De la freidora a exportarse: el aceite de la mayor cadena de fast food local ya usa como combustible en Estados Unidos
La firma argentina lleva adelante modificaciones químicas a los residuos de aceite que usan sus locales para darles valor. Cómo lo hacen.
A fines del 2023, la cadena argentina más grande de fast food había abierto 32 nuevas sucursales en el marco de un plan de expansión que comenzó en el 2021 y le insumió una inversión cercana a los u$s20 millones.
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De esta manera, Mostaza superó los 180 locales en toda la Argentina y busca darle pelea al mayor jugador de este sector como es la multinacional McDonald’s que posee 225 establecimientos en la actualidad.
En este contexto, la empresa, fundada en 1999, busca también crecer pero de manera sustentable, poniendo el foco en el uso de materiales biodegradables o reciclables y de hamburguesas sin carne para mantener su segundo puesto entre las cadenas de comida rápida de la Argentina, precisamente detrás del holding norteamericano y por encima de Burger King y a otras marcas de similar formato.
Actualmente, Mostaza cuenta con 9.000 empleados en toda la cadena, lleva a cabo un plan de aperturas de locales año tras año y tiene una facturación anual promedio estimada por punto de venta es de u$s1.200.000.
Para este año, su plan es destinar otros u$s30 millones para nuevas aperturas que llegarán a las 100 para el 2029 más que nada de la mano del sistema de franquicias para asegurar rentabilidad, crecimiento y negocio sostenible en el tiempo.
Opciones “ambientales” de la mayor cadena de fast food local
A nivel comercial su objetivo es crecer a un mayor ritmo que sus competidores, para convertirse en la principal cadena de comidas rápidas y exportar su formato siempre acompañado con un plan de sustentabilidad para combinar los negocios y la rentabilidad de su formato con el cuidado del medio ambiente.
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En este contexto, introdujo opciones vegetarianas y veganas para satisfacer las crecientes demandas de los consumidores conscientes de la salud y el medio ambiente, además del uso de materiales biodegradables o reciclables.
La idea es fomentar el uso de embalajes y envases de este tipo en toda su cadena productiva al punto que ya logró reducir en un 42% los ítems plásticos utilizados en su operación, lo que equivale a 8.3 toneladas de plástico menos por año.
De igual forma, el 97% de los productos derivados de papel que utiliza la cadena actualmente cuentan con certificación Forest Stewardship Council (FSC), una organización no gubernamental independiente que promueve el manejo responsable, ambientalmente apropiado, socialmente beneficioso y económicamente viable de los bosques del mundo.
Otro componente de su plan son las bolsas de delivery que utiliza y que son 100% biodegradables, además de que un 40% del total de su packaging es reciclable.
Proceso de avanzada de Mostaza
A esto le suma el reciclado de aceite que lleva adelante con Ecopor, empresa dedicada a la remediación ambiental en Argentina y habilitada como recolectora de aceite de cocina usado, y operadora también autorizada a realizar la disposición final de dicho producto.
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En el caso de Mostaza, lleva adelante las modificaciones químicas a los residuos de aceite, dándoles valor, para luego exportarlos a Estados Unidos y Europa como un aceite modificado químicamente para biocombustibles de avanzada.
Lo que hace la cadena no es más que repetir estrategias globales por las cuales se entiende que el biodiésel es una alternativa al diésel convencional más ecológica, pues deriva de aceites y grasas vegetales recicladas procedentes de residuos en lugar de ser un derivado directo del petróleo.
¿Innovación en el proceso del como combustible?
Es más, ya en 1912, el ingeniero alemán Rudolf Diesel, creador del motor de combustión que lleva su nombre, había anticipado que el uso de aceites vegetales para la creación de combustibles podría adquirir gran relevancia en un futuro.
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Su anticipo aseguraba que, incluso, llegarían a convertirse en “sustitutos del petróleo y el carbón” de aquellos días más que nada teniendo en cuenta que los motores diésel pueden funcionar con combustible biodiésel sin la necesidad de modificaciones y ambos son equivalentes en eficiencia energética y ahorro.
En este sentido, en el mundo y en la Argentina, los establecimientos comerciales con cocina como los hoteles, restaurantes y cafeterías reciclan sus desechos de aceite usado recurriendo a gestores de residuos autorizados que se encargan de la recogida, transporte y envío a plantas de producción de biocombustible.
