Urbanización y sostenibilidad: el rol de las ciudades frente a la crisis climática
Con más de la mitad de la población mundial, estas son responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero y enfrentan desafíos.
El Servicio Meteorológico Nacional emitió alertas debido a la inminente llegada de una ola de calor a Buenos Aires. Por su parte, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) informó que 2024 fue el año más caluroso registrado hasta la fecha.
En este marco, la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) advirtió en la más reciente edición de su revista Pulso Ambiental que las áreas urbanas densamente pobladas son especialmente susceptibles a los efectos del cambio climático, enfrentando fenómenos como las islas de calor y el riesgo de inundaciones.
“Alrededor del 56% de la población mundial vive en ciudades y se prevé que continuará en alza, ya que la población urbana aumentará más del doble para 2050. América Latina es la región más urbanizada del mundo en desarrollo y en la Argentina el 92% de la población vive en áreas urbanas”, indica Alejandra Ramírez Cuesta, doctora en Políticas Públicas de la Universidad de Texas, en su artículo publicado en la revista Pulso Ambiental.
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De acuerdo con ONU-Hábitat, las poblaciones urbanas son especialmente susceptibles a los efectos del cambio climático, en particular a fenómenos extremos como olas de calor, lluvias intensas e inundaciones, así como a enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue, y al deterioro de las zonas costeras debido al aumento del nivel del mar, entre otros impactos.
Urbanización y sostenibilidad: el rol de las ciudades frente a la crisis ambiental
Nahuel Pugliese, licenciado en Ciencias Ambientales, sostiene que, en Latinoamérica, “las poblaciones urbanas son particularmente afectadas, producto de un desarrollo desigual junto a una infraestructura y estructuras de gobernanza inadecuadas que limitan la capacidad de los ciudadanos y sus autoridades para diseñar políticas ambientales sólidas y adaptarse al cambio climático”. Además, agrega que, a la hora de diseñar e implementar políticas públicas orientadas a enfrentar la triple crisis planetaria (climática, de pérdida de biodiversidad y contaminación), las ciudades tienen un rol fundamental.
Por otro lado, Pugliese señala que las ciudades son responsables de aproximadamente un tercio de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, una de las principales causas del aumento de la temperatura global. Esta situación se debe a factores como las altas tasas de urbanización, la creciente demanda de energía, así como las actividades industriales y comerciales, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
La nueva edición de Pulso Ambiental incluye la participación de especialistas y miembros de organizaciones sociales y ambientales que abordan desde diversas perspectivas los problemas asociados al crecimiento poblacional en las ciudades, y proponen diferentes enfoques para el desarrollo de políticas urbanas que busquen contrarrestar la crisis ambiental actual.
Residuos y reciclaje
La alta densidad poblacional genera grandes cantidades de residuos. Sin un manejo adecuado, la basura urbana puede impactar negativamente en la salud pública, contribuir al cambio climático y alterar el uso del suelo. En este contexto, el reciclaje se presenta como una política urbana fundamental. Según datos oficiales, en Argentina se produce un promedio de 1,15 kilogramos de basura por persona cada día, lo que equivale a un total de 49.300 toneladas diarias, o alrededor de 18 millones de toneladas anuales.
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De estas 49.300 toneladas diarias, alrededor de 150 toneladas son recicladas por la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR), una organización que agrupa a cooperativas y asociaciones de recuperadores urbanos de todo el país. Alicia Montoya, miembro del equipo técnico de FACCyR, advierte sobre los riesgos que enfrenta esta actividad debido a la caída de los precios de los materiales reciclables y la reducción del apoyo estatal.
Montoya explica que el rol social y ambiental de los recuperadores urbanos es crucial: “Son responsables de la recuperación de materiales reciclables, como cartón, papel, vidrio, metales y plásticos. Esta tarea evita que estos residuos se entierren o vayan a basurales a cielo abierto”.
Contaminación del aire
Otro aspecto urbano crucial a considerar es la contaminación del aire. Antonella Risso, magíster en Derecho y Economía del Cambio Climático, detalla en su artículo que los incendios forestales, la producción de energía con combustibles fósiles y el uso de vehículos de estos mismos combustibles, son las mayores fuentes de material particulado de un tamaño de 2,5 micrones o menos (PM2.5).
En el caso de Argentina, Risso advierte que hay muy pocas estaciones de monitoreo de la calidad del aire. “La Argentina no adhiere a las directrices para monitorear la calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud, y tampoco tiene una normativa propia a nivel federal ni programas actualizados que permitan minimizar riesgos y proteger a la población, lo que hace imposible conocer en detalle la situación local”, explica.
Espacios verdes
“Los centros urbanos representan un punto clave para frenar y revertir la triple crisis ambiental actual (climática, de biodiversidad y de contaminación). Para alcanzar un futuro sostenible resulta esencial generar ciudades inclusivas, integradas, resilientes, eficientes y bajas en carbono”, sostienen desde FARN en la editorial de la revista Pulso Ambiental.
El avance sin lineamientos de la frontera urbana se da en un contexto en el cual la planificación del uso de la tierra no es debidamente respetada. ”Como consecuencia, se modifica la geomorfología original, promoviendo el ingreso de materiales de relleno, interrupción de declives naturales y alteración de la dinámica del agua”, alerta Alberto De Magistris, doctor en Ciencias Biológicas.
Además, señala que este crecimiento urbano sin control y sin planificación elimina los beneficios que los espacios verdes y azules aportan al bienestar físico y mental de las personas. “Identificar, estudiar los ecosistemas aún preservados y convertirlos en áreas naturales protegidas es la única forma de conservar los servicios ecosistémicos que brindan estos espacios, como el control de inundaciones, la reducción de las temperaturas, el suministro de agua y alimentos”, concluye.
Un ejemplo de esto es la reserva natural provincial Santa Catalina, que está declarada como área natural protegida desde 2011 por medio de la Ley 14.294, luego de una sostenida campaña ambiental comunitaria de cuatro años.
Por su parte, en la ciudad de La Plata, desde 2017 Casa Río Lab lidera el desarrollo del anillo biocultural del Gran La Plata. “La idea del anillo biocultural responde a la necesidad de mantener conectados los ecosistemas para asegurar la continuidad de los procesos ecológicos”, sostiene Alejandro Meitin, abogado y director general ejecutivo de Casa Rio Lab, en su artículo publicado en la revista Pulso Ambiental.
Meitin explica que esta iniciativa busca preservar las identidades y la biodiversidad de la región, con el objetivo de rediseñar sus 81.000 hectáreas de manera más efectiva, creativa, participativa y saludable.