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Opinión: desigualdades agudizadas en ciudades emergentes en época de pandemia

Por Emmanuel García, co-coordinador de Ciudades Sostenibles en el Centro GEO, de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.

La Ciudad es el Locus, relación singular y, sin embargo, universal que existe entre cierta situación local y las construcciones que están en aquel lugar donde, como especie, nos convertimos en ciudadanos y hacedores activos del lugar donde vivimos. 

En la actualidad, el 55% de la población mundial vive en ciudades; tendencia que será creciente según estudios del BID y el Banco Mundial. Esto pone a los Gobiernos locales ante un reto en torno a las ciudades y responder con políticas públicas integradoras.

¿Porque la pandemia Agudiza las desigualdades?

Ahora bien, este llamado a los gobiernos se potencia en el contexto pandémico porque la situación de la crisis sanitaria agudizó los problemas de desigualdades que ya se manifestaban, producto de un sistema de desarrollo con foco en el crecimiento económico y no en el desarrollo Sustentable.

Esta situación se manifiesta principalmente en el medioambiente, esta crisis, incrementa la vulnerabilidad de la región latinoamericana frente a los eventos extremos (CEPAL, 2017). Tanto las ciudades como las zonas rurales son afectadas por estos procesos de deterioro debido a la existencia de múltiples interdependencias entre los sistemas ecológicos y socioeconómicos, siendo las poblaciones de bajos recursos y las zonas urbanas más pobres, las más afectadas a raíz del escaso desarrollo local en términos relativos (Naciones Unidas-Hábitat, s.f.).

Este marco, no solo las predicciones de aumento de la población en las ciudades y los problemas que conlleva, sino que sumado al surgimiento de la pandemia por Covid-19, ponen a los gobiernos a tomar medidas para paliar una nueva crisis. Por lo tanto, esto genera ciertos cuestionamientos en torno a nuestro desarrollo cotidiano en las ciudades, profundizando, aún más, todas las desigualdades que el sistema genera en términos territoriales, sociales y económicos.

Si asumimos entonces que como consecuencia de los modelos de desarrollo territorial, responden a parámetros exógenos y globales, son las que signan nuestras ciudades nos devuelven como resultado una fragmentación física y social, que expresan en modelos espaciales mutuamente excluyentes.

¿Por qué se deben llevar a cabo esas líneas de trabajo?

Por todo lo expuesto anteriormente, el crecimiento de las ciudades se caracteriza por ser horizontal y no vertical, dando lugar a grandes extensiones de suelo mal aprovechados, con predominancia de asentamientos informales en sectores de riesgo ambiental, dando lugar a un desarrollo territorial segmentado maximizando la segregación social y funcional. Y a esto sumamos que este modelo de crecimiento afecta de manera directa a las áreas verdes, tanto en el interior de las ciudades como en las periferias, factor aportante a la crisis ambiental. 

Si a esta situación añadimos que los fragmentos más privilegiados por el sistema económico están conectados al mundo, física y digitalmente, en contrapartida los otros fragmentos permanecen aislados en su propio fragmento físico y social (Schiavo, 2014).   

En este marco la gestión urbana y su eficacia en el territorio tiene una incidencia directa en la vida de sus ciudadanos, las zonas más favorecidas solo son accesibles a las familias con más recursos y los sectores más vulnerables están forzadas a localizarse allí donde precios y alquileres son más económicos, como manifiesto social de lo mencionado anteriormente en los modelos territoriales, segregaciones socio espaciales, al que las crisis de modelos de desarrollo económico ambiental, se potencian con el contexto de pandemia. Esta segregación trae consigo consecuencias complejas de abordar, por su multidimensionalidad, para los sectores más desfavorecidos.

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Patrones de uso de suelo, inversiones en infraestructura, equipamientos y generación de hábitat, donde el espacio público y los espacios verdes juegan un rol preponderante en para frenar la propagación del virus, pero, si en los sectores marginales no están cubiertas las necesidades de servicios básicos, ¿podemos pensar en un espacio público que cumpla su función de ser la plataforma de encuentro, cuando no se encuentran garantizados los servicios públicos básicos para la totalidad de los ciudadanos? 

Como lo estiman organismos como el BID las ciudades seguirán con la dinámica de crecimiento, convirtiéndose en el sistema más complejo para la convivencia humana, y es por esto que deben ser las plataformas que garanticen las viabilidades ambientales, económicas y sociales, apoyados por un esquema de gestión urbana que priorice la vida de sus ciudadanos, donde habita una persona, tipo de vivienda, donde trabaja, y de qué modo accede a los servicios públicos básicos de salud y educación.

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Para abordar la problemática que esto manifiesta, la Organización de las Naciones Unidas, genera una Agenda de trabajo común para las naciones, impulsando un Desarrollo Sostenible, que se transforma en una herramienta fundamental y es en el ODS 11 de esta agenda,  donde se manifiestan “Ciudades Sostenibles” y que tiene como propósito,  generar ciudades inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles.

Si ponemos en contexto y consideramos que las ciudades generan el 80% del PBI según el Banco Mundial, la pregunta clave es ¿qué porcentaje se invierte en mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos?. Adicionalmente,  si pensamos que en las ciudades habitan las fuerzas laborales que son parte de la generación del desarrollo económico de la ciudad, ¿cuáles son las líneas de trabajo propuestas que contribuyan al mejoramiento de las condiciones de vida de sus ciudadanos?

Como conclusión… 

Desde GEO, consideramos a la “sustentabilidad” como solución a este conflicto de desigualdad. La actual crisis nos deja líneas claras de trabajo en distintas escalas. Las ciudades deben pensarse para las personas que la habitan,  y también debe funcionar por y para ellas, “ciudades para la gente”.

A su vez, si entendemos el rol y la preponderancia de las ciudades en el desarrollo económico, y para esto es necesario repensar el modo en que los gobiernos locales abordan las problemáticas territoriales.

Entonces, la pregunta que nos hacemos es: ¿Podemos seguir gestionando ciudades únicamente desde los gobiernos en todos sus niveles? Es momento que la gestión de la ciudades se entiendan de manera integral, y que todos los actores que inciden de manera directa e indirecta en ella sean visibilizados, trabajándose de manera coordinada la planificación integral con bases fundadas en nuevos acuerdos sociales, económicos y ambientales que puedan responder a las demandas de desigualdad socio/territorial, expuestas por la pandemia. 

Adicionalmente, esta coyuntura debe ubicar y responsabilizar a los organismos de gobierno en todos sus niveles, iniciando esa responsabilidad en Organismos globales, en el desarrollo de ejes trabajo y el asentamiento de normativas claras e institucionalidad, que comprometan a los gobiernos en todos sus niveles y se responsabilicen hacer valer los compromisos asumidos y de la provisión de recursos internacionales para se puedan plasmar las políticas públicas referidas a la ciudad. Además, como un punto clave sumar a las organizaciones de la sociedad civil, Instituciones Académicas y demás actores de la ciudad, para que, en un trabajo coordinado, puedan generar mecanismos de control y transparencia los de compromisos asumidos por los gobiernos. 

Fecha de publicación: 23/11, 5:05 pm