La telemedicina que se usará en la Luna y en Marte se prueba en la Antártida argentina
Este proyecto es llevado a cabo por la Agencia Espacial Europea en condiciones similares de aislamiento para misiones de largo alcance.
El espacio es uno de los entornos más inhóspitos para la vida, una realidad bien conocida por los científicos e ingenieros que impulsan los vuelos tripulados más allá de la Tierra.
En este desafiante entorno, los problemas médicos durante una misión espacial plantean desafíos significativos. Mientras que un astronauta con una emergencia médica en la Estación Espacial Internacional (ISS) puede ser evacuado a la superficie terrestre en cuestión de horas, el escenario cambia drásticamente en la Luna, donde la evacuación tomaría entre 5 y 7 días, y aún más en Marte, donde se requerirían al menos 7 meses. Las misiones tripuladas al espacio profundo son altamente complejas y demandantes. La distancia entre la órbita baja terrestre de 400 kilómetros, donde se encuentra la ISS, y la superficie lunar a 400.000 kilómetros, así como la distancia a Marte, situado a 400 millones de kilómetros de nuestra esfera azul, subrayan la magnitud de los desafíos.
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Por ello, es crucial mantener un monitoreo constante de la salud de la tripulación para garantizar el éxito de la misión espacial. Aprovechando la amplia experiencia de diversas agencias espaciales, se busca profundizar en el conocimiento de la biología humana en el contexto del espacio, con la mira puesta en futuras misiones exploratorias a la Luna y a Marte.
La Agencia Espacial Europea (ESA) estuvo desarrollando un proyecto de telemedicina monitoreada a distancia durante varios años. La Antártida argentina ha sido elegida como el laboratorio de pruebas para simular situaciones de emergencia que podrían enfrentar los futuros astronautas.
Dada la sólida cooperación entre Europa y Argentina, con casi tres décadas de colaboración, una delegación de la ESA visitó el país esta semana para reunirse con autoridades gubernamentales y de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) en el Planetario de la Ciudad de Buenos Aires, Galileo Galilei. Durante esta visita, el medio argentino Infobae tuvo la oportunidad de presenciar una charla informativa y hablar con algunos de los protagonistas involucrados en los experimentos antárticos, que imaginan cómo los astronautas podrían beneficiarse de este trabajo experimental.
Víctor Demaría-Pesce, especializado en neurología y medicina aeronáutica en el Instituto Nacional de Medicina Aeroespacial (Inmae) de la Fuerza Aérea, explicó en diálogo con Infobae la importancia de desarrollar sistemas médicos para alertar tanto a los astronautas como a los centros de control en tierra sobre problemas de salud durante misiones espaciales. Este sistema, llamado Tempus Pro, fue probado en la Antártida durante varios años y fue presentado en el Planetario durante la charla magistral del Dr. Demaría-Pesce, quien emigró a Europa hace 45 años para profundizar en sus estudios de medicina espacial en el Inserm, un instituto similar al Conicet en Francia.
“Elegimos la Antártida, porque es un lugar que reúne una serie de condiciones similares a lo que pasa en el espacio, es decir, la alteración del ciclo de luz y oscuridad, el confinamiento y el aislamiento. La amplia planicie blanca donde se pierde la noción del lugar y las distancias. Entonces, nosotros elegimos la Antártida con el nombre de análogo espacial. Es decir, es una situación similar al espacio entre el trabajo que hacemos en colaboración con la dotación de hombres que vive allí. Llevamos el aparato de origen inglés en 2019 para ser probado en el continente blanco, específicamente en dos bases antárticas argentinas”, contó el experto médico Demaría-Pesce.
El dispositivo Tempus Pro fue probado en dos bases antárticas argentinas, “Belgrano II” y “Carlini”, y debido a su practicidad y facilidad de uso, será utilizado para más estudios científicos a cargo de la ESA e instituciones argentinas. De hecho hay un segundo aparato que permanecerá en Buenos Aires para seguir estudiando
Los tripulantes en las bases argentinas fueron y están siendo todavía monitoreados de forma remota para evaluar su régimen de ejercicio, sus órganos y cualquier aparición de enfermedades autoinmunes o alergias que puedan surgir durante su estancia en entornos remotos y estresantes.
La estación Belgrano II se encuentra a menos de 1.300 km del Polo Sur, con temperaturas que pueden descender por debajo de los –35°C. Aislado y construido sobre afloramientos rocosos, se utiliza a menudo para estudios, ya que vivir allí tiene similitudes con vivir o trabajar en la Luna o Marte. La estación Carlini, ubicada en la isla Rey Jorge, está menos aislada y permitirá a los investigadores comparar resultados con estos entornos diferentes, pero ambos muy extremos.
La ESA está capacitando con este trabajo a expertos argentinos de la Dirección Nacional de ADN Antártico y del Instituto Antártico Argentino, así como a expertos de la Pontificia Universidad Católica de Argentina y al personal médico que permanece en Belgrano II.