Según un estudio, el termostato de la Tierra parece estar rompiéndose por el cambio climático
Científicos revelaron nuevas pistas sobre cómo esto controla el clima, lo que permitiría predecir si existen posibilidades de inducir su accionar.
El clima de la Tierra fue controlado durante miles de años a través de las rocas, las lluvias y el dióxido de carbono, tal como funciona un termostato, o a través de un proceso llamado meteorización.
En este sentido, un nuevo estudio que acaba de publicarse en la revista Science, que fue dirigido por científicos de la Universidad de Penn State, permite mejorar la comprensión de cómo responde este termostato a medida que cambian las temperaturas.
“La vida ha estado en este planeta durante miles de millones de años, por lo que sabemos que la temperatura de la Tierra se ha mantenido lo suficientemente constante como para que haya agua que permita hacer sustentable la vida”, explicó Susan Brantley, profesora de la Universidad Evan Pugh y especialista de geociencias del laboratorio Barnes en Penn State.
“La idea es que la meteorización de rocas de silicato es este termostato, pero nadie se ha puesto realmente de acuerdo sobre su sensibilidad a la temperatura”, agregó.
“Cuando se hacen experimentos en el laboratorio en lugar de tomar muestras del suelo o de un río, se obtienen valores diferentes. Entonces, lo que intentamos hacer en esta investigación es mirar a través de esas diferentes escalas espaciales y descubrir cómo podemos dar sentido a todos estos datos que los geoquímicos de todo el mundo han estado acumulando sobre la meteorización del planeta. Y este estudio es un modelo de cómo podemos hacer eso”, comentó.
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Lo que se sabe es que la meteorización representa parte de un acto de equilibrio del dióxido de carbono en la atmósfera de la Tierra. Los volcanes han emitido grandes cantidades de dióxido de carbono a lo largo de la historia del planeta, pero en lugar de convertirlo en un invernadero, los gases se eliminan lentamente a través de la intemperie.
Por otro lado, la lluvia toma el dióxido de carbono de la atmósfera y crea un ácido débil que cae a la Tierra y desgasta las rocas de silicato de la superficie. Los subproductos son transportados por arroyos y ríos al océano, donde el carbono finalmente se almacena en rocas sedimentarias.
“Durante mucho tiempo se planteó la hipótesis de que el equilibrio entre el dióxido de carbono que ingresa a la atmósfera desde los volcanes y el que es extraído por la erosión durante millones de años mantiene la temperatura del planeta relativamente constante”, afirmó Brantley.
“La clave se puede detectar cuando hay más dióxido de carbono en la atmósfera y el planeta se calienta, la meteorización es más rápida y extrae más dióxido de carbono. Y cuando el planeta está más frío, la meteorización se ralentiza”, añadió.
Sin embargo, todavía queda mucho por averiguar sobre cuán sensible es la meteorización a los cambios de temperatura. “En un perfil de suelo, lo que se ve es una imagen donde el obturador de la cámara estuvo abierto, a veces, durante un millón de años: hay procesos integrados que ocurren durante ese lapso y lo que intentamos tratar de comparar eso con un experimento de dos años”, explicó Brantley.
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La especialista dijo que el campo de la ciencia de la zona crítica, que examina los paisajes desde la vegetación más alta hasta el agua subterránea más profunda, ha ayudado a los científicos a comprender mejor las complejas interacciones que influyen en la meteorización. Por ejemplo, ahora saben que las rocas deben fracturarse para que el agua entre en las grietas y comience a descomponer los materiales. Para que eso suceda, la roca debe tener grandes superficies expuestas, y eso es menos probable que ocurra en regiones donde el suelo es más profundo. “Solo cuando comienzas a cruzar escalas espaciales y temporales, empiezas a ver lo que es realmente importante”, sostuvo Brantley.
“La superficie es realmente valiosa”, dijo la especialista, quien enumeró las ventajas que brinda el examinar desde la vegetación más alta hasta el agua subterránea más profunda para comprender mejor las interacciones que influyen en la meteorización.
“Puede medir todas las constantes de velocidad para el análisis en el laboratorio, pero hasta que no pueda indicarme cómo se forma el área de superficie en el sistema natural, nunca podrá predecir el sistema real”, agregó.
“Una idea ha sido mejorar la meteorización desenterrando muchas rocas, moliéndolas, transportándolas y colocándolas en los campos para permitir que se produzca la meteorización. Y eso ya está funcionando. Pero se trata de un proceso muy lento”, explicó.
Por último, si bien el calentamiento puede acelerar la meteorización, sacar todo el dióxido de la atmósfera podría llevar miles de años, aclararon los especialistas.