Argentina acelera la transición energética: las claves para llegar antes del 2050
Se busca alcanzar una matriz energética más limpia y eficiente, a través de un cambio estructural en los sistemas de abastecimiento y utilización de la energía. Cuál es el plan.
La adopción de medidas eficaces para mitigar los efectos del cambio climático y adaptarse a ellos exige que todos los países introduzcan cambios transformadores en sus sistemas energéticos durante las próximas décadas que tendrán importantes implicancias en la forma en que se genera, transforma, suministra, almacena y consume la energía, afectando directamente a un amplio abanico de sectores económicos y a la población.
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En el caso argentino, el sistema energético del futuro será diferente al actual ya que, entre otras cosas, se caracterizará por niveles mayores de participación de fuentes de energía bajas en carbono y renovables, un uso más eficiente y racional de la energía, redes más flexibles y descentralizadas, menores emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y una tendencia general hacia una mayor electrificación y la descentralización de la generación y el uso de la energía.
Según un informe oficial, la transformación del sistema energético del país hacia la segunda mitad del siglo “requiere un proceso de planificación prospectiva que sea comprensivo, coherente, dinámico y continuo, y que esté basado en datos e información robusta”.
El trabajo prevé que en el futuro el sistema energético tendrá diferencias importantes comparado con el actual ya que se buscará que sea eficiente, racional, descentralizado, y costo-eficiente, además de ser marcado por mayor penetración de energías limpias y bajas en carbono, redes más flexibles y descentralizadas, y, sobre todo, con menos emisiones de GEI asociadas.
Además, asegura que la planificación a largo plazo y la transformación del sistema energético “debe considerar explícitamente las oportunidades de descarbonización y una comprensión clara de sus respectivos costos, beneficios y limitaciones, y su posible evolución en el tiempo”.
El documento, elaborado por la Secretaría de Energía de la Nación, entiende que la transición energética busca contribuir al uso racional y eficiente de la energía en toda la economía, mejorando su competitividad, el despliegue de proyectos energéticos a nivel local y comunitario, ayudando a reducir la pobreza energética.
La visión oficial es alcanzar una matriz energética más limpia y eficiente, a través de un cambio estructural en los sistemas de abastecimiento y utilización de la energía.
Esta línea contempla cambios tecnológicos y modificaciones tanto en la forma en la que se genera energía como en hábitos y comportamientos arraigados en la forma en que la energía es usada.
Detalla además que el proceso de transformación “abre oportunidades para la diversificación de la matriz energética, el desarrollo tecnológico, la robustez de nuestra balanza de pagos, el fortalecimiento de la economía, la creación de nuevas cadenas de valor y empleo, así como el desarrollo territorial a través de un sistema más descentralizado y, por lo tanto, más resiliente a los impactos del cambio climático”.
El análisis presentado en este documento ha puesto de manifiesto que la transición hacia un sistema energético más limpio, sostenible, socialmente justo y con menores emisiones de GEI podría ser transformador en numerosos aspectos para la economía y la sociedad argentina, haciendo los esfuerzos en pos de alcanzar los compromisos de mitigación del cambio climático.
Además, presenta una gran oportunidad para la creación de nuevos puestos de trabajo a nivel local, con mano de obra formada que desarrollará, construirá, operará y mantendrá, las infraestructuras energéticas bajas en carbono fundamentales para la transición energética que busca contribuir al uso racional y eficiente de la energía en toda la economía, mejorando su competitividad, el despliegue de proyectos energéticos a nivel local y comunitario, ayudando a reducir la pobreza energética.
Por otra parte, el informe detalla que en el país existen desafíos y barreras a la transición energética, que requerirán ser abordados ya que lo que se busca es contribuir al uso racional y eficiente de la energía en toda la economía, mejorando su competitividad, el despliegue de proyectos energéticos a nivel local y comunitario, ayudando a reducir la pobreza energética.
“La transición energética de Argentina busca contribuir al uso racional y eficiente de la energía en toda la economía, mejorando su competitividad, el despliegue de proyectos energéticos a nivel local y comunitario, ayudando a reducir la pobreza energética. Además, presenta una gran oportunidad para la creación de nuevos puestos de trabajo a nivel local, con mano de obra formada que desarrollará, construirá, operará y mantendrá, las infraestructuras energéticas bajas en carbono fundamentales para la transición energética. Por otra parte, en Argentina existen desafíos y barreras a la transición energética, que requerirán ser abordados”, agrega la investigación.
