Argentina prepara “madera amigable” para exportar a Europa
A partir de una medida restrictiva, el sector maderero entiende que habrá una oportunidad de crecer con productos para la transición hacia cadenas de suministros bajas en carbono.
El bloque europeo avanza cada vez más hacia una orientación estratégica en lo que hace a su dinámica comercial, energética y de inversiones. En un mundo que se mueve hacia cadenas de suministros más resilientes y estratégicas, la Unión Europea no se queda atrás y, en el marco del cambio climático, pone en marcha políticas de mitigación y adaptación para el calentamiento global que incluyen a la industria de la madera.
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El llamado Pacto Verde Europeo, en busca de la neutralidad del carbono de Europa para 2050, va en este sentido con una serie de nuevas normas como, por ejemplo, la promulgación de la regulación 2023/1115, con la cual busca que una serie de productos importados no provengan de zonas deforestadas.
Esta medida, afecta directamente a la Argentina que viene exportando al bloque productos que derivan del ganado bovino y de la soja.
Pero la normativa también incluye al cacao, el café, el aceite de palma, el caucho y la madera, y algunos de sus productos derivados.
La medida, conocida como EUDR entrará en vigencia el 31 de diciembre de este año, cuando cualquier importador del bloque debe confirmar que los productos que ingresan al mercado europeo e incluidos en la norma están libres de deforestación al 31 de diciembre de 2020.
Todo lote que haya sido o sea deforestado del 2021 en adelante no podrá ser utilizado para agricultura o ganadería en el caso que la materia prima o sus productos tengan por destino a la Unión Europea.
Oportunidad única para exportar a Europa
En el caso de la madera, expertos locales aseguran que la decisión de los países del Primer Mundo podría ser “una buena noticia” y una oportunidad para incrementar negocios con el bloque.
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Por lo menos así surge de analizar un informe elaborado por la Asociación Forestal Argentina (AFoA) en el cual se destaca que la Argentina “tiene una oportunidad única para venderle al mundo productos de base madera que son amigables para cualquier acción climática o de consumo responsable”.
En el documento se resalta que “el país tiene oportunidad de crecer en industrias de base forestal con productos que la Unión Europea demanda para la transición hacia cadenas de suministros bajas en carbono, como es el uso de la madera para la construcción, los bioplásticos, los textiles, los papeles y embalajes, la bioenergía entre otros”.
Para facilitarlo, se aconseja reconocer que la madera proveniente de plantaciones forestales y especialmente, aquella certificada, es libre de deforestación, característica que debería ser incorporada en la implementación del EUDR.
De acuerdo al reporte, el país puede, no solo abastecer a los clientes europeos con madera libre de deforestación sino con madera certificada con los más altos estándares de manejo forestal sostenible.
Sector maderero, en crecimiento
Con esta premisa, el pasado 30 de julio hubo una reunión en el Palacio San Martín, sede de la Cancillería de Argentina, en la cual se abordó la temática junto a funcionarios de la Delegación de Unión Europea en Argentina.
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El objetivo del encuentro fue iniciar un canal de diálogo sobre la implementación de la reglamentación para cadenas libres de Deforestación (EUDR 2023/2015).
La posición del bloque maderero local tuvo en cuenta el contexto con expectativas que indican que la demanda de productos de base madera crecerá en u$s210.000 millones para el 2035.
El dato forma parte de una investigación de la consultora AFRY y obliga al sector a cumplir con los requisitos más exigentes en los mercados globales por entender que se trata de una oportunidad de inversiones y crecimiento para el país.
“La madera es considerada como una de las principales soluciones basadas en la naturaleza esencial para la transición de productos de origen fósiles no renovables a alternativas renovables con bajas emisiones de carbono”, destaca el reporte de la organización local que también se pregunta “¿de dónde vendrá la madera sostenible necesaria para el crecimiento de los productos bajos en carbono?”.
Cuidar el bosque nativo
En ese sentido, Claudia Peirano, directora ejecutiva de AFoA, brindó en el encuentro en Cancillería una presentación sobre la posición del sector con respecto a la aplicación del EUDR.
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En su exposición calificó de “fundamental” el reconocimiento de la importancia que tienen los bosques en la acción contra el cambio climático, en la conservación de la biodiversidad y en un futuro global sostenible.
De igual modo hizo mención a la necesidad de “extremar las medidas requeridas para la conservación, restauración y uso sostenible del bosque nativo”.
En especial si se tiene en cuenta que en Argentina, los árboles crecen en los bosques nativos, pero también se plantan en bosques cultivados. Además, las virtudes de mitigación de cambio climático y la conservación de la biodiversidad se presentan en las plantaciones forestales cuando éstas son manejadas desde una mirada de triple impacto (ambiental, social y económica).
“Como prueba de esto, desde hace ya muchos años que tanto el Gobierno como los productores forestales están realizando importantes esfuerzos en ese sentido”, agregó la experta.
Peirano aseguró que el mensaje del sector local para los importadores de Europa es que la madera y productos de madera provenientes de plantaciones forestales de Argentina tienen un riesgo muy bajo en el cumplimiento del EUDR.
“En el caso de madera certificada por gestión sostenible y con cadena de custodia por sellos reconocidos internacionalmente (como es el caