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Proponen incrementar las exportaciones de residuos “eco-friendly” para enfrentar la post pandemia: así afectará a la economía

El intercambio comercial de basura ecológica puede ser de gran aporte a las economías de países en crisis como la Argentina.

El comercio internacional puede aumentar su contribución al logro de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima deben alcanzar los países antes del 2030.

Lo puede hacer aprovechando los fundamentos de la economía circular mediante la cual se fomenta un consumo que no atente contra el medio ambiente a partir de maximizar los recursos basándose en la fórmula de las tres “r”: reducir, reutilizar y reciclar.

Algunas prácticas de consumo masivo que apuntan a eso son los ingredientes biodegradables y renovables; uso de materiales eco-friendly y producción de envases y objetos a partir de material reciclado.

A partir de estas premisas, una investigación de la Comisión Económica para América latina y el Caribe (Cepal) y que también incluye a la Argentina, aconseja incrementar el intercambio comercial de residuos ecológicos.

El informe enfatiza la necesidad de una mayor transversalidad del comercio internacional en las estrategias nacionales de economía circular, y la importancia de la cooperación internacional y las alianzas entre sectores público y privado para la creación de escala y transferencia de conocimiento y tecnología, así como la necesidad de armonización de definiciones y normas.

De hecho, el intercambio de bienes catalogados como residuos es cada vez más considerado un comercio de recursos. Entre 2002 y 2018, las exportaciones mundiales de residuos crecieron a un promedio anual de 21% en valor y 8% en volumen, prácticamente el doble del crecimiento del comercio total de bienes en el mismo período (que aumentó un promedio anual de 12% en valor y de 4% en volumen).

Pero la región participa de manera escasa en este gran negocio que se concentra más entre países desarrollados en las regiones de UE, Asia, América del Norte y en China. 

En cuanto a los productos que dan origen a estas exportaciones, la Cepal asegura que más de tres cuartos del valor del comercio mundial de residuos corresponden a minerales y metales. Le siguen en importancia los residuos de madera, papel y cartón (con una participación promedio de 9%); los residuos del agro y alimentos (7%); los químicos y plásticos (5%); y los residuos de textiles y cueros (2%).

El documento  hace referencia a “buenas prácticas” de políticas públicas e iniciativas privadas que potencian el aporte del comercio a esos objetivos medio ambientales para los próximos 10 años.

Investigación

Según la investigación, a través del comercio, es posible vincular la producción y el consumo sostenibles para evitar que los intercambios de bienes y servicios entre la Argentina y el resto del mundo queden al margen del equilibrio entre lo económico, lo social y lo ambiental.

“Los tres tienen el potencial de mitigar los aspectos menos sostenibles de esta tríada e impulsar aquellos que fortalecen dicha sostenibilidad”, destaca el trabajo al que tuvo acceso economíasustentable.com.

Para la Cepal, promover la economía circular es entonces una forma de potenciar una recuperación económica pospandemia sostenible, teniendo en cuenta que la reducción actual de las emisiones de dióxido de carbono, es consecuencias temporal de la pandemia por Covid-19. Por ese motivo, se entiende que un impacto positivo real requiere de una transformación sistémica en los hábitos de producción y consumo hacia un ambiente más limpio.

“En América latina y la Argentina, la crisis económica y social en la que la pandemia deja inmersa a la región, revela las debilidades de un modelo productivo extractivista, predominantemente exportador de productos primarios (minerales y metales, productos agrícolas), con escasos incentivos para el desarrollo de actividades de mayor valor agregado o intensivas en conocimiento”, advierte el organismo multinacional.

Como estrategia de salida de la actual crisis, promueve el Gran Impulso Ambiental basado en un nuevo modelo de desarrollo, que incluye cambios en la estructura de producción para mayor igualdad y sostenibilidad. Pide avanzar en la transición hacia la economía circular y afianzar los vínculos que esta tiene con el comercio internacional para escalarla como aportes construir una economía que preserve la salud del planeta. 

Según la investigación de la Cepal, la economía circular o bioeconomía genera ventajas comparativas en ciertos sectores exportadores y crea nuevos mercados.

