Descubren sitios arqueológicos inéditos en la Cordillera durante un relevamiento del CONICET
Investigadores identificaron y documentaron decenas de sitios arqueológicos en Mendoza durante los trabajos de relevamiento del Sendero de Gran Recorrido de los Andes.
Investigadores del CONICET realizaron un relevamiento arqueológico en distintas áreas de la Cordillera de los Andes con el objetivo de identificar, documentar y proteger sitios de alto valor patrimonial que se encuentran en el trazado del futuro Sendero de Gran Recorrido de los Andes, un ambicioso proyecto turístico impulsado por el Ente Mendoza Turismo (Emetur).

En esta primera etapa del trabajo, que continuará en 2026, se identificaron decenas de sitios inéditos y se elaboraron recomendaciones clave para su conservación.
Cómo es el sendero de los Andes
El sendero, que busca unir los extremos norte y sur de Mendoza a lo largo de más de 500 kilómetros, integra paisajes naturales, historia y patrimonio cultural, y cuenta con la participación de organismos públicos y privados. La travesía fue planificada por el grupo de andinistas “Los libertadores” y reunió a guardaparques provinciales, andinistas, clubes de montaña y personal del Ejército, mientras que la incorporación del CONICET permitió sumar una perspectiva científica a las decisiones vinculadas al desarrollo turístico en territorios sensibles.
La campaña científica se articuló a través de dos Unidades Ejecutoras del organismo. El Instituto de Evolución, Ecología Histórica y Ambiente (IDEVEA, CONICET-UTN) trabajó en el tramo sur, desde la laguna del Diamante hacia el sur provincial, mientras que el Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas (ICB, CONICET-UNCUYO) relevó los sectores del sendero hacia el norte, hasta Punta de Vacas, en el límite con Chile.

En el tramo sur, el equipo del IDEVEA registró once sitios arqueológicos a lo largo de un recorrido de unos 200 kilómetros. Las tareas incluyeron la georreferenciación y caracterización de cada sitio, lo que permitirá reconstruir aspectos vinculados con las tecnologías utilizadas, las redes de intercambio y la movilidad de los grupos humanos que habitaron la cordillera. “Algunos de los sitios hallados son de gran relevancia, dado que se conoce muy poco acerca de la forma de vida de los grupos humanos en ambientes por encima de los 2.200 metros sobre el nivel del mar”, señaló Nuria Sugrañes, investigadora del CONICET en el IDEVEA.
Cuando los sitios coinciden con el trazado del sendero, los investigadores recomiendan modificar el recorrido para evitar su afectación. En otros casos, se evalúa su incorporación como atractivo turístico bajo planes de manejo específicos. “El trabajo implica seleccionar algunos de ellos para que puedan ser mostrados al público complementando el interés paisajístico del sendero con el arqueológico”, explicó Sugrañes.
En el tramo norte, las campañas del ICB permitieron identificar decenas de sitios y áreas arqueológicas, así como diversas intervenciones humanas en el paisaje de alta montaña. “El reconocimiento de nuevos espacios de ocupación y tránsito por la cordillera aporta conocimiento sobre la prehistoria regional y la construcción del paisaje en tiempos prehistóricos, a la vez que enriquece el valor cultural del sendero”, afirmó María Sol Zárate, becaria postdoctoral del CONICET.
Entre los hallazgos se registraron campamentos antiguos, mojones, aleros acondicionados, estructuras de origen incaico y construcciones históricas vinculadas al Ejército. Uno de los sectores más relevantes es la caldera del Diamante, donde se identificaron evidencias de ocupación de hasta 2.600 años de antigüedad y más de cuarenta estructuras asociadas al Tawantinsuyu, incluido un ushnu o plataforma ceremonial.
Gran desafío científico
“El relevamiento arqueológico del sendero representó un gran desafío, ya que la demarcación se realizó en simultáneo con la investigación científica. Aun así, se pudo realizar un diagnóstico inicial del potencial patrimonial del sendero y planificar acciones de gestión, conservación y divulgación”, detalló Alejandra Gasco, investigadora del CONICET en el ICB.

Desde el Ente Mendoza Turismo destacaron el valor del trabajo conjunto con el sistema científico. “El CONICET cuenta con una mirada objetiva y metódica y el reconocimiento tanto de la institución como de sus profesionales, lo que aporta un valor agregado fundamental en la elaboración de un producto turístico o en la puesta en valor de un atractivo”, sostuvo la presidenta del organismo, Gabriela Testa. Además, remarcó que el IDEVEA y el ICB continúan trabajando en los estudios necesarios para la manifestación de impacto ambiental que permitirá la apertura turística del sendero.
La información generada por los investigadores permitió elaborar informes sobre el potencial arqueológico del recorrido, posibles riesgos de conservación y recomendaciones de gestión. Con la segunda etapa del proyecto, prevista para los próximos años, se espera profundizar los estudios y consolidar un modelo de desarrollo turístico que articule ciencia, conservación y puesta en valor del patrimonio cultural de la cordillera mendocina.















