Científicos chinos desarrollaron un protector solar biodegradable y que se posiciona como una alternativa sustentable
Se trata de un ejemplo concreto de cómo la biotecnología vegetal puede integrarse en la acción climática, reemplazando ingredientes sintéticos.
Los protectores solares convencionales, incluso los llamados “minerales”, suelen contener dióxido de titanio u óxido de zinc. Estos compuestos, aunque efectivos contra los rayos UV, se disuelven en el agua y afectan a los ecosistemas marinos, acelerando el blanqueamiento de los corales, una de las amenazas más graves para la biodiversidad oceánica.
Crearon un protector solar que es biodegradable
Para enfrentar este problema, científicos de la Universidad Tecnológica de Nanyang (Singapur) y la Universidad Nacional de Seúl (Corea del Sur) desarrollaron un protector solar innovador que reemplaza los minerales por polen de camelia. La propuesta protege la piel y, al mismo tiempo, resulta inocua para la vida marina.
El proceso utiliza polen de camelia, un recurso abundante, no alergénico y de bajo costo. Los investigadores eliminan el contenido interno de los granos sin emplear químicos agresivos ni altas temperaturas, preservando su estructura externa de esporopolenina, un biopolímero natural muy resistente.
Con este material se produce un microgel transparente, del grosor de un cabello humano, que aplicado sobre la piel actúa como filtro solar con un nivel de protección similar a un SPF 30, bloqueando cerca del 97% de la radiación ultravioleta. Además, ayuda a refrescar la piel, reduciendo hasta 5 °C la temperatura cutánea durante al menos 20 minutos.
Respetuoso con los arrecifes y la biodiversidad
Uno de los hallazgos más relevantes es su inocuidad ambiental: tras 60 días de exposición en condiciones acuáticas, el microgel no provocó daños en los corales. En comparación, especies expuestas a protectores comerciales mostraron blanqueamiento severo en menos de una semana. Esto convierte a la innovación en una opción clave para destinos turísticos, áreas naturales protegidas y regiones costeras donde se busca preservar activamente los arrecifes.
Aunque aún está en fase experimental, la tecnología abre el camino hacia cosméticos biodegradables y seguros para distintos usos, como cremas hidratantes, mascarillas faciales o protectores solares infantiles. Países como Hawái, Palaos y Aruba ya prohibieron filtros solares dañinos, lo que crea un escenario favorable para esta alternativa sustentable.
Más allá de proteger los océanos, el desarrollo aprovecha subproductos agrícolas, alineándose con los principios de la economía circular. Se trata de un ejemplo concreto de cómo la biotecnología vegetal puede integrarse en la acción climática, reemplazando ingredientes sintéticos por materiales naturales, renovables y biodegradables, con beneficios tanto para la salud humana como para el planeta.