Paraná en alerta: la contaminación pone en jaque a los “riñones” del planeta
Efluentes cloacales, químicos industriales e incendios presionan la capacidad de depuración natural de la cuenca.
El sistema de humedales de la cuenca del río Paraná es uno de los filtros naturales más valiosos de Sudamérica. De sus aguas dependen cerca de 30 millones de personas en Brasil, Paraguay y Argentina. Estos ecosistemas funcionan como verdaderos “riñones” de la naturaleza, depurando de manera silenciosa y gratuita los contaminantes generados por la actividad humana.
Su capacidad, sin embargo, no es infinita: protegerlos resulta mucho más eficiente y económico que intentar restaurarlos una vez degradados.
Según Jezabel Primost, doctora en Ciencias Exactas y autora del trabajo Riñones del planeta. Humedales: los depuradores naturales del agua, en los paisajes del Paraná “ocurren procesos poco valorados que mejoran la vida humana, como la depuración natural del agua”. Para ella, “estos ecosistemas son filtros vivos, máquinas naturales que procesan sustancias de forma continua, gratuita y perfecta. Para lograrlo, deben mantenerse en buen estado”.
El Paraná integra la segunda cuenca más grande de Sudamérica: la Cuenca del Plata, con 3,2 millones de kilómetros cuadrados. Cada día recibe efluentes cloacales sin tratamiento, desechos químicos industriales, hidrocarburos, plásticos, microplásticos e incluso las cenizas de los incendios en las islas, que pasan del aire al agua.
“El Paraná, con un caudal promedio de 16 mil metros cúbicos por segundo, tiene un gran potencial de dilución, y los humedales suman procesos físico-químicos que ayudan a depurar contaminantes. Pero ese potencial no es ilimitado y, en algunas cuencas asociadas, los niveles de polución ya son alarmantes”, advirtió Nadia Boscarol, bióloga y coordinadora de Fundación Humedales/Wetlands International.
Pulmones y riñones del planeta
Así como los bosques funcionan como los pulmones de la Tierra, los humedales cumplen el rol de sus riñones: procesan sustancias de forma continua, retienen nutrientes en exceso y eliminan contaminantes. Pero, para hacerlo, necesitan estar en buen estado.
“Conservar la conectividad entre el río y sus humedales asociados es fundamental para la salud de los ecosistemas y de las personas”, destacó Gastón Fulquet, coordinador regional del programa Corredor Azul de Fundación Humedales/Wetlands International.
El impacto de la contaminación ya es evidente. Una investigación reciente del científico del CONICET Rafael Lajmanovich detectó en el arroyo Las Conchas -afluente entrerriano del Paraná- la concentración más alta de glifosato registrada en sedimentos de América del Sur, producto de la escorrentía agrícola.
A esto se suma la proliferación de algas verde esmeralda con cianobacterias, neurotóxicas y peligrosas para la salud, favorecidas por períodos de bajante, altas temperaturas y exceso de materia orgánica.
La advertencia de Lajmanovich fue publicada en una revista científica y replicada por medios como El Litoral. Según Boscarol, la depuración natural que brindan los humedales reduce de forma significativa los costos y el esfuerzo de los procesos artificiales de potabilización. “El costo de la depuración artificial es proporcional a la calidad del agua que ingresa a la planta; los humedales ayudan a que esos costos sean menores”, explicó.
Desde Fundación Humedales/Wetlands International promueven la protección de estos ecosistemas como estrategia clave contra la contaminación. “Es una herramienta con base científica y lenguaje accesible que invita a reflexionar sobre el papel fundamental que cumplen los humedales en nuestra vida”, concluyó Boscarol.