Bioinsumos, la llave para producir más con menos impacto ambiental
Joaquín Basanta, presidente de Agro Sustentable, reflexiona tras el Encuentro+B Amazonia sobre la urgencia de transformar el agro. Los bioinsumos, una pieza clave en el futuro sostenible.
El Encuentro+B Amazonia, el evento más trascendental de Empresas B en América Latina, puso sobre la mesa un objetivo común para el mundo corporativo que prioriza la responsabilidad social: transformar la realidad desde el mercado, con impacto colectivo y compromiso profundo.
Allí ratificamos que el desarrollo económico y la sostenibilidad no son categorías excluyentes sino que pueden coexistir en armonía y complementariedad. Un ejemplo práctico es el viejo continente: la Unión Europea (UE) ha logrado disminuir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 37% en los últimos 20 años, al tiempo que, en ese mismo período, su PBI creció un 68%.
La UE, con casi 450 millones de habitantes, representa uno de los mercados más atractivos del globo por su riqueza y su demanda sustentable. Las nuevas legislaciones europeas son muy estrictas frente al uso de insumos agroquímicos en productos importados. De hecho, los productos agrícolas que ingresan a la UE deben cumplir los nuevos Límites Máximos de Residuos (LMR), dejando prohibida la importación de alimentos tratados con pesticidas.
Es evidente que la agricultura es uno de los escenarios en los que el cuidado del ambiente resulta fundamental para combatir el cambio climático y asegurar la producción de los alimentos necesarios para satisfacer las necesidades de la población mundial.
Eso fue lo que llevamos a la mesa del Encuentro+B, que bajo el lema de ésta sexta edición “La Raíz del Futuro”, marcamos un hito en el camino hacia la COP30, activando voces, saberes y acciones que impulsan una transición socio ambiental más justa.
La salud de los suelos es un tema que se ha instalado en la agenda global dado que las naciones han tomado conciencia de la importancia de cuidar las áreas de cultivo.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha señalado a la mala salud del suelo como una de las principales amenazas para la seguridad alimentaria mundial. La degradación de los suelos amplía la brecha entre el rendimiento actual y potencial de los cultivos, incentiva la deforestación al empujar a los agricultores a ampliar las tierras de cultivo y reduce la capacidad natural de la tierra para secuestrar carbono.
En Argentina, se han identificado zonas productivas cuyos niveles de nutrientes están por debajo de los mínimos necesarios y el suelo presenta deficiencias significativas de fósforo, zinc y potasio. Un informe de la Universidad Nacional de la Pampa indica que la diferencia de rendimiento entre una fertilización correcta y la ausencia de fertilización alcanza el 32%.
Un suelo con nutrientes insuficientes no tiene la capacidad para eliminar CO2, brinda un rinde menor y genera un impacto negativo en el ambiente. Afortunadamente, la situación puede revertirse si se utilizan los insumos adecuados y se aplican buenas prácticas agrícolas. El agro puede ser un motor de la circularidad y la gestión ambiental responsable si se logra producir más con menos impacto, recomponiendo nutrientes en lugar de degradar.
Devolverle los nutrientes a los suelos
No se trata solo de producir sin dañar, sino de sanar lo que fue dañado: devolver vida al suelo y a la biodiversidad. En este sentido, los bioinsumos son una alternativa al uso de químicos sintéticos porque reducen el uso de fitosanitarios químicos y los reemplazan por soluciones biológicas. Argentina tiene mucho para aportar en éste aspecto, especialmente con el surgimiento de varias firmas, como es el caso del Silicon Misiones y sus proyectos de biofábrica, pioneros en la biotecnología aplicada al agro.
La idea de extraer de la tierra lo máximo posible sin pensar en las consecuencias va quedando atrás y hoy en día se impone una nueva manera de producir alimentos, más responsable y sostenible. La agricultura regenerativa es un nuevo paradigma que busca devolver al suelo todos los nutrientes que el modelo anterior le ha quitado.
Es posible repensar el cultivo desde la raíz con una mirada de triple impacto positivo. Los bioinsumos no generan un impacto negativo sobre el ambiente sino que, al contrario, contribuyen a recomponer suelos, biodiversidad y productividad de manera sostenible.
Hay evidencia de sobra que muestra que en los últimos 50 años, las frutas y verduras registraron caídas significativas en nutrientes esenciales. Se estima que hoy habría que comer tres manzanas para obtener hierro equivalente al de una sola en 1940.
El futuro de la agricultura va por el camino de las prácticas sostenibles, los bioinsumos respetuosos con el ambiente y un cambio de conciencia de los productores y consumidores. Este nuevo modelo abre la puerta a una forma de cultivar que no toma a la tierra como un objeto del cual se debe extraer lo máximo posible sino que se lo considera un bien a cuidar por el bien de todos.