El millonario monto que invertirán Argentina y el resto de América Latina para enfrentar el cambio climático
El trabajo detalla el dinero que la región debería obtener para alcanzar las metas del cambio climático establecidas por la ONU para el 2050.
Junto con El Caribe, la región latinoamericana está considerada como una de las más vulnerables al cambio climático y pero también una de las más ambiciosas en términos de acción climática.
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En ese contexto, un informe de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), anticipa las necesidades de fondos que los países de América latina deberían obtener para alcanzar las metas del cambio climático establecidas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el 2050.
El trabajo, que incluye las necesidades de financiamiento de la Argentina, estima que lograr las metas climáticas en la región requiere una inversión anual de entre 3.7% y 4.9% del PBI regional hasta 2030.
Esto es un flujo anual de entre u$s215.000 y u$s284.000 millones, pero en un contexto de bajo crecimiento y baja inversión.
De ese dinero, solamente para acciones de mitigación de los efectos negativos del cambio climático, señala que el monto a precisarse oscila entre el 2.3% y 3.1% del PBI regional anual.
Las estimaciones incluyen inversiones en el sistema energético, del transporte y la reducción de la deforestación, y estima que el transporte es el sector con mayor requerimiento de inversiones en, por ejemplo, sistemas de alertas tempranas; prevención de la pobreza; protección costera; servicios de agua y saneamiento y protección de la biodiversidad.
En este rubro, el informe de la CEPAL señala al agua y al saneamiento como las actividades con mayores requerimientos de inversión.
También detalla que los montos varían entre países en función de sus objetivos específicos y sus características particulares, teniendo en cuenta que los que presentan mayor brecha de infraestructura; mayor dependencia en los combustibles fósiles o de la importancia de la deforestación, serán los que más fondos precisarán para el cumplimiento de las metas de reducción de emisiones y avanzar hacia sociedades más resilientes al clima.
Promover el crecimiento económico para enfrentar el cambio climático
Pero más allá del dinero, el trabajo asegura que la transición a economías bajas en carbono representa también una oportunidad ya que las inversiones en acción climática pueden ser un detonante para la innovación y el crecimiento económico.
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“La generación de electricidad a través de fuentes renovables, electromovilidad, mejores prácticas agrícolas y ganaderas, fomento de la economía circular y soluciones basadas en la naturaleza son actividades con capacidad no sólo para reducir las emisiones y contribuir a la adaptación al cambio climático sino también para promover el crecimiento económico, la generación de empleo y, potencialmente, una mejor inserción de la región en las cadenas de valor”, detalla el documento de la CEPAL.
Esto se debe a que, según sus autores, la inversión en acción climática, tiene el potencial de no solamente reducir la huella ambiental, sino también, catalizar un cambio estructural con inclusión social que permita salir de la trampa de bajo crecimiento.
De hecho, tanto la Argentina como el resto de los países de América Latina y el Caribe se han comprometido a realizar una transición hacia sociedades bajas en carbono y con mayor resiliencia frente al cambio climático.
Además, han expresado sus compromisos de acción climática y algunos hasta han manifestado la aspiración de alcanzar carbono neutralidad a mediados de siglo.
Sin embargo y analizando las cifras, el esfuerzo de los gobiernos será enorme si se tiene en cuenta que actualmente los flujos de financiamiento climático hacia la región ascienden a 0.5% del PBI total, por lo que deben incrementarse entre 8 y 10 veces para cerrar la brecha de financiamiento.
Elemento catalizador
Los datos figuran en el informe “Necesidades de financiamiento y objetivos climáticos”, que fue preparado por Carlos de Miguel, Oficial a Cargo de la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la CEPAL; Santiago Lorenzo; José Eduardo Alatorre; José Javier Gómez y Jimy Ferrer, funcionarios de la Unidad de Economía del Cambio Climático, y por Lucía Rezza e Ignacio Fernández, consultores de la misma División, en el marco del apoyo a las actividades de la Red Iberoamericana de Oficinas de Cambio Climático (RIOCC) implementadas por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD) del Gobierno de España y la CEPAL.
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Según la investigación, “la inversión en sectores que permiten una transición hacia economías sostenibles, carbono neutrales y resilientes al clima, tienen el potencial para ser un elemento catalizador para el cambio estructural con inclusión social”.
Como ejemplo, se mencionan las inversiones en energías renovables o en electromovilidad para el transporte público que exhiben importantes multiplicadores de producción y empleo, y cuentan con políticas de desarrollo productivo adecuado, permiten una mejor inserción en las cadenas de valor, reducen los requerimientos de importaciones y maximizan la creación de empleo.
A nivel regional, el documento recuerda que la reducción comprometida de emisiones para 2030, es de entre 24% y 29% con respecto al escenario inercial, dependiendo de si la reducción es de carácter incondicional o condicional a apoyo internacional.
“Cumplir con los objetivos planteados requiere inversiones en sectores prioritarios”, se advierte en el paper que tiene como objetivo estimar los requerimientos de inversión en la región para cumplir con las metas establecidas.
Financiamiento cambio climático
En términos económicos, las estimaciones presentadas en el documento no toman en cuenta las ganancias que se podrían producir como un mayor crecimiento de la economía, generación de empleo, mejoras en la calidad del aire y la salud humana o la reducción de importación de combustibles y la racionalización de los subsidios.
