Edificios ecológicos, sustentables y “fit”: cuál es el impacto en la salud de los ocupantes
Las construcciones con certificación WELL están ganando terreno a nivel mundial, aunque en Argentina su implementación es aún incipiente.
En un contexto donde la salud y el bienestar se han convertido en prioridades globales, la certificación WELL, desarrollada por el International WELL Building Institute (IWBI), se presenta como un modelo innovador en el diseño y construcción de edificios. Este estándar, que fusiona investigación científica y médica con las mejores prácticas arquitectónicas, tiene como objetivo transformar los entornos construidos en espacios que favorezcan la calidad de vida de las personas.
Según Green Group, una empresa pionera en implementar esta certificación en Argentina y Chile, WELL se perfila como una herramienta clave para el futuro de la industria inmobiliaria, con un enfoque que podría consolidarse como la principal tendencia hacia 2025.
La certificación se fundamenta en 10 parámetros esenciales que cubren aspectos como la calidad del aire, el agua, la iluminación, el sonido, los materiales, la salud mental, la alimentación, el movimiento, la comunidad y la innovación. Estos criterios, medibles y verificables, permiten evaluar el impacto de un edificio en la salud física y mental de sus ocupantes.
//Mirá también: Los 5 sectores clave que impulsan la economía verde en América Latina
Expertos afirman que este estándar no solo mejora la experiencia de los usuarios en los espacios, sino que también incrementa el valor de los activos inmobiliarios, reduce los costos operativos y promueve la productividad.
Beneficios para la salud y el bienestar
Según Micaela Smulevich, cofundadora de Green Group, la certificación WELL ofrece numerosos beneficios para los ocupantes de los edificios certificados.
Desde el punto de vista de la salud física, los espacios diseñados bajo este estándar ayudan a reducir los riesgos respiratorios, como el asma y la bronquitis crónica, y mejoran la oxigenación cerebral, lo que favorece la función cognitiva. Además, contribuyen a disminuir la incidencia de enfermedades cardiovasculares e hipertensión.
En cuanto al bienestar emocional y mental, el estándar incorpora estrategias como la iluminación circadiana (un sistema que imita los cambios de luz natural para sincronizar el ritmo biológico humano con el ciclo día-noche), ambientes acústicos controlados y espacios dedicados a la relajación, los cuales incrementan los niveles de serotonina (un neurotransmisor que regula el estado de ánimo, el sueño, el apetito y el bienestar general) y ayudan a reducir trastornos de ansiedad y migrañas.
Magdalena Day, de Grupo MDay, resalta que las políticas operativas vinculadas a WELL, como la oferta de alimentos saludables y la creación de espacios para la actividad física, complementan el diseño físico de los edificios y favorecen un bienestar integral.
//Mirá también: El plan de los Benetton para mejorar su performance ambiental
Impacto en el valor de mercado y los usuarios
La certificación no solo busca mejorar la calidad de vida de los ocupantes, sino que también incrementa el valor de las propiedades. Según Smulevich, los inmuebles certificados son percibidos como de alta calidad, lo que los hace más atractivos para inquilinos y propietarios. “Esto se traduce en un aumento en los precios de venta o renta, así como en una mayor retención de inquilinos y empleados (en el caso de oficinas), gracias a la satisfacción que generan estos espacios”, dijo.
Day respaldó esta afirmación con datos. Por ejemplo, un análisis de 2022 reveló que estos edificios incrementan la satisfacción de los usuarios en un 30% y mejoran la percepción de bienestar en un 26%. “Además, oficinas con altos índices de sostenibilidad y luz natural registraron primas de alquiler de hasta un 7,8%”, destacó.
Costos y desafíos de implementación
Aunque los beneficios son claros, la implementación de la certificación presenta desafíos para los desarrolladores.
Smulevich señaló: “Los costos iniciales incluyen tarifas de registro, certificación y asesoría, así como inversiones en tecnologías específicas como sistemas de ventilación y filtrado de agua. No obstante, estos gastos representan menos del 1% del costo total de construcción y se justifican por los ahorros a largo plazo en costos médicos, ausentismo laboral (en el caso de oficinas), calidad de vida (en el caso de viviendas) y mantenimiento”.
El costo de construcción ha aumentado debido a la inflación. Mientras que una obra estándar supera los USD 1.500 por m2, un edificio con certificación en Argentina puede superar los USD 2.000 por m2.
Day agregó que, aunque su implementación en proyectos avanzados puede ser compleja, el estándar permite certificar desde la estructura básica del edificio hacia adentro, lo que facilita su integración.
Eficiencia energética y la sustentabilidad
Aunque WELL no se centra exclusivamente en la eficiencia energética, fomenta prácticas sostenibles que contribuyen indirectamente a este objetivo.
Smulevich explicó que tecnologías como sistemas de ventilación eficiente y control de iluminación natural reducen el consumo energético. “Además, el diseño de fachadas y ventanas para maximizar la luz natural disminuye la dependencia de fuentes no renovables”, afirmó.