Rodolfo D’Onofrio: “Si no sacamos adelante el país, va a ser difícil invertir en políticas ambientales”
El expresidente de River revela medidas sustentables que practica en su vida y destaca a las nuevas fuentes de energía para el desarrollo del país.
Rodolfo D’Onofrio cambió la historia de River Plate con su presidencia al frente del club: durante su gestión, el “Millonario” ganó 15 título oficiales, entre los que se destaca la Copa Libertadores obtenida ante Boca Juniors en 2018.
También aporta su granito de arena para cambiar la historia del planeta: adopta nuevos hábitos para cuidar el medioambiente y propone que todos los actores sociales tomen conciencia sobre este tema.
“Lo primero que hago, y me parece muy importante, es informarme -asegura-. Cuando era joven lo ambiental no era un tema de relevancia, pero con los años tuve que aprender muchos conceptos nuevos: cambio climático, reciclaje, sustentabilidad… Ahora intento estar al día con las discusiones que se dan aquí y en el mundo, con los avances en tecnología y con los informes internacionales sobre proyecciones del cambio climático”.
D’Onofrio se manifiesta comprometido con la causa ambiental. Revela que en el último tiempo comenzó a separar la basura, un hábito que “no solo sirve para cuidar el medioambiente, sino que también le facilita el trabajo a los recuperadores urbanos, que así reciben los reciclables limpios y seguros”.
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Además, intenta no desperdiciar agua cuando se baña o se lava los dientes: “Si bien en Buenos Aires el agua no es un recurso escaso, es importante que lo usemos con responsabilidad evitando derroches”.
Economía y medioambiente
Licenciado en Economía y presidente de River durante ocho años, D’Onofrio sabe de lo que habla cuando se le pregunta respecto a la importancia que tiene para la Argentina la generación de nuevas fuentes de energía.
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Para analizarlo en detalle, pone en contexto la situación de crisis que atraviesa el país: “Argentina tiene un 40% de pobres y hace una década que nos cuesta muchísimo crecer y crear trabajo genuino. Además, hemos sufrido (y seguimos sufriendo) déficits en energía, es decir, lo que producimos no alcanza para nuestras actividades energéticas. Por lo tanto, poder tener nuevas fuentes de energía es fundamental tanto para nuestra soberanía energética como para crear miles de puestos de trabajo necesarios para bajar la pobreza”.
En el último tiempo, la negociación con el FMI ha sido el principal desafío del Gobierno nacional. El país necesita conseguir dólares para financiar su deuda con el organismo internacional y distintos acreedores privados. En este marco, para el entrevistado el desafío es mejorar la producción, pero sin descuidar el medioambiente.
“La mayoría de los dólares que genera el país están asociados a la explotación de recursos naturales como el agro, la minería y los hidrocarburos. Si bien esto genera un impacto ambiental relevante, no podemos prescindir de estos sectores, ya que sin ellos el dólar volaría por las nubes. Por lo cual, pienso que debemos trabajar en mejorar las prácticas productivas de esas actividades, por ejemplo, a través de la eficiencia energética o del uso del agua. Además, esto haría más productivas a las empresas”, explica.
Y agrega, con una mirada a largo plazo: “Necesitamos fomentar nuevos sectores con menor impacto ambiental, como la economía del conocimiento, las actividades recreativas, culturales y deportivas, las energías renovables, la electromovilidad y el ecoturismo, por ejemplo”.
Soberanía energética para combatir la pobreza
Ahora bien, respecto a la explotación offshore, que tanta polémica ha generado desde que comenzó el año por la campaña en Mar del Plata, el ex presidente de River señala: “El Mar Argentino es uno de los territorios más inexplorados del mundo. En ese sentido, explorar qué recursos energéticos tenemos es ejercer nuestra soberanía, y también es fundamental para planificar mejor nuestra estrategia energética a futuro”.