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El trabajo se divide en ocho secciones siendo en la segunda donde se presenta el panorama de financiamiento climático a nivel global y regional y se contrasta contra el compromiso de los países desarrollados a los países en desarrollo de destinar de u$s100.000 millones anuales.
En la tercera sección se calculan los compromisos de reducción de emisiones a nivel regional y se compara con los escenarios consistentes para no superar aumentos de 1.5°C y 2°C de temperatura.
Adicionalmente, se presenta la distribución sectorial de las emisiones y, por tanto, los sectores prioritarios para la acción climática. Las secciones siguientes presentan las estimaciones sobre los requerimientos de inversión en materia de mitigación y adaptación al cambio climático.
La cuarta está dedicada a la inversión en actividades de mitigación, las cuales incluyen la transformación del sistema energético, del sector transporte, detallando puntualmente el costo de electrificación del transporte público regional y la reducción de la deforestación.
La quinta se enfoca en inversión en infraestructura la cual es transversal a adaptación y mitigación, planteando estimaciones del sector transporte, agua y saneamiento, irrigación e infraestructura para el control de inundaciones.
La sexta se orienta a las inversiones en adaptación, en donde se incluye biodiversidad, eventos extremos y pobreza.
La séptima recoge la información presentada en las secciones previas y presenta el resultado global del estudio y la octava concluye con reflexiones finales.
A qué se comprometió Argentina
El informe destaca además las necesidades de dinero principalmente a acciones de mitigación, especialmente hacia la generación de energía renovable.
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En este caso, ubica a la Argentina en un conjunto de países como Bahamas, Barbados, Belice, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Jamaica, Panamá, Perú, República Dominicana y Uruguay que han anunciado compromisos para transitar hacia economías neutrales en carbono hacia 2050 y que dan cuenta de más del 50% de las emisiones regionales.
Pero la Argentina también está presente en otro grupo de naciones que han publicado sus estrategias de desarrollo bajo en carbono largo plazo hacia 2050, como mandata el Acuerdo de París.
“La inversión es insuficiente para reducir las brechas y alcanzar las diversas metas de desarrollo ya que desde la década de los 80, la inversión en la región como proporción del PBI se ha mantenido cerca del 19%, muy por debajo de economías como China, India o Corea que han invertido por encima del 30%”, detalla el informe de la CEPAL.
En este sentido, sostiene que la baja inversión en la región redunda en menor productividad, menor capacidad de crecimiento y de generación de empleos, lo cual dificulta la consecución de las metas de desarrollo de la región tales como la reducción de la pobreza y el acceso a servicios básicos de calidad.
En este sentido, en la investigación también se aclara sobre la existencia de “un número limitado de estimaciones a nivel global sobre el costo de la transición”.
Todas difieren en alcance sectorial, el horizonte de tiempo y la metodología, estando la mayoría concentradas en el sector de energía.
Mayor gasto para financiar la transición
Uno de ellos es el elaborado McKinsey Global Institute que estima que, la transición hacia economías con cero emisiones netas (consistente con un escenario de 1.5°C) requiere una inversión global anual promedio de u$s9.200 millones o el 7.5% del PBI global para destinarla a sectores como energía, movilidad, industria, edificios, agricultura, silvicultura y otros usos del suelo.
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Anticipa además que, entre 2021 y 2050, la inversión anual adicional requerida, respecto a un escenario de políticas actuales, asciende en promedio a 1% del PBI global.
También estima que el gasto será mayor durante los primeros años de la transición para luego decrecer hacia mediados de siglo y para 2025 representar el 0.8% del PBI global alcanzando un máximo de 1.4% entre 2026–2035.
Del mismo modo, advierte sobre la necesidad de redireccionar inversiones de sectores altos en carbono, como centrales eléctricas basadas en carbón o automóviles de motor de combustión interna, hacia actividades bajas en carbono de alrededor de u$s1.000 millones o el 20% del gasto actual.
Es más, el gasto global acumulado a 2050 requeriría u$s275.000 millones con los sectores de movilidad y energía entre los de mayores necesidades de fondos.
Por caso, la movilidad precisa un flujo acumulado de u$s105.000 millones y el energético otros u$s60.000 millones.
Por otro lado, la agricultura, silvicultura y otros usos del suelo requerirán cerca de u$s$30.000 millones en gasto acumulado, en particular para expandir la producción agrícola, implementar prácticas agrícolas de bajas emisiones, como el uso más eficiente de fertilizantes e irrigación, evitar la deforestación y aumentar cobertura forestal en otras áreas.
Además, el gasto en extracción, procesamiento y distribución de carbón, petróleo y gas ascendería a cerca de u$s20.000 millones en total.
En el caso de sectores como el acero y el cemento requerirán capital para construir una capacidad de producción alternativa y la expansión de la capacidad y la infraestructura para otros combustibles bajos en carbono (hidrógeno, calor y biocombustibles) por unos u$s6.900 millones.
Con semejantes necesidades, el informe de la CEPAL entiende que los países de América Latina y el Caribe “han establecido sus compromisos de acción climática en sus contribuciones determinadas a nivel nacional. Para cumplir con los objetivos climáticos planteados, es necesario realizar inversiones en sectores prioritarios”, agrega.