Los aceites usados, una vez en planta, se calientan para eliminar el agua que puedan contener. Después deben filtrarse para eliminar el máximo posible de restos sólidos de comida.
Ese filtrado se realiza en varias etapas. La primera consta de un tamiz vibratorio que impide el paso de los pedazos de mayor tamaño. Un segundo tamiz recoge las partículas más pequeñas. Aunque a simple vista el aceite pueda parecer limpio tras dos etapas de filtrado, puede seguir conteniendo restos microscópicos que deben eliminarse en una tercera etapa. En ella, el aceite pasa por varios filtros capaces de retener restos de tamaños inferiores a una micra.
El resultado es lo que se denomina «carga de alimentación», que puede mezclarse a su vez con grasas animales o grasas vegetales procedentes de agricultura.
Este aceite resultante se combina con metanol, conocido como alcohol de madera o alcohol metílico (CH3-OH), junto con un catalizador para que se desencadene la reacción química.
Según un documento de la firma Gestió de Aceites Vegetales, la reacción se produce a una presión y temperatura controlada, y se produce como resultado glicerina y biocombustible. La glicerina, entre otros usos, puede acabar en nuestras pastillas de jabón. Por otro lado, el biocombustible debe pasar por un control de calidad.
Reutilizar el aceite de manera industrial
En el caso de Mostaza ya recicló 77.780 litros en lo que va del año que utiliza en sus locales en todo el país para luego ser transformado en biocombustible.
Lo hace precisamente con RBA Ambiental para asegurar su correcta disposición, traslado, almacenamiento y proceso de reciclado para que luego, pueda ser reutilizado.
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Se trata de aceite usado de sus freidoras que, después de un proceso donde se realizan modificaciones químicas a los residuos y se les da valor, se transforme en biocombustible de avanzada que se utiliza en Estados Unidos y Europa.
Al respecto, Flavio Porcille, presidente de RBA Ambiental, explica que la tarea de su entidad “comienza antes de la apertura de cada local donde recolectamos el aceite usado y lo llevamos a nuestra planta industrial. Allí lo almacenamos en contenedores especiales para aplicar correcciones, con el objetivo de que sea reutilizable con destino industrial exclusivo no alimenticio ni humano ni animal”.
En este sentido, advierte que solo un litro de aceite contamina 1.000 litros de agua potable, por lo que si cada cinco habitantes recolectaran ½ litro de ACU mensual, se lograría el reciclado aproximado de 4.000.000 de litros mensuales de ACU, evitando la potencial contaminación de 4 millones de toneladas de agua limpia.
Lo que hasta ahora recolectó y recicló Mostaza equivale a evitar la contaminación de casi 78 millones litros de agua, equivalente a 19,5 piletas olímpicas aproximadamente.
A su vez, se logró la depuración de aguas residuales, reduciendo costos de mantenimiento de las redes cloacales y alcantarillado.
Desde Mostaza en tanto, agregan que en cada local de la cadena se establecen ciertos lineamientos específicos que determinan cuándo el aceite debe ser cambiado en función de métricas que se evalúan constantemente, midiendo la calidad de los diferentes tipos de aceites, incluyendo los polares, y características como el color, el olor y el punto de humo. Además, se realiza un filtrado diario para mantener el aceite en óptimas condiciones.
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Señalan que el aceite usado se almacena en contenedores especiales, los cuales una vez que se llenan, RBA Ambiental las retira para proceder con su reciclaje.
Esto se debe a que, más allá de la jurisdicción donde está ubicada cada tienda, Mostaza, como generador de aceite de cocina usado, es responsable de la correcta disposición de este residuo, por lo que se obliga a reforzar su compromiso con la economía circular y la reducción del impacto en toda su cadena.
En la actualidad, Mostaza es considerada una marca líder de comidas rápidas de la Argentina, con más de 190 sucursales ubicadas en distintos puntos del país, lo que la consolida como una de las empresas con mayor pisada en el mercado de franquicias.
Cuenta con más de 9.000 empleados en toda la cadena, número que se va incrementando conforme al plan de expansión, que viene llevando adelante a través de su renovado modelo de gestión de negocios, Mostaza All In One.