
Es más, el trabajo recuerda la participación de otras empresas y entidades privadas como la Asociación Argentina de Girasol (ASAGIR); Asociación de Cooperativas Argentina (ACA); Asociación de Semilleros Argentinos (ASA); Bioceres; Cargill; Cámara Argentina de Biocombutibles (CARBIO); Cámara de la Industria Aceitera (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC).
También, Lartirigoyen; Molinos Agro; Oleaginosa Moreno; Bayer Argentina; Cámara de Procesadores y Exportadores de Maíz Pisingallo (CAMPI); Centro de Exportadores de Cereales (CEC); Profértil; Los Grobo; La Bragadense BASF; Syngenta; Mastellone Hnos; Nestlé Argentina; San Ignacio y Saputo, entre otras.
Todas, utilizan el sistema de sellos acreditativos que se creó con el objetivo de comunicar las acciones que el sector productivo agroindustrial argentino realiza para gestionar su desempeño ambiental y mitigar su impacto.
También analizan el impacto de sus productos en su alcance parcial o total para un proceso de certificación que realiza un organismo independiente acreditado.
En función del resultado de esa certificación, el PACN cede el Sello 2 si es que se establece una situación de generación de emisiones, y el Sello 3 en el caso que el producto alcance un resultado de neutralización de emisiones de carbono equivalente.
La Bolsa de Cereales se conforma como Administrador Institucional del PACN, coordinando la participación de las diversas bolsas involucradas. Por su parte, la Secretaría General realiza la coordinación técnica y operativa del PACN dando soporte al Administrador Institucional.