El nuevo método para reforestar una de las zona más problemáticas de la Tierra
Se trata acerca de una técnica que consiste en generar pequeños oasis para llevar agua y luego vegetación a un inmenso desierto.
Lo que hoy en día se extiende como un vasto desierto de miles de kilómetros cuadrados, conocido actualmente como el “Sahara verde” o “Sahara húmedo” por un lapso de entre 5.000 y 10.000 años, se erige como un terreno que podría recobrar su antigua fertilidad y ser nuevamente propicio para la agricultura, la ganadería y la vida humana. Este ambicioso proyecto de transformación encuentra su fundamento en una técnica innovadora y revolucionaria: la aplicación de la técnica de la media luna o la creación de pequeños oasis capaces de retener agua, una estrategia destinada a reforestar el inhóspito Sahara.
La ejecución de esta técnica implica la excavación de pequeños pozos en forma de medialuna, dispuestos estratégicamente y tratados con arcilla para impermeabilizar el suelo arenoso que caracteriza la región. Estos oasis artificiales, una vez llenos de agua, presentan la singularidad de que, gracias a la capa de arcilla, el líquido no se filtra en la arena circundante. Este proceso marca el inicio de una fase crucial, donde en las inmediaciones de cada oasis se plantan árboles de pequeño tamaño, resistentes al extremo calor y de bajo consumo de agua para poder desarrollarse en condiciones desérticas.
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Si este plan alcanza su cometido, en un corto periodo de tiempo, cada uno de estos “estanques en forma de medialuna” podría transformarse en un oasis verde, rodeado de la exuberancia vegetal que ha estado ausente durante milenios. La continuación de este proceso permitiría que estos oasis se vuelvan casi autosustentables y, gradualmente, se introduzcan especies de árboles más altos, como las emblemáticas palmeras.
El impacto más significativo de esta iniciativa radica en que el desierto, en lugar de expandirse, comenzaría a ceder terreno. El espacio ganado sería ocupado por agua y diversas especies de plantas que se integrarían a medida que estas áreas “verdes” se expandan por el Sahara. La magnitud del desierto, que abarca 9.400.000 kilómetros cuadrados, comparable a la superficie de China, presenta una oportunidad vital para la región, donde apenas unas 500 mil personas pueden sobrevivir en condiciones extremas.
Este proyecto no solo se erige como una esperanza para la regeneración ambiental, sino también como un impulso para el desarrollo económico de los países que comparten el desierto del Sahara. Además, a medida que el verde y el agua se expanden por la región, contribuirían favorablemente a combatir el cambio climático, actuando como un aliado en la lucha contra el efecto invernadero y la elevación de temperaturas que se anticipan al límite de la tolerancia humana.
Un ejemplo fascinante de este potencial de transformación es el oasis de Siwa, al oeste de Egipto, una región remota y aislada con un inmenso oasis. Si bien es un lugar históricamente fascinante, el turismo mundial ha comenzado a descubrir este paraíso en el desierto, evidenciando el atractivo de la creación de oasis en el Sahara como un destino poco convencional.
Por último, la iniciativa de crear miles de pequeños oasis que se entrelacen con el tiempo se presenta no solo como una perspectiva viable para devolver al Sahara su antiguo esplendor, sino también como un faro de esperanza para millones de personas en el centro y norte de África, ofreciendo la posibilidad de un futuro más próspero y sostenible.