En este sentido, el trabajo elaborado por la Secretaría de Energía de la Nación agrega que en general, el proceso de planificación de la descarbonización del sistema energético debe contar con un cierto grado de flexibilidad para adaptarse a las circunstancias cambiantes (climáticos, geopolíticos, económicos, tecnológicos, medioambientales, etc.) e incorporar nueva información relevante en la toma de decisiones.
En este contexto es que el organismo oficial presenta el documento de “Lineamientos y Escenarios para la Transición Energética a 2050”, con el cual pretende sentar las bases para la discusión sobre la mejor forma de transformar el sistema energético argentino en ese período.
Específicamente, con miras a reducir sustancialmente las emisiones de GEI del sector, mejorar la eficiencia energética, impulsar la federalización del sistema y la generación distribuida, proteger a los consumidores más vulnerables, reducir la pobreza energética, mejorar la seguridad del sistema, crear empleo y trabajo de calidad para una fuerza laboral adecuadamente capacitada, y mejorar la sostenibilidad fiscal y financiera general de este sector.
Hoja de ruta estratégica
Este documento ha sido elaborado teniendo en cuenta diversos planes y directrices recientes y relevantes a nivel nacional tanto para la mitigación del cambio climático, y sobre esta base se ha desarrollado una visión, directrices y escenarios para la descarbonización del sector a más largo plazo.
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En concreto, se toma en consideración el informe “Lineamientos para un Plan de Transición Energética al 2030” (publicado en 2021), así como el segundo “Plan Nacional de Adaptación y Mitigación del Cambio Climático” (PNAYMCC), publicado en 2022 y el “Plan Nacional de Transición Energética a 2030”, elaborado en 2023.
También se ha tomado en cuenta la estrategia de desarrollo resiliente con bajas emisiones a largo plazo a 2050 (aprobada en noviembre de 2022), además de sustentarse en un análisis comprensivo de la situación energética actual en Argentina y la gama de recursos energéticos (renovables y no-renovables) del que se dispone en el país.
El informe establece una serie de formatos para planificar, promover y facilitar de manera eficaz, oportuna y coordinada la descarbonización del sistema energético argentino hasta el año 2050.
En concreto, se presentan 10 objetivos que buscan guiar el proceso de planificación y fomento de la transición energética sostenible en Argentina a 2050.
Escenarios para descarbonizar
Esta agenda viene seguida de la presentación de tres posibles escenarios de descarbonización energética en Argentina en hasta ese año, e incluye una descripción detallada de los principales impulsores y características de los escenarios, junto con información cuantitativa detallada de cada uno de ellos con diversos factores, como son los volúmenes de inversión previstos, la evolución de la matriz energética (suministro y demanda), los perfiles de emisiones de GEI (grado de mitigación), creación de puestos de empleo, y los impactos sobre la pobreza energética y la sociedad, entre otros.
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En este sentido, el trabajo oficial asegura que las múltiples implicancias entre los distintos escenarios de descarbonización energética pueden compararse de manera práctica y objetiva.
El documento del Gobierno incluye un escenario base que toma en cuenta las políticas y acciones actuales previstas a nivel nacional y local en el sector energético, incluyendo los objetivos de penetración de energías renovables, eficiencia energética, mitigación de emisiones de GEI, entre otros.
Luego, hace mención al escenario optimista, que suma a las políticas existentes nuevas acciones y tecnologías relacionadas con la descarbonización, a la vez de contar con un mayor crecimiento de la demanda eléctrica, debido a una mayor electrificación de nuevos usos.
El tercer escenario es el ambicioso, más cercano al de emisiones netas cero (Net Zero), y en el cual se pone de manifiesto que la transición “podría ser verdaderamente transformadora en numerosos aspectos para la economía y la sociedad argentina, haciendo los esfuerzos en pos de alcanzar los compromisos de mitigación del cambio climático”.
Agrega que Argentina dispone de abundantes recursos renovables – altos niveles de irradiación solar, regímenes de vientos fuertes y fiables, numerosos ríos y caudales de agua, y recursos de residuos agrícolas, entre otros – que se distribuyen a lo largo de la vasta extensión geográfica del país.
Mejorar la balanza fiscal
“El aprovechamiento a gran escala de estos recursos renovables permitirá a Argentina avanzar hacia una situación en la que la población y todos los sectores de la economía dispongan de acceso a energía con menor huella de carbono. A su vez, el aprovechamiento de otros recursos para la transición energética, como el desarrollo del gas natural no convencional, ayudará a reducir sus importaciones de productos petrolíferos y le permitiría exportar gas natural y GNL a mercados vecinos e internacionales, colaborando en la transición de otros países”, asegura el documento.
