Qué retorno económico genera invertir 1 dólar en adaptación climática en Argentina
Invertir en adaptación climática ya no es solo una necesidad ambiental: es una decisión económica inteligente.
En un escenario global cada vez más amenazado por los efectos del cambio climático -como inundaciones, olas de calor extremo, sequías prolongadas e incendios forestales- y con una creciente restricción de los recursos financieros disponibles, un nuevo estudio del World Resources Institute (WRI) reafirma que invertir en adaptación y resiliencia no solo es urgente, sino también altamente rentable desde el punto de vista económico y social. Cada dólar invertido, genera más de 10 dólares en beneficios.
1 dólar en adaptación climática genera más de 10 dólares en beneficios
El informe, basado en el análisis de 320 inversiones realizadas en 12 países -entre ellos, Colombia, Bangladesh y Vietnam– por un monto total de 133.000 millones de dólares, concluye que por cada dólar destinado a medidas de adaptación y resiliencia se generan más de 10 dólares en beneficios a lo largo de una década. En términos acumulados, esto podría traducirse en beneficios económicos que superan los 1,4 billones de dólares, con una tasa de retorno promedio del 27%.
Esta evidencia adquiere particular relevancia de cara a la COP30, que se celebrará en 2025 en Belém, Brasil, en el corazón de la Amazonía. En este contexto, la región latinoamericana enfrenta desafíos críticos vinculados a la crisis climática, pero también oportunidades únicas para liderar con soluciones basadas en la naturaleza y la justicia climática. Países como Argentina, por ejemplo, tienen un potencial considerable para implementar estrategias de adaptación en zonas rurales afectadas por la sequía, al tiempo que desarrollan prácticas agrícolas más sostenibles y resilientes.
Aunque históricamente las inversiones en adaptación se centraron en reducir la exposición a fenómenos climáticos extremos, el estudio del WRI revela un hallazgo clave: más del 50% de los beneficios documentados de estos proyectos se materializan incluso en ausencia de desastres climáticos.
«Una de nuestras conclusiones más sorprendentes es que los proyectos de adaptación no sólo dan resultados cuando se producen catástrofes, sino que generan valor todos los días a través de más puestos de trabajo, mejor salud y economías locales más fuertes», afirmó Carter Brandon, Senior Fellow del WRI. «Se trata de un gran cambio de mentalidad: los responsables políticos no necesitan una catástrofe para justificar la resiliencia, simplemente se trata de un desarrollo inteligente», agregó.
Impacto ambiental: cómo beneficia reducir las emisiones de carbono
Además, casi el 50% de las inversiones analizadas también contribuyeron a la reducción de emisiones de carbono, lo que demuestra que la adaptación puede ir de la mano con los objetivos de mitigación. En algunos casos, las estrategias implementadas -como la restauración de ecosistemas, la gestión integrada del agua o la agricultura climáticamente inteligente- generaron beneficios ambientales y económicos que superan el valor de las pérdidas evitadas.
«Estas pruebas ofrecen a los líderes y a los agentes no estatales exactamente lo que necesitan de cara a la COP30: un argumento económico claro para ampliar la adaptación», declaró Dan Ioschpe, promotor de alto nivel para la COP30. «Belém debe convertirse en un punto de inflexión: integrar la resiliencia en las prioridades nacionales y locales y liberar todo el potencial de liderazgo de los agentes no estatales”, comentó.
En definitiva, el mensaje es claro: invertir en resiliencia no es un costo, sino una de las estrategias más eficaces para construir un desarrollo duradero, equitativo y compatible con los desafíos del siglo XXI.
Fuente: con información de Fundación Avina