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“En cuanto al impacto ambiental offshore, creo que hay que separar dos dimensiones -explica-. Por un lado, hay una dimensión ‘local’, esto es, cuál es el impacto que podría tener el offshore cerca de donde se explore y explote; por ejemplo, en la fauna marina. Por otro lado, está la dimensión ‘global’, es decir, el impacto de los combustibles fósiles en el cambio climático a nivel global”.
Según su testimonio, en cuanto al primer aspecto, el Estado debe controlar que se cumplan los protocolos internacionales, con el objetivo que afecte lo menos posible a la fauna marina. Y respecto a lo segundo, destaca que el mundo se dirige hacia una matriz energética baja en carbono, por lo tanto es “importante” que la Argentina se sume a ese compromiso.
De todas formas, reconoce que es un proceso gradual y que, inevitablemente, seguirá habiendo demanda de hidrocarburos (particularmente gas), por lo menos “por tres décadas más”.
En conclusión, afirma que lo más sensato sería “usar el offshore durante ese lapso, y hacerlo con las mejores prácticas para minimizar los impactos locales, y también para generar miles de puestos de trabajo”.
Un panorama incierto
-¿Tiene algún referente en materia de sustentabilidad?
-No tengo uno en particular, pero me interesó mucho un libro que leí recientemente de Bill Gates sobre cómo evitar un desastre climático. Él hace un análisis detallado de la situación en la que nos encontramos, las tecnologías que tenemos y las que aún nos faltan y necesitamos desarrollar para ir hacia una economía descarbonizada. También me han hablado muy bien de la economista Mariana Mazzucato y su idea de encarar este tema como una gran misión, análoga a como fue la misión Apolo a la Luna.
-¿Siente que tiene responsabilidad de comunicar sobre temas de sustentabilidad y medioambiente?
-Creo que es importante que cada vez más personas nos tomemos en serio este problema y que lo comuniquemos con responsabilidad. Sobre todo quienes tenemos muchos seguidores y sabemos que podemos transmitir conocimientos y generar cambios en los hábitos de muchas personas y en cómo pensamos y construimos nuestro país.
-¿Cómo puede la gente empezar a cambiar pequeños hábitos?
-Tenemos mucho para hacer en términos de cambios de hábitos individuales. Desde ahorrar energía al apagar las luces cuando no las necesitamos, hasta ocuparnos de comprar los electrodomésticos más eficientes, por ejemplo. También el uso del agua y la separación de residuos. Luego, podemos tratar de usar menos el auto y optar por caminar, usar la bicicleta o el transporte público. O incluso comer menos carne. Estas últimas opciones, además, son buenas para la salud.
-¿Qué cambios debería haber para que el compromiso sea más colectivo en el mundo y en la Argentina?
-Veo dos escenarios diferentes. Por un lado, está el mundo desarrollado, del cual necesitamos un compromiso mucho mayor y urgente, dado que son los principales responsables de la crisis ambiental y climática, y también son quienes tienen los mayores recursos para llevar adelante el cambio. Por otro lado, están países como el nuestro, que aún tiene enormes deudas sociales y problemas para encontrar su camino al desarrollo económico; y tienen el desafío de compatibilizar el desarrollo y las actividades productivas, la generación de empleo y la reducción de la pobreza con la transición a la sostenibilidad.
En ese sentido, un compromiso global requiere que los países desarrollados pongan más recursos en el acompañamiento de los países con menores recursos. Y en casos como el nuestro necesitamos un compromiso mayor de todos los actores -políticos, empresarios y sociedad civil- en la discusión y puesta en práctica del desarrollo sostenible.
-¿Es posible que lo logremos en este contexto?
-En la medida en que sigamos de crisis en crisis y no saquemos adelante la situación económica y social del país, va a ser muy cuesta arriba que podamos invertir en las políticas ambientales que nuestro país necesita. Un país en crisis tiene pocos recursos y otras múltiples demandas sin satisfacer.