Así vive bajo tierra la población de una ciudad australiana debido al cambio climático
La mayoría de los habitantes de la localidad minera residen en construcciones subterráneas para protegerse de temperaturas superiores a 50 grados.
En un contexto donde las olas de calor empiezan a ser la nueva normalidad y no una sorpresa, en una ciudad de Australia cerca del 60% de la población se refugia de las temperaturas bajo tierra.
Julio de este año marcó un nuevo récord y se convirtió en el mes más caluroso registrado en la Tierra. En ese sentido, los expertos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) ya advirtieron que es muy probable que las olas de calor continúen en el hemisferio norte.
“Esta es la nueva normalidad y no es una sorpresa”, dijo Álvaro Silva, experto en clima de la OMM en una conferencia de prensa la semana pasada.
Frente a este escenario cada vez más cálido plagado de eventos climáticos extremos, en Coober Pedy, una ciudad minera en el sur de Australia, cerca del 60% de la población se refugia de las altas temperaturas en construcciones bajo tierra.
En esas tierras se encuentran las minas de ópalos más grandes del mundo y casi dos tercios de sus 3000 habitantes viven de tareas vinculadas a la actividad minera.
Durante los veranos con picos abrasadores de 50°C y en inviernos de 2°C, estas excavaciones mantienen una temperatura constante de entre 19°C y 24°C.
Sin este refugio rocoso natural, el aire acondicionado durante el verano o la calefacción en invierno serían muy costosos para casi toda la población de la ciudad.
Sobre la superficie, las altas temperaturas del verano pueden hacer que los pájaros caigan del cielo y que los dispositivos electrónicos se sobrecalienten.
En cambio, bajo tierra, muchos residentes edificaron residencias bastante lujosas, con salas de estar amplias y hasta piscinas. Las casas deben estar al menos a 2,5 metros por debajo de la superficie para evitar que el techo se derrumbe, sin embargo, los derrumbes ocurren ocasionalmente.
Mientras que algunos deciden vivir bajo suelo, otros se resisten a hacerlo. “No pertenecemos allí, ni biológicamente ni fisiológicamente. Nuestros cuerpos simplemente no están diseñados para la vida subterránea”, dice el investigador Will Hunt, autor del libro Underground: A Human History of the Worlds Beneath Our Feet (Bajo tierra: una historia humana del mundos bajo nuestros pies) a Live Science.
Pese a la protección frente a climas extremos, vivir bajo tierra presenta desafíos. Las construcciones subterráneas generalmente requieren materiales más pesados y costosos que puedan resistir las presiones del subsuelo.
Las temperaturas subterráneas también están afectadas por lo que sucede en la superficie. Por ejemplo, un estudio reciente de la Universidad de Northwestern en Chicago encontró que las temperaturas en el subsuelo urbano han aumentado desde la década de 1950 debido al calor.