Estas exportaciones, agrega, también contribuirían a mejorar considerablemente la balanza fiscal, generando una parte de los recursos financieros necesarios para la enorme escala de inversiones que requieren los sistemas energéticos bajos en carbono y la infraestructura de red de apoyo en el período hasta 2050.
Por otra parte, señala que en el país existen desafíos y barreras a la transición energética, que requerirán ser abordados. En este sentido, advierte que es necesario ampliar y reforzar las infraestructuras existentes de transporte de electricidad y gas, ambas fundamentales para facilitar la incorporación de generación renovable y permitir que el gas natural llegue a los puntos de demanda y exportación.
Otro de los desafíos importantes que señala el informe consiste en buscar que los costos tengan un menor impacto que garantice una transición justa y sostenible para la población argentina.
“La transición energética a largo plazo exige un alto grado de coordinación, participación y consenso entre todos los actores involucrados, para poder desarrollar una planificación ordenada y alineada”, agrega el trabajo.
Por otra parte, asegura que requiere de una continua evaluación de recursos, capacidades y tecnologías, además de un Estado que dirija, regule y dé forma a nuevos mercados, generando oportunidades para el sector privado, al mismo tiempo que protegiendo a las personas y al ambiente.
Según el informe, “la planificación facilita y promueve una transición ordenada, costo-eficiente, competitiva e inclusiva, todos ellos aspectos fundamentales para el éxito de la misma. Además, contribuye a enviar señales claras al mercado sobre la dirección y objetivos de la transición, impulsando y promoviendo el desarrollo de oportunidades de inversión y fomentando la competencia para invertir en infraestructuras clave”.
Asumir responsabilidades
El documento también entiende que la planificación energética a largo plazo pone de manifiesto cuáles son las principales variables que influyen y afectan la transición energética y señala que debe ser globalmente justa, socialmente equitativa y económicamente sostenible.
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Ello significa asumir responsabilidades comunes pero diferenciadas según sus respectivas capacidades; garantizar que la transformación energética sea una oportunidad de desarrollo para el país, asegurando la asequibilidad a servicios energéticos limpios y salvaguardar que los costos asociados de la transición no afecten principalmente a los sectores más vulnerables de la sociedad.
A su vez, el entiende que el aprovechamiento de otros recursos, como el desarrollo del gas natural no convencional, ayudará a reducir sus importaciones de productos petrolíferos y le permitiría exportar gas natural y GNL a mercados vecinos e internacionales, colaborando en la transición de otros países.
Estas exportaciones también contribuirían a mejorar considerablemente la balanza fiscal, generando una parte de los recursos financieros necesarios para la enorme escala de inversiones que requieren los sistemas energéticos bajos en carbono y la infraestructura de red de apoyo en el período hasta 2050.
Otro de los desafíos importantes consiste en buscar que los costos económicos tengan un menor impacto que garantice una transición justa y sostenible para la población.
Por eso, el análisis pone de manifiesto que la transición hacia un sistema energético más limpio, sostenible, socialmente justo y con menores emisiones de GEI podría ser verdaderamente transformador en numerosos aspectos para la economía y la sociedad argentina, haciendo los esfuerzos en pos de alcanzar los compromisos de mitigación del cambio climático.
“Argentina dispone de abundantes recursos renovables – altos niveles de irradiación solar, regímenes de vientos fuertes y fiables, numerosos ríos y caudales de agua, y recursos de residuos agrícolas, entre otros – que se distribuyen a lo largo de la vasta extensión geográfica del país”, detalla el informe oficial.
Señala además que “el aprovechamiento a gran escala de estos recursos renovables permitirá avanzar hacia una situación en la que la población y todos los sectores de la economía dispongan de acceso a energía con menor huella de carbono”.
Agenda de problemas
De acuerdo al informe oficial, la transición energética trae consigo importantes desafíos para garantizar su sostenibilidad y se enfrentará a barreras que dificulten su éxito. Estas problemáticas se pueden agrupar en seguridad energética, desarrollo tecno-industrial, equidad social y transición justa, así como la mitigación y adaptación al cambio climático.
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Por eso, el trabajo reclama garantizar la sostenibilidad del proceso en el largo plazo e incentivar el diálogo que permita acordar la hoja de ruta para este proceso.
Estos lineamientos son: gobernanza institucional; eficiencia energética; energía limpia en emisiones de gases de efecto invernadero; gasificación; desarrollo de capacidades tecnológicas nacionales; resiliencia del sistema energético; federalización del desarrollo energético; desarrollo de hidrógeno bajo en emisiones; movilidad sostenible y transición justa e inclusiva.