Crean una criptomoneda “verde”: ya levantaron u$s1 millón de inversores
Los fundadores de GBM buscaron cómo usar la tecnología de los tokens para poder revivir metros cuadrados del planeta. Cómo funciona.
No todo es Bitcoin en el mundo de las activos digitales. También existen otras que tienen detrás no solo objetivos financieros.
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Es el caso de la que creó GreenBond Meter (GBM), startup full-stack que suma en su modelo de negocios tecnología, tokenización, compromiso con el planeta, una criptomoneda propia y la oportunidad de trabajar para restaurar territorios desbastados. Esto llamó la atención del fondo de inversión Draper Cygnus, que fue el líder del proceso de due diligence en el que firma ya levantó u$s1 millón en su etapa semilla.
¿Qué es GBM?
Esta startup está basada en activos naturales impulsada por la tecnología web3, que brinda una solución simplificada a dos de los grandes problemas que la humanidad enfrenta hoy: la crisis climática y la pérdida de biodiversidad.
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“Hasta el momento, GBM cuenta con emprendedores de tres países: Argentina, Uruguay y España, y propone restaurar el planeta con una proyección de escala global bajo un innovador método de restauración, digitalización y tokenización metro por metro”, afirma Juan Núñez, CEO de la startup.
Su modelo de negocio se basa en la selección de tierras degradadas, emplazadas en una biodiversidad amenazada o eliminada, con el objetivo de restaurarlas a su condición original. La adicionalidad obtenida de dicha actividad es medida y certificada para emitir créditos de carbono de alta calidad.
Mundo cripto: un token, más naturaleza
En la Argentina, GBM ya comenzó el proceso de reconversión integral de un campo en Misiones, de una superficie de 245.000.000 metros cuadrados.
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“Sobre esa base sustentable y sostenible, cada metros cuadrado es asociado a 1 token GBM, estableciendo un activo digital basado en la tokenización de la selva. Hoy, cada GBM puede comprarse a u$s1”, cuenta Núñez, que tiene el apoyo de sus socios Juan Durañona y Vedia y Alejandro Carrano.
¿Cómo fue el inicio? Todo empezó en 2020. “Estábamos pensando en cómo recaudar fondos para frenar la deforestación: así propusimosn lanzar un criptoactivo que permita establecer una relación con los metros cuadrados de selva para toquenizarlos y que sean, a su vez, el respaldo de una moneda digital como capital natural”, describe Núñez.
En plena pandemia, sin la posibilidad de viajar, los impulsores de la iniciativa lograron articular toda la red de alianzas y asociaciones necesarias para dar vida al proyecto. Necesitaban, primero, una licencia para operar en criptoactivos, que solo ciertos países otorgan, ninguno en en América latina.
Tras investigar, determinaron que la mejor opción era la lejana Estonia por sus estándares de seguridad y normas anti lavado, cuya capital, Tallin, es a la vez la capital europea de la innovación, donde surgieron gigantes tecnológicos como Skype.
El camino para financiarse
Hubo un hecho que aceleró la posibilidad de dar forma a GBM. Fue la entrada en escena de un amigo en común con los socios de GBM. Se trató de Javier Ortiz de Artiñano, cónsul honorario de México en la República de Estonia y especialista de comercio exterior y abogado. “Su participación fue clave en la obtención de los permisos para operar”, cuenta Núñez.
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“Faltaba, todavía, el acceso a una licencia financiera de alcance mundial, otra de las exigencias estonias para emitir criptoactivos. El recurso estaba en manos de otro amigo, el uruguayo Ricardo Morales Bosch, quien puso a disposición del proyecto a su empresa Nideport SA, con sede en la zona franca World Trade Center de Montevideo, y especialista en certificaciones de bonos de carbono”, recuerda el CEO.
“GBM acerca sus recursos, herramientas y soluciones a aquellas empresas que inician su camino hacia una actividad sustentable, mediante la emisión que hará de créditos de carbono basados en la adicionalidad generada por la preservación de biosfera y fijación de CO2. Los certificados de crédito de carbono son muy demandados por empresas que han asumido compromisos de reducción de emisiones GEI a nivel internacional, regional y local”, detalla Núñez.
Fuente: iProfesional