El packaging a base de algas que reemplaza el telgopor: el invento que buscan las grandes marcas
Estos envases buscan reducir el impacto ambiental y promueven una economía más circular y sustentable. Los detalles.
Cada vez hay más emprendimientos argentinos que buscan alternativas ecológicas al telgopor, uno de los materiales más contaminantes y difíciles de reciclar. Entre las nuevas soluciones aparecen opciones biodegradables elaboradas con algas, hongos y pulpa reciclada, que prometen transformar la industria del embalaje.

Estos envases a base de algas se posicionan como una de las tendencias que prometen: son compostables, no generan microplásticos y pueden desintegrarse en cuestión de semanas sin dejar residuos tóxicos.
En Argentina, si bien el desarrollo aún está en fase experimental, varias startups y empresas ya trabajan para reemplazar los envases tradicionales por versiones más amigables con el ambiente.
Innovación local de packaging sustentable
Una de las pioneras es Fungipor, un emprendimiento salteño liderado por la bióloga Ayelén Malgraf, que utiliza micelio de hongos y residuos agrícolas para fabricar materiales que pueden sustituir al telgopor. El resultado es un producto aislante, ignífugo, resistente y totalmente compostable. “Nuestra meta es ofrecer una alternativa local, sustentable y competitiva frente a un material que hoy se desecha masivamente y tarda siglos en degradarse”, explican desde la empresa.

Otra experiencia destacada es la de Pulpak, con sede en Tierra del Fuego, que fabrica embalajes ecológicos a partir de pulpa de cartón reciclado. Sus productos se utilizan en la protección de televisores, electrodomésticos y componentes electrónicos, demostrando que la transición hacia envases sostenibles también puede darse en el sector industrial.
En tanto, la firma Plasti-Cont, con base en Buenos Aires, impulsa investigaciones sobre bioplásticos derivados de algas. Aunque aún no hay producción a gran escala, sus ensayos apuntan a incorporar este tipo de biomateriales en la fabricación de envases flexibles y rígidos.
El reemplazo del telgopor no solo tiene beneficios ambientales. También podría impulsar nuevas cadenas productivas locales, aprovechar subproductos agroindustriales y generar empleo verde. Sin embargo, el desafío está en escalar la producción y reducir costos, dos de las principales barreras para su masificación.















