Científicos argentinos advierten sobre los daños que podría causar la basura espacial alrededor de la Tierra
En un reciente documento, se detalla que, desde el inicio de la carrera espacial (1957), ya se pusieron en órbita 15.760 satélites.
Un reciente informe de la Agencia Espacial Europea (ESA) precisó que hay 10.900 toneladas de chatarra espacial sobrevolando a más de 500 kilómetros sobre la Tierra. Ante este panorama, un grupo de expertos argentinos proponen acciones como “aprobar una legislación internacional” para regular la actividad y mejorar la sustentabilidad de la industria.
En el documento, la ESA detalla que, desde el inicio de la carrera espacial -en 1957, cuando se lanzó el satélite ruso Sputnik-, ya se pusieron en órbita 15.760 satélites. De ese total, la mitad continúa funcionando y la otra parte se habría convertido en chatarra.
La mayoría de estos residuos hoy sigue orbitando, con riesgo de impactar contra otros objetos operativos o, en algunos casos, caer en la Tierra, en medio del océano o en una zona poblada.
Por este tema, las principales agencias del mundo, como la NASA, de Estados Unidos, y la ESA, de Europa, junto con organizaciones no gubernamentales como la ONU y empresas privadas, impulsan acciones que van desde la implementación de leyes internacionales para regular la actividad, hasta el desarrollo de misiones sustentables.
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La Argentina acompaña estas iniciativas desde la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), que representa al país ante la Comisión sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos (COPUOS), de las Naciones Unidas (ONU).
Accidentes espaciales
No obstante la problemática tuvo un crecimiento exponencial a partir de 2007, cuando China disparó un misil desde la Tierra para romper en pedazos un satélite propio, a unos 860 kilómetros de altura, con el propósito de demostrar su poder bélico.
Dos años después se produjo el primer choque accidental, a 776 km de altitud, entre dos satélites, uno de comunicación estadounidense, de una empresa privada, el Iridium-33, y otro militar ruso, Cosmos 2251, fuera de servicio.
Ambos eventos produjeron una enorme cantidad de basura que aún continúa orbitando y amenazando a otras misiones. A las altas velocidades a las que giran (27.000 kilómetros por hora), incluso los fragmentos más pequeños tienen un alto poder destructivo.
“Los desechos representan hoy el mayor porcentaje de los objetos que orbitan la Tierra y los estudios de su proliferación indican que, de no existir planes de acción para subsanar la situación, el efecto de las colisiones en cascada transformará el ambiente espacial en un lugar inhabitable para cualquier misión”, advierte Cecilia Valenti, de la Universidad Nacional de La Matanza, quien diseñó un software que mide el riesgo por colisión con desechos espaciales.
Marcelo Colazo, doctor en astronomía y gerente de Vinculación Tecnológica de la Conae, indica que “además del crecimiento de la basura espacial, en los últimos años aumentó la cantidad de satélites operativos, de agencias espaciales pero sobre todo del sector privado, con mega constelaciones”, como Starlink, que ya supera los 3 mil satélites.
“Hace décadas empezamos a usar un recurso que parecía infinito, pero que ya no lo es. Si queremos desarrollar una actividad sustentable en el espacio, tenemos que encarar este tema con responsabilidad”, finaliza Colazo.
Solución espacial
Con este panorama y la mirada puesta en el futuro, la ingeniera sostiene que se están proponiendo diferentes iniciativas innovadoras. La primera de ellas apunta a modificar la estructura de los satélites, para que se puedan arreglar en el espacio, cambiando piezas averiadas para extender su vida y evitar que se conviertan en chatarra.
Otros proyectos se vinculan con el diseño de misiones que viajen hasta el espacio para recolectar los desechos, reingresarlos a la Tierra y reciclarlos, mientras que la tercera iniciativa consiste en equipar a los satélites con ganchos, que permitan remolcarlos y reingresarlos a la superficie terrestre.