Fuerte caída de las inversiones para cumplir con el desarrollo sostenible
Desde una perspectiva global, los recursos destinados a la recuperación en Argentina y el resto de América Latina no ayudan al desarrollo sostenible.
“Muy pocos países de la región han destinado parte de la inversión en recuperación a sectores o actividades que permitan reducir la huella ambiental o proteger la naturaleza”, advierte un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
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Para el organismo de las Naciones Unidas creado para contribuir al desarrollo económico y social sustentable de los países de la región, Brasil, Chile, Colombia, Panamá y Jamaica son países donde el gasto dirigido a la recuperación económica incluyó un componente de sostenibilidad, aunque en proporciones muy bajas del PBI.
Según la visión del ente con sede en Chile, el diagnóstico se hizo evidente en el 2020 en el ínfimo peso de la inversión verde respecto del total del gasto anunciado (0,4%) y del gasto específico destinado a la reactivación (2,3%).
Pese a ello, la CEPAL entiende que los estímulos para la reactivación económica post pandemia podrían ser una oportunidad para impulsar las inversiones en los sectores favorables a economías bajas en carbono y pro-Agenda 2030, especialmente en los servicios públicos urbanos y los servicios ambientales, necesarios para asegurar la sanidad pública.
En este sentido, la CEPAL asegura que algunas inversiones transformadoras realizadas en la región durante la pandemia, pero que probablemente se habían programado con anterioridad, que aportan a una recuperación verde se dirigieron a sectores como las energías renovables en Brasil, Chile y Colombia, y estuvieron destinadas a parques eólicos y energía solar entre otras modalidades de energías limpias.
Como ejemplos se cita el desarrollo de infraestructura para el transporte sostenible, como el subte en Panamá y la electromovilidad en Chile; a la agricultura sostenible y resiliente al clima en Dominica y Jamaica, a la eficiencia energética y al turismo sostenible, entre otros fines.
Pero para el organismo de la ONU, la mayor parte de las inversiones se han destinado a sectores tradicionales y no están alineadas con un estilo de desarrollo sostenible, como ha sido el desarrollo de infraestructura para las energías sobre la base de combustibles fósiles y el transporte convencional.
Esto profundiza la brecha entre las declaraciones favorables a la acción climática y el destino real de los recursos.
Qué pasa en Argentina
En este sentido, el documento señala que los anuncios de gasto en la Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y el Perú suman u$s278.000 millones, incluidos u$s47.000 millones destinados a la recuperación de largo plazo y de los cuales, u$s1.500 millones corresponden a iniciativas que se consideran verdes en estos países.
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Es decir, menos del 0,5% del monto total de los paquetes de medidas anunciados corresponde a iniciativas de recuperación coherentes con las metas ambientales y climáticas.
La CEPAL señala que el año pasado, Argentina, Brasil, Colombia y México comprometieron u$s10.000 millones de en apoyo a proyectos energéticos pero advierte que un 59% de esos recursos corresponde a iniciativas dirigidas a los combustibles fósiles, principalmente a apoyos sin condiciones ambientales.
“Así, los paquetes de medidas de recuperación se mantienen en una senda insostenible y no fomentan el cambio estructural, lo cual pone en evidencia la incoherencia entre, por una parte, los Objetivos de la Agenda 2030 y del Acuerdo de París y las declaraciones en su apoyo y, por otra parte, los objetivos que realmente tienen los programas de gasto e inversión”, acusa el documento.
Para el organismo, Argentina y los otros tres países comprometieron montos considerables de recursos fiscales para apoyar energías fósiles mediante el fomento de la inversión en la exploración y la extracción de petróleo; la exploración, el desarrollo y la producción de gas; la construcción de infraestructura para los combustibles fósiles o el apoyo a sectores intensivos en energía fósil, como el transporte aéreo.
En tanto que los compromisos de recursos dirigidos a energías limpias correspondieron principalmente al desarrollo de renovables.
Pero en el informe se sostiene que se trata de un problema global ya que en el resto del mundo el desempeño en cuanto a la dirección de la inversión tampoco es el adecuado.
Por caso, los países del Grupo de los 206 destinaron el 45% de sus recursos para la recuperación a las energías fósiles y solo el 7% a proyectos de energías renovables, lo que retrasa la transición a las energías limpias en términos globales y dificulta la tarea de adaptación en América Latina y el Caribe.
En los paquetes de medidas de recuperación aplicados en la región se asumió que la estructura económica era la adecuada o se omitieron en su formulación consideraciones que fueran más allá de la reactivación del consumo, con su consiguiente impacto en el empleo.
