Las 7 claves del plan de descarbonización que impulsa la industria
El sector reclama estabilidad macroeconómica; certidumbre; previsibilidad; modernización en infraestructura y sistemas de transporte multimodal para alcanzar las metas de sustentabilidad.
Con la aprobación del Acuerdo de París en 2015, la Argentina y todos los países firmantes del documento se comprometieron a cooperar para asegurar que el crecimiento de la temperatura global promedio se limite a 2 °C por encima de los niveles preindustriales, siendo el objetivo final que no se incremente por encima de 1,5°C al año 2050.
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A nivel mundial, el 72% de las emisiones totales de CO2 son generadas por 10 países (China, EEUU, India, Rusia, Japón, Irán, Alemania, Corea del Sur, Arabia Saudita e Indonesia), mientras que la Argentina con una emisión de 188.738kt, genera un aporte de tan solo 0,52% del total global.
En este marco, la Unión Industrial Argentina (UIA) elaboró un documento llamado “Sustentabilidad Productiva y Economía de Bajo Carbono: aportes para el diseño de una estrategia a largo plazo”.
El informe resume la visión empresaria para una efectiva transición energética hacia una economía baja en carbono como parte de la estrategia para el cumplimiento del compromiso al 2030 de no exceder los 358,8 MtCO2e de emisiones y las ambiciones a 2050 de la Argentina.
El paper sostiene que si se conjugan apropiadas estrategias y esfuerzos para superar problemas macroeconómicos de costo argentino, inflación, entre otras variables, la industria y su cadena de valor pueden responder al compromiso, el desafío y la obligación planteada a nivel global con respecto al cuidado del medioambiente.
Estas premisas son alcanzables si se tiene como una de las prioridades la necesidad de avanzar en la sustentabilidad productiva con las mejores condiciones posibles, de manera que puedan evitarse consecuencias negativas sobre el ambiente y el cambio climático.
La UIA también entiende que cumplir con compromisos comunes pero diferenciados del Acuerdo de París, solo se puede lograr con consensos público-privados y entendiendo que la clave es resolver el Trilema de las 3E (Energía, Economía y Ecología) “que resulta diferente para cada país y cuya solución virtuosa consiste en lograr el justo equilibrio de las mismas”.
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En este sentido, la entidad industrial que preside Daniel Funes de Rioja considera que toda estrategia de descarbonización de largo plazo requiere, en primer lugar, de condiciones de estabilidad macroeconómica; certidumbre; previsibilidad; modernización en infraestructura y sistemas de transporte multimodal en todo el territorio nacional.
A esto le agrega una adecuación de las condiciones de trabajo, de la normativa y de las cuestiones impositivas “para una necesaria sustentabilidad productiva que se base en la transición justa, en modos de producción y consumo que se presentan como disruptivos desde la esfera tecnológica y desde el conocimiento”.
Inversión sin precedentes
Pero fundamentalmente, para la UIA este cambio, que requiere niveles de inversión sin precedentes, necesita de un acompañamiento con nuevas fuentes de financiamiento y políticas de promoción y fomento que permitan construir condiciones del llamado “Desarrollo Productivo Verde”.
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El objetivo obliga a hacer un uso racional y eficiente de los recursos energéticos que dispone el país, buscando la combinación que permita abastecer a la sociedad con precios que sean pagables, y a la industria en particular, con energía a precios competitivos.
En este contexto, el documento de la UIA hace referencia a la transición energética como una oportunidad de reactivación económica y de generación de empleo “que permitirá la modernización tecnológica y la adecuación de la economía ante posibles medidas que impongan los países, como el Mecanismo de Ajuste de Frontera de Carbono propuesta por la Unión Europea”.
Para poder llevarla a cabo esta iniciativa, la UIA propone desarrollar un plan energético que sea considerado como política de estado, consensuada y sostenida en el largo plazo a partir de una serie de ejes “relevantes”.
- 1. Contribución de la industria hacia la descarbonización: las iniciativas se orientan a la economía circular en industrias; promoción de energías renovables; mejora de la eficiencia energética en establecimientos; fortalecimiento del sector ante eventos climáticos; reducción de sustancias que agotan la capa de ozono y destinos turísticos sostenibles.
- 2. Seguridad Energética Sostenible y Resiliente: se deben planificar escenarios de demanda de mediano y largo plazo para garantizar las estrategias de oferta de energéticos (GN, Biomasa, energías renovables) de manera de generar redes sostenibles y resilientes, asegurando la competitividad del suministro. Se recomienda buscar un escenario posible en el que se pueda alcanzar una matriz eléctrica tal que permita un suministro sustentable, en cantidad, calidad, seguridad y con costos competitivos que favorezcan el desarrollo industrial.
- 3. Eficiencia Energética y Competitividad: lograr competitividad es la clave para una transición rápida. Regímenes de promoción a la Eficiencia Energética y la Innovación Tecnológica deben ser priorizados bajo el entendimiento de que la energía más limpia y barata es la que se necesita.
- 4. Capacidades e I+D+i: la incorporación de tecnologías de la Industria 4.0 contribuye a disminuir el gasto de energía en los procesos productivos, reducir costos y mejorar la productividad, generando un escenario propicio del sector para la economía verde. Por tal motivo desde la UIA se trabaja fuertemente en la agenda 4.0 desde 2017. A su vez, se recomienda dirigir los esfuerzos públicos y privados a la investigación, el desarrollo y la innovación de tecnologías que permitan la reducción de emisiones de GEI y acciones que promuevan la expansión, mantenimiento y restauración de reservas de carbono, con el fin de contar con los medios necesarios para responder a los desafíos actuales y fortalecer la competitividad de los sectores productivos a largo plazo.
- 5. Inclusión social y empleo / Transición Justa: es necesario que haya coherencia de las políticas y disposiciones institucionales con miras a una transición justa para todos, así como políticas de diálogo social y tripartismo, políticas macroeconómicas y de crecimiento, políticas industriales y sectoriales, políticas relativas a las empresas, políticas de desarrollo de competencias, entre otras.
- 6. Movilización del financiamiento climático: para poder llevar adelante una estrategia de descarbonización de largo plazo en Argentina, la industria requerirá en términos de financiamiento público un paquete integral que comprometa recursos en sintonía como se hizo en otros países (como por ejemplo la Unión Europea asignando un 4% del PBI), que incluya inversiones directas, cofinanciamiento y garantías y coberturas específicas. Un monto que alcanzaría los u$s518.000millones que implica una inversión durante 35 años o u$s14.800 millones por año, lo que representa un 3,25% del PBI.
- 7. Adaptación: será necesario financiación para la adaptación y establecer planes nacionales a largo plazo. Acelerar las obras de infraestructura resiliente al cambio climático para garantizar continuidad operativa del sistema industrial nacional, es decir el acceso a materias primas mediante vías de transporte de bajo carbono; acceso a la conectividad en todo el territorio nacional; actualización y mejoras en estaciones meteorológicas de monitoreo.