La Estación Espacial Internacional detectó ondas atmosféricas inéditas tras el paso del huracán Helene
La NASA confirmó que estas ondas podrían afectar la estabilidad de satélites y sistemas de comunicación.
La Estación Espacial Internacional (ISS) detectó patrones atmosféricos inusuales a 88 kilómetros sobre la superficie de la Tierra, coincidiendo con el paso del huracán Helene por la costa de Florida en septiembre de 2024. Este fenómeno, invisible desde el suelo, fue captado por el instrumento especializado Atmospheric Wave Experiment (AWE), diseñado para estudiar las interacciones entre el clima terrestre y las capas superiores de la atmósfera.
La mesosfera, una capa atmosférica con temperaturas extremadamente bajas de hasta -101°C, parece estar alejada de las actividades en la superficie de la Tierra. Sin embargo, la observación del AWE durante el paso del huracán Helene reveló una conexión directa entre los intensos vientos, lluvias y tormentas eléctricas de los huracanes y las ondas atmosféricas que se propagan hasta estas altitudes extremas.
La Estación Espacial Internacional detectó ondas atmosféricas inéditas
El fenómeno fue descrito por Michael Taylor, investigador de la NASA, como una serie de “ondas” que parecían extenderse desde la costa de Florida hacia el oeste, más allá de la zona principal afectada por el huracán. “Este descubrimiento ofrece una nueva dimensión para comprender cómo las tormentas impactan incluso las capas delgadas de aire a grandes alturas”, afirmó Taylor.
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El AWE, instalado en el exterior de la Estación Espacial en 2023, está diseñado para detectar un tenue resplandor emitido por los gases a gran altitud, conocido como «brillo atmosférico». En esta ocasión, sus sensores registraron patrones que se asemejan a “ondas de agua” o “ondulaciones”, un efecto directo de la energía liberada por el huracán.
El huracán Helene azotó la costa de Florida a finales de septiembre de 2024, trayendo lluvias torrenciales y vientos intensos. Mientras causaba estragos en tierra, la energía generada por la tormenta parece haberse propagado hacia las capas superiores de la atmósfera.
Aunque este fenómeno había sido poco estudiado, los científicos sugieren que las ondas detectadas son ondas atmosféricas de gravedad, un tipo de perturbación que ocurre cuando la atmósfera intenta restablecer el equilibrio después de eventos extremos como huracanes o terremotos.
Cabe aclarar que estas ondas no son las mismas que las ondas gravitacionales predichas por la teoría de Einstein, sino perturbaciones específicas del aire originadas por el clima terrestre. Estos movimientos afectan la densidad y la composición del aire en la mesosfera, lo que podría alterar las condiciones que rodean a los satélites en órbita baja.
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Aunque las capas superiores de la atmósfera puedan parecer distantes y de poca relevancia para la vida cotidiana, este descubrimiento tiene implicaciones directas para la tecnología actual. La NASA advirtió que los cambios en la densidad del aire a gran altitud podrían generar resistencia adicional a los satélites en órbita, lo que representa un riesgo operativo.
Incluso pequeñas variaciones en las condiciones atmosféricas pueden afectar satélites de comunicaciones, sistemas de navegación GPS y dispositivos meteorológicos. “Es crucial entender cómo estas ondas impactan la estabilidad de los satélites, ya que incluso alteraciones mínimas en la atmósfera pueden generar resistencia inesperada que provoque desvíos en las órbitas”, explicaron los expertos consultados por el portal Earth.com.
Gracias a los datos recopilados por el AWE, los ingenieros ahora pueden prever cómo fenómenos meteorológicos extremos podrían influir en las operaciones satelitales. Además, este tipo de investigaciones puede ser clave para desarrollar estrategias que permitan diseñar satélites más resistentes a estas condiciones impredecibles.
El descubrimiento de las ondas atmosféricas asociadas al huracán Helene fue posible gracias al uso combinado del AWE y del sistema de telescopios Advanced Mesospheric Temperature Mapper (AMTM), un equipo ultrasensible capaz de registrar cambios mínimos en la mesosfera a través de señales infrarrojas. Este instrumento, también instalado en la ISS, permite identificar patrones que generalmente no se detectan con los equipos meteorológicos en la Tierra.
La NASA destacó que, a pesar de las temperaturas extremas en la mesosfera, el AMTM es capaz de captar con claridad la actividad infrarroja de las ondas, lo que brinda a los investigadores una mejor comprensión de cómo los eventos en la superficie afectan a estas capas superiores.
El impacto de los descubrimientos del AWE y el AMTM trasciende el ámbito científico. Según la NASA, los datos recopilados pueden ayudar a mitigar problemas en las telecomunicaciones, prever posibles interrupciones en los sistemas de navegación y proteger a los satélites de riesgos inesperados. También abren la puerta a nuevas líneas de investigación sobre cómo las capas superiores de la atmósfera interactúan con el clima en la superficie.
La detección de estas ondas durante el huracán Helene es solo el inicio. El AWE continuará monitorizando la mesosfera durante futuras tormentas y otros eventos meteorológicos extremos, permitiendo a los científicos construir una base de datos más robusta sobre cómo las condiciones en la Tierra afectan el espacio cercano. “Este hallazgo es un recordatorio de que vivimos en un sistema interconectado, donde los fenómenos más fuertes en la superficie pueden generar repercusiones incluso en lugares que no solemos considerar”, concluyó Taylor.