Es decir, para la CEPAL “se dejó de lado cualquier intento significativo de usar los paquetes de medidas de recuperación como una estrategia de desarrollo sostenible ya que el gasto adicional extraordinario ante la crisis priorizó el sistema de salud, el consumo de los hogares y los apoyos a empresas, sin condicionalidades”.
El organismo anticipa que si no se producen cambios en la oferta y el consumo, las presiones ambientales y la insostenibilidad seguirán su trayectoria previa a la pandemia, teniendo en cuenta también que la orientación de los apoyos fiscales reforzó el patrón de consumo imperante, en lugar de mejorarlo.
“América Latina y el Caribe debería aprovechar esta oportunidad para que la regulación, el aumento del gasto, la inversión pública y las compras públicas, así como las inversiones privadas que contribuyen a la reactivación económica se focalicen en los sectores dinamizadores identificados en CEPAL”, reclama el informe.
En este sentido se recuerdan los sectores de este tipo:
- Las energías renovables no convencionales, que son más baratas por megavatio (MW), dan un mayor impulso al PIB, son más intensivas en empleo y tienen una menor huella ambiental.
- La restauración y mejora de servicios urbanos como el transporte público, mediante vehículos con tecnologías limpias de alta capacidad para contrarrestar la creciente tasa de motorización; los servicios básicos de agua y saneamiento, que tienen un importante efecto multiplicador sobre el PBI y el empleo.
- La economía circular, que también reduce la huella ambiental y genera altos niveles de empleo.
- La restauración ambiental mediante programas emergentes de empleo para la venta de servicios ambientales y la bioeconomía y las soluciones basadas en la naturaleza.
- La economía digital.
- El turismo sostenible.
- La industria manufacturera de la salud.
- La economía del cuidado.
Casillero vacío
Estos sectores comparten el hecho de tener un alto efecto multiplicador sobre el PBI y la creación de empleo y son concordantes con los compromisos y las metas climáticas y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
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Sin embargo, la CEPAL entiende que los países cuyas inversiones en reactivación se dirige a sectores favorables al medio ambiente han anunciado un gasto bajo como proporción del PBI y los que anunciaron inversiones crecientes están enfocados en sectores con mayor huella ambiental, lo cual genera un casillero vacío que representa la ausencia de un alto nivel de inversión verde en la recuperación como proporción del PBI.
Para mantener un crecimiento del 4% una vez que desaparezcan los efectos de los paquetes de medidas de estímulo, la CEPAL pide aumentar gradualmente los niveles de inversión como proporción del 17,6% actual al 28,0% en el 2030, lo que implica un aumento de un punto porcentual del PBI por año.
Esta inversión, señala el informe, debe transformar la estructura productiva, dirigiéndose hacia los sectores mencionados para que, de forma simultánea, impulsen el crecimiento de la economía, generen empleos decentes, aumenten el contenido nacional de la producción y reduzcan la huella ambiental de la economía.
Por eso también se asegura que frente a las contradicciones existentes entre la política seguida y la declarada, cobra más importancia su conciliación mediante el enfoque que la CEPAL ha denominado el “gran impulso para la sostenibilidad”.
Se trata de, por ejemplo, generar un escenario de política fiscal coherente para financiar una transición hacia economías más bajas en carbono y mejor adaptadas.
Qué propone CEPAL
“Es necesario orientar los rendimientos de la inversión, palanca del cambio estructural, en la dirección correcta mediante los instrumentos de política pública —fiscalidad, política financiera, política tecnológica y política regulatoria— para aumentar las rentabilidades relativas en favor de los sectores dinamizadores”, reclama el informe elaborado por la CEPAL.
El organismo también entiende que la coordinación regional podría contribuir a la creación de consensos, regulaciones y espacios de diálogo entre países a través de reuniones sectoriales en las que participen e interactúen los ministerios clave para la recuperación transformadora, de las áreas de finanzas, planificación, energía, agricultura, transporte, medio ambiente, vivienda y urbanismo.
De este modo considera que se puedan aprovechar las oportunidades y ventajas de la política pública y la acción climática, para apoyar una recuperación económica compatible con un estilo de desarrollo más bajo en emisiones de carbono.
Sin embargo advierte que no se trata de una tarea menor “desarticular argumentos y presiones mediante los cuales, aduciendo razones de urgencia, se desvía la recuperación de una dirección sostenible en el largo plazo o se buscan prebendas en el marco de la recesión”.
Agrega que “una transición hacia una economía resiliente y baja en carbono dependerá de un fomento selectivo que privilegie los sectores estratégicos o prioritarios para la sostenibilidad en los planes de financiamiento y los préstamos de los gobiernos nacionales para la recuperación”.