“Se basa en el consumo y producción de bienes y servicios derivados del uso directo y transformación de recursos biológicos, incluyendo los desechos de biomasa generados en los procesos de transformación, producción y consumo. Como exportadora de productos agrícolas y fuente de biodiversidad, recursos genéticos y paisajes productivos, la región tiene los recursos y conocimientos para especializarse en el desarrollo de la bioeconomía y de sistemas industriales de alimentos bajos en carbono, alineados con el principio de regeneración”, detalla el trabajo. 

En el caso de los grandes productores agrícolas como la Argentina, explica que la agregar valor a los residuos del sector es un camino que permite aprovechar de mejor forma la disponibilidad de recursos sin afectar, por ejemplo, la seguridad alimentaria. 

La Cepal pone como ejemplo a la Argentina, que en las últimas dos décadas, ha elaborado estrategias de bioeconomía, que fomentan tanto el sector de alimentos como el desarrollo de bioproductos y bioenergía

Sin embargo, advierte que dado que la bioeconomía no es sostenible por definición, es necesario asegurar que las estrategias nacionales se alinean con los principios de la economía circular que es un nicho para acceder a nuevos mercados.

“Ofrecer productos de exportación con características circulares, de baja huella ambiental y de carbono (extensión de la vida útil, mantenimiento, reciclabilidad), y de base socialmente justa, permite superar ciertas barreras de entrada a varios mercados que son cada vez más exigentes, como la UE. Además, los productos que logren posicionarse en nichos europeos pueden optar a mejores precios”, relata la investigación. 

De hecho, ya existen iniciativas en esta línea en la región, por ejemplo, las iniciativas de producción de “carne carbono neutro” en países del Cono Sur o las de “café bajo en emisiones” en Centroamérica.

Para los autores del informe queda claro que el intercambio comercial con el resto del mundo facilita la transición hacia una economía circular y sustentable “siempre y cuando se refuercen los incentivos y se mitiguen los desincentivos, generando el marco necesario para la promoción justa de esa economía más amigable  con el medio ambiente a nivel global y se alcance una recuperación pospandemia más sostenible”.

Nuevos recursos

En este contexto, los expertos de la Cepal aseguran que la valorización de los residuos en las cadenas productivas debe ser una de  las variantes a tener en  cuenta para lograr esos objetivos, aunque advierten que este logro depende de su rentabilidad y factibilidad técnica. 

Además, entienden que el comercio internacional promueve las economías de escala que muchos países de la región, incluyendo a la Argentina, carecen, las cuales se adaptarán a las ventajas comparativas de cada país. “Una vez que la valorización se considera rentable, se hace viable el desarrollo de tecnología e infraestructura para implementarla”, detallan.

Sostienen también que los países y bloques regionales que tienen políticas claras de promoción a la economía circular generan y/o aumentan su capacidad interna de transformar residuos en recursos, mientras que los que carecen de estas hojas de ruta, encuentran en el comercio internacional el “aliado necesario” para trasladar estos materiales hacia los países que sí pueden hacerlo. 

“La substitución de materias primas vírgenes por materias primas secundarias, y el desarrollo de ciclos virtuosos de producción y consumo en el territorio, van a reducir los volúmenes y acortar las distancias de los flujos de comercio inter e intrarregionales identificados bajo la lógica de la economía circular. La nueva dinámica que se configurará dependerá de la optimización de escalas, los desarrollos tecnológicos y los incentivos normativos”, detalla la investigación de la Cepal.

Para alcanzar esas metas, el organismo propone fomentar el valor local en las cadenas productivas, capitalizar las oportunidades que brinda el comercio internacional generando mecanismos de integración productiva circulares regionales en alianza con el sector privado extranjero, a modo de establecer en la región hubs para la valorización de materiales. 

Esto, agrega el documento, le permitiría potenciar sus ventajas comparativas para acceder a los mercados europeos y nichos específicos en Asia y Estados Unidos con exigencias de circularidad.

El trabajo señala que América latina, incluyendo a la Argentina, participa marginalmente en el comercio mundial de residuos, y los que más exporta son residuos de minerales y metales, (en orden decreciente) de acero, aluminio y cobre

Entiende que la producción secundaria de ciertos metales es incluso más rentable que la primaria y que la escala mínima necesaria se podría alcanzar promoviendo las importaciones de chatarra, complementándola con el desarrollo de minería urbana al tener en cuenta que la circularización de residuos de minerales, tendría además un impacto social positivo impulsando la formalización de la industria del reciclaje en la región, actualmente destacada por su informalidad y precariedad.

