Esto es lo que frena a los CEO del mundo para avanzar con la transición energética
Si bien un reciente informe de KPMG asegura que la transición crece día a día hay algo clave que impide lidiar con este proceso. Qué es.
Al hablar sobre transición energética, siempre se asegura de que se trata de un proceso de cambio en los modelos de producción, distribución y consumo de energía, con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar el cambio climático.
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Se dice además que se busca que el sistema energético se base en energías renovables y otras formas de reducción de emisiones para que el modelo sea más sustentable y socialmente más incluyente y que disminuya otros impactos ambientales del sector energético, como la generación de residuos y la pérdida de biodiversidad.
Pero como la Argentina, cada país tiene una matriz energética deseable única, por lo que este proceso de transición es diferente.
En el caso local, algunos ejemplos que se toman a la hora de analizar el modelo local son la incorporación de electricidad y gas natural en los años 60, en reemplazo del carbón y el kerosene; la aparición de energía hidráulica y nuclear a partir de los años 70 y el crecimiento de las energías renovables en los últimos 10 años, especialmente de las eólica y solar.
Inversión creciente en transición energética
Datos que suman a la hora de la clasificación de la Argentina por parte del Foro Económico Mundial en función de su preparación para la transición energética a través del índice ETI.
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En este sentido, un reciente informe de la consultora KPMG sobre inversiones en esta hoja de ruta asegura que la transición se acelera día a día, pero advierte sobre los riesgos regulatorios que siguen siendo el principal obstáculo para el crecimiento de este proceso.
De acuerdo a los resultados de la encuesta, el 75% de los inversores siguen participando en proyectos de combustibles fósiles y reconocen el papel que desempeñan para garantizar la seguridad energética a medida que continúa la transición.
En este aspecto, Asia Oriental es la región más atractiva para futuras inversiones en transición energética mientras que la eficiencia energética y las energías renovables constituyen las inversiones más atractivas en los próximos dos años.
De acuerdo al reporte de KPMG, para el cual fueron entrevistados 1.400 altos ejecutivos de todo el mundo, el 72% de estos participantes afirmó que cree que este tipo de inversión está creciendo considerablemente y que lo seguirá haciendo en los próximos años.
“Los resultados demuestran que son altos los niveles de confianza en las operaciones de transición energética y la búsqueda de inversiones en tecnologías y proyectos de energía limpia, a pesar de un largo periodo de volatilidad geopolítica y tasas de interés elevadas”, destaca el informe.
Millonario desembolso para la eficiencia energética
Cuando se les preguntó específicamente en qué planean invertir, los encuestados señalaron la eficiencia energética, incluida la electrificación, como la más atractiva en los próximos dos años (36 %), seguida de la energía renovable y baja en carbono (34 %).
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Los porcentajes reflejan las conclusiones del informe World Energy Investment 2024 de la Agencia Internacional de Energía (IEA), y revelan que de la inversión global en energía estimada en u$s3.000 millones para este año, u$s2.000 millones se destinarán a tecnología e infraestructura de energía limpia, casi el doble de la inversión en combustibles fósiles.
Al respecto, Diego Calvetti, líder de Energía y Recursos Naturales de KPMG Argentina, señala que “a medida que las regulaciones y los marcos legales actúen como aceleradores del cambio, veremos un flujo cada vez más relevante de inversión en procesos de descarbonización y reducciones de CO2”.
Sin embargo, agregó que se trata de “un camino largo en el que continuaremos recurriendo a los combustibles fósiles para apalancar el crecimiento de los renovables y proveernos de energía, pero el mandato de energías limpias es claro”.
Latinoamérica, lejos del dinero
En el informe también se le pidió a los encuestados que nombraran una o dos regiones que serían las más atractivas para la inversión en transición energética de su organización en los próximos 24 meses.
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El 43% eligió a Asia Oriental, seguida de Norteamérica con un 39% y luego Europa con un 35%, lo cual aleja las posibilidades de países de América latina, como la Argentina, de estar en el mapa de estos nuevos proyectos.
