El cambio climático, lejos de la agenda de preocupaciones de los CEOs argentinos
Los ejecutivos en una organización no parecen todavía tomar plena conciencia de los riesgos que plantea el daño ambiental a sus planes de negocios.
Ya casi nadie discute que la sustentabilidad y el cambio climático forman parte de las estrategias de negocios de las empresas, ya que se trata de herramientas fundamentales para gestionar riesgos, identificar nuevas oportunidades y mejorar el posicionamiento.
Ambas premisas se integran cada vez más en la planificación estratégica de las compañías a la par de las urgencias para sostener la reputación de una marca; la estabilidad de la cadena de valor, y la búsqueda de una mayor eficiencia.
Ocurre que romper el vínculo entre emisiones y crecimiento económico (desacoplamiento) es esencial para evitar los peores impactos del cambio climático. Por eso, los hombres de negocios saben que este tópico y la escasez de recursos transformarán su negocio.
Atrás quedaron los tiempos en los que la Responsabilidad Social Corporativa solía marcar la agenda de las corporaciones. La sustentabilidad se está convirtiendo en la lente a través de la cual una organización es juzgada por sus consumidores, sus trabajadores, su comunidad e incluso sus inversores.
Sin embargo, los ejecutivos con mayores cargos en una organización no parecen todavía tomar plena conciencia de los riesgos que plantea el cambio climático y el daño ambiental como riesgos estratégicos de las empresas, tanto locales como multinacionales.
Ni siquiera luego de las lecciones que está dejando el combate contra la pandemia del Covid-19 como aceleradora de la transformación y amplificadora de fuerzas disruptivas.
Problema regional
A nivel local y regional, menos del 30% de las empresas ha desarrollado un análisis de riesgo asociado al cambio climático, a pesar de que casi la mitad ha experimentado alguna consecuencia durante los últimos años (por ejemplo: cambios en los patrones de las precipitaciones o aumento de la temperatura promedio).
Tampoco abundan los planes para reducir las emisiones de carbono o sistemas para la medición de emisión de gases de efecto invernadero.
Y si bien el tema del cambio climático ha adquirido más relevancia, el análisis estratégico de los riesgos relacionados es todavía incipiente.
En este sentido, una reciente encuesta da cuenta del poco interés que el tema despierta entre los CEOs de las empresas argentinas y del resto del mundo. Se trata de la 24ª Encuesta Global Anual de Directores Ejecutivos organizada por PwC entre más de 5500 hombres de negocios de varios países, incluido la Argentina, durante enero y febrero pasados.
Si bien la mayoría de estos ejecutivos son optimistas sobre un regreso económico global, exhiben preocupaciones por la trayectoria de la pandemia, la incertidumbre de las políticas fiscales y regulatorias y también por el cambio climático.
Según el estudio, las modificaciones que viene sufriendo el medio ambiente no son mayormente tenidas en cuenta por los empresarios al punto que se advierte que hasta ahora la acción corporativa va por detrás de los objetivos de descarbonización exigidos por el Gobierno.
De hecho, el informe advierte que “mucho más sorprendente que el aumento de las pandemias como un cohete en las listas de amenazas de los directores ejecutivos fue el modesto aumento del cambio climático como una prioridad”.
Ocurre que el año pasado, el 24% de los directores ejecutivos seleccionaron el cambio climático como una preocupación extrema mientras que este año fue seleccionado por un 30%. Si bien, el salto es importante, para los analistas de PwC en el contexto de la creciente ansiedad sobre casi todas las amenazas, representa solo un aumento marginal.
Es más, otro 27% de los directores ejecutivos informan que “no están preocupados en absoluto’ o ‘no están muy preocupados”. Y otro 60% aún no lo ha incluido en sus actividades estratégicas de gestión de riesgos.
Caso local
En el caso de la Argentina, los resultados muestran una correlación moderadamente negativa entre la exposición a los peligros naturales y la preparación de las empresas para los riesgos relacionados con el clima.
“Las compañías de los países con mayor exposición, que generalmente se encuentran entre los mayores contribuyentes a las emisiones de CO2 , tienen menos probabilidades de haber incorporado el cambio climático en su enfoque general de gestión de riesgos”, argumenta el estudio.
Dicho en otras palabras, las empresas de los países con mayor exposición a peligros naturales se encuentran entre las menos preparadas para el riesgo del cambio climático. Por eso, el imperativo de la descarbonización es particularmente desafiante para ciertas industrias y regiones.
A nivel global se requiere una descarbonización rápida y sostenida de alrededor del 6,3% cada año. Y mientras que los gobiernos todavía hablan de 2°C, la tendencia actual nos alerta sobre un fin de siglo con un aumento en la temperatura global de al menos 3°C, con la amenaza de un significativo incremento en los costos del agua y los alimentos.
A modo de ejemplo, en el informe de PwC se incluye el ejemplo de SHV Holdings, una de las empresas familiares más grandes de los Países Bajos. Su director ejecjtivo, Jeroen Drost, asegura que la firma se encuentra “enfocada en los combustibles biológicos y renovables, y nuestro objetivo es suministrar energía de origen 100% renovable para 2040″.
El ejecutivo agrega sin embargo que “por el momento, eso simplemente no es posible”, a pesar de que la actuación de la compañía llega a 58 países y tiene participaciones en transporte y petróleo. “Es una ilusión pensar que el mundo podría prescindir del petróleo y el gas “, agrega.
Por su parte Obi Ozor, fundador de Kobo360, una startup de logística con sede en Nigeria, señala que “en este país, los camiones todavía pasan hasta seis días haciendo fila antes de ingresar a un puerto.
Ahora, con las barcazas, básicamente reduces ese tiempo a dos días. De modo que estamos empezando a reducir las emisiones, pero sería mejor si las carreteras a los puertos no estuvieran congestionadas o propensas a la extorsión”.
Ambos casos muestran que, a pesar de los progresos alcanzados en algunos países, el nivel de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero por unidad de PBI que se necesita para limitar el aumento de la temperatura media mundial hacia fin de siglo continúa sin poder cumplirse.