De hecho, tanto en la Argentina como en el resto del mundo, los residuos comercializados a nivel representan una pequeña proporción del volumen total de residuos que genera el país; se concentra en algunas materias primas secundarias rentables, sobre todo de minerales y metales y depende fuertemente de la fluctuación del valor unitario de los productos vírgenes. 

Otros productos, como los plásticos (especialmente los de un solo uso), tienen un menor potencial comercial debido a las características propias del producto y al costo asociado a su conversión en insumo para otros procesos productivos.

Para potenciar el mayor peso del comercio de residuos reciclados en el total de las exportaciones e importaciones, la Cepal recomienda la aplicación de  políticas que tengan en cuenta las tendencias globales, los instrumentos que se están desarrollando en la región, y los vacíos de investigación en los que sería pertinente ahondar en futuros análisis:

1. Vacíos de investigación

Para escalar la economía circular, las políticas nacionales y los instrumentos a ejecutar por los privados deberían buscar mayores sinergias con el comercio internacional e incorporar las

oportunidades y desafíos que plantea para el país y la región. Es pertinente analizar los potenciales vínculos entre las estrategias nacionales y la política de comercio exterior de cada país, así como las acciones concretas que se promueven.

Es necesario analizar las oportunidades de circularidad de los principales sectores exportadores latinoamericanos mediante dos mecanismos. En primer lugar, para producir bienes y servicios circulares que accedan a mercados exigentes. En particular, enfocarse en las implicancias del Pacto Verde Europeo para el comercio exterior puede ser un paso inicial. 

En segundo lugar, para detectar oportunidades de importación de residuos y materiales reciclados para devenir productores secundarios o para incorporarlos a otros procesos productivos. Esto permitirá identificar tendencias que colaboren con la incorporación.

El Mercosur puede desarrollar sus propios circuitos comerciales para la recuperación de materia prima a partir de residuos, ya que existe capacidad de

tratamiento en sus distintos países. Sería útil identificar cuáles son las medidas nacionales que limitan el posible desarrollo de estos flujos y cómo potenciarlos. Asimismo, es necesario conocer en profundidad cómo están distribuidas en la región las plantas y la logística de valorización y reciclaje, el tipo de insumos que utilizan, así como sus capacidades instaladas y proyecciones a futuro. 

2. Recomendaciones de políticas

Es necesario incorporar en las agendas de política pública las oportunidades y desafíos vinculados al comercio internacional, como lo está haciendo la UE en el marco del Pacto Verde. 

Sería oportuno que los países de la región no actuaran de forma independiente sino acordando criterios comunes para desarrollar la producción de sectores circulares, y acordes a los parámetros que están trabajando socios comerciales como China, Estados Unidos o la UE.

Por ejemplo, se podrían establecer criterios para la importación de determinados materiales o promocionar empresas que exporten bienes o servicios circulares.

El desarrollo de estándares y certificaciones puede garantizar la circularidad tanto de bienes como de servicios y/o procesos de producción. 

Un trabajo de coordinación regional, además de necesario, debería coordinar los esfuerzos de etiquetados ambientales o ecológicos en la región,  armonizar criterios, definiciones y normativas comerciales. 

La economía circular es mucho más que el comercio de residuos; incluye también el comercio de bienes usados y de segunda mano, de bienes reacondicionados y remanufacturados, de materia prima secundaria, el comercio de servicios (producto como servicios, servicios de asesoría, diseño). El hecho de que no haya definiciones acordadas y que cada país defina sus estándares, es una barrera no tarifaria que es necesario levantar.

Esto requiere también consolidar y promover la formalización de la industria del reciclaje a través de incentivos financieros y normativos, y un mayor monitoreo de cumplimiento para reducir el reciclaje informal y el comercio ilegal. A su vez, la formalización permite lograr mayor trazabilidad respecto a los flujos comerciales e información confiable acerca de las tasas de reciclaje reales.

Es necesario seguir trabajando para eliminar las barreras innecesarias al comercio de residuos y para generar alternativas de gestión local. Es también necesario pasar de fomentar el mero reciclaje a promover las demás prácticas de la economía circular. En los sectores en los que se detecte que no hay potencial, se debe incentivar un menor consumo, y el uso y desarrollo de productos alternativos, para minimizar la exportación de residuos.

Fecha de publicación: 15/02, 10:39 am