Estudios afirman que entre el cambio climático y la obesidad hay una relación muy estrecha
Para entender esta relación, es necesario profundizar en dos aspectos clave: la producción de alimentos y el calentamiento global.
El cambio climático es una realidad que no todos aceptan, pero su relación con la obesidad es algo que pocos conocen. Para entender esta conexión, Marta Giralt Oms, catedrática del Departamento de Bioquímica y Biomedicina Molecular de la Universitat de Barcelona (UB), señala dos factores clave que impactan directamente en esta problemática. El primero es que el cambio climático está alterando la producción de alimentos, lo que genera malnutrición. «Cuando pensamos en malnutrición, solemos asociarlo con desnutrición y hambre, algo que afecta especialmente a las regiones más vulnerables de Asia y África. Sin embargo, también está perjudicando a las poblaciones más empobrecidas de todo el mundo», explica Giralt.
Afirman que entre el cambio climático y la obesidad hay una relación muy estrecha
La especialista subraya que esta menor producción se traduce en una alimentación de peor calidad y en una dieta obesogénica: ‘‘El alimento barato no siempre es el más saludable, es más cara la compra de fruta y verdura que comprar una bolsa de snacks’’. Por tanto, ‘‘además de desnutrición y hambre, el cambio climático está llevando a una alimentación de poca calidad que está causando más obesidad’’, resume Giralt.
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El segundo punto al que alude es la subida de temperaturas como consecuencia del calentamiento global, que, más allá de perjudicar a la producción de alimentos, afecta también a las personas. ‘‘Aparte de la ingesta, está el gasto energético. Hay un componente que es la actividad física, que disminuye cuando las temperaturas son muy altas’’, destaca la especialista, que, de forma más concreta, afirma que todo esto impacta sobre la grasa parda.
‘‘Los mamíferos tenemos dos tipos de grasa: la blanca, que sería la que acumulamos como reserva de energía, que es la función beneficiosa de la grasa; y la parda, que en lugar de acumular, quema energía para producir calor. Sirve para mantener la temperatura corporal en ambientes fríos’’, explica Giralt. Con el aumento de grados como consecuencia del cambio climático, ‘‘esta grasa parda está bloqueada y reprimida, por lo que aumenta la obesidad’’. Activar la grasa parda daría lugar a una prevención en el aumento de peso, e incluso permitiría disminuir el peso de una persona con obesidad.
La relación entre obesidad y calentamiento global no es unidireccional, sino que es recíproca. Como se discutió en el XX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), diversos estudios han investigado si el aumento de la obesidad a nivel mundial está contribuyendo a la intensificación del cambio climático, debido a su impacto en las emisiones de gases de efecto invernadero, como el mayor metabolismo oxidativo, el aumento en el consumo de alimentos y el uso de combustibles fósiles para el transporte.
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“Hay estimaciones que indican que una persona con sobrepeso genera aproximadamente una tonelada más de dióxido de carbono al año que una persona delgada, con lo que la obesidad podría suponer el 1,6% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero”, según la experta catalana. No obstante, “es fundamental utilizar y difundir adecuadamente los datos objetivos sobre la contribución de la población con sobrepeso y obesidad al aumento del calentamiento global, para evitar contribuir inadvertidamente a la estigmatización de estas personas”.
Ante esta situación, como demanda la catedrática de la UB, “nuestra sociedad debe hacer el máximo esfuerzo posible para prevenir el cambio climático, disminuyendo las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. Ello, sin duda, repercutirá positivamente en la prevención de la obesidad. Recíprocamente, cualquier acción eficaz dirigida a la prevención y tratamiento de la obesidad, como las que se promueven desde la SEEDO, puede tener efectos positivos no sólo en las personas individuales sino también a nivel global, favoreciendo la ralentización del calentamiento global”.