Y si bien la encuesta resalta el aumento de la confianza en la transición, el temor es que la inversión continuada pueda ralentizarse debido a riesgos políticos o regulatorios teniendo en cuenta que el 40% de los ejecutivos consultados identificó estos riesgos como el principal obstáculo para la inversión, seguidos por la volatilidad del mercado (36 %).
En este sentido, Mike Hayes, director de Descarbonización y Naturaleza y responsable Global de Energías Renovables de KPMG International, dijo no tener dudas de que las medidas políticas y regulatorias “están dando forma a la transición energética, y funcionan como grandes impulsores y obstáculos”.
Para el ejecutivo, “está claro que, sin un marco regulatorio sólido, se corre el riesgo de frenar el avance de esta transformación crítica”.
Asociarse para crecer
Por eso agrega que el camino a seguir requiere políticas estables, transparentes y coherentes, como subsidios a las energías renovables, fijación de precios del carbono y mandatos de energía limpia.
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“Estos marcos no solo respaldan el cambio, sino que lo aceleran, abren las puertas a una inversión sostenida y a un rápido crecimiento de las energías limpias y las infraestructuras”, destaca.
Pero a pesar de esta preocupación por el riesgo regulatorio, los resultados del informe también demuestran que la opinión colectiva es que la inversión crecerá si aumentan las asociaciones. Una mayoría abrumadora de encuestados (94 %) dice que tiene previsto dar prioridad a la búsqueda de socios y a la adopción de enfoques de colaboración para compartir riesgos, recursos y conocimientos.
Se sostiene también que los inversores están mitigando el riesgo a través de la diversidad en la inversión, y que los combustibles fósiles siguen desempeñando un papel clave en una transición ordenada.
Es más, solo una cuarta parte (25%) de los encuestados afirmó no estar realizando nuevas inversiones en combustibles fósiles.
Combustibles “fundamentales”
Pero, a pesar del rápido crecimiento de las energías renovables, todas las previsiones confiables estiman que los combustibles fósiles ocuparán un rol cada vez menor, aunque de vital importancia en la combinación energética durante las próximas dos décadas.
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Para los autores del reporte de KPMG, “los últimos años demostraron que estos combustibles – especialmente el gas natural- siguen siendo fundamentales para la seguridad energética, y que se necesitan más inversiones para satisfacer la demanda energética a medida que avanza la transición”.
Como reflejo del impulso para invertir en un conjunto amplio y diverso de oportunidades, el 64 % lo hizo en los últimos dos años en tecnologías de eficiencia energética, incluida la electrificación.
El 56% invirtió en energías renovables y bajas en carbono; el 54 % en almacenamiento de energía e infraestructuras de red y el 51% en transporte e infraestructuras relacionadas.
De acuerdo a las conclusiones del informe, “los resultados ponen de manifiesto las diversas oportunidades para los inversores ya que cada área de interés implica muchos sistemas y tecnologías distintas”.
El documento también advierte que mientras que los proyectos individuales en energías renovables, almacenamiento o redes, suelen acaparar los titulares por su alto valor en dólares o su capacidad en gigavatios, las inversiones en eficiencia energética suelen ser menos visibles y abarcan muchas inversiones y optimizaciones más pequeñas.
Sin embargo, se estima que al duplicarse el avance de la eficiencia energética se podrían bajar los costos energéticos en un tercio y aportar el 50% de las reducciones globales de CO2 para 2030. En este sentido, Elizabeth Ming, directora de Sostenibilidad Global para Private Equity de KPMG International, nota un mayor entendimiento de la magnitud de la transición energética y de la necesidad de invertir en infraestructura de capital intensivo “que puede ayudarnos a descarbonizar y a realizar la transición de las fuentes de energía”.
Para la ejecutiva, se necesita una transición por etapas que genere el cambio necesario y que a la vez se mantenga la rentabilidad para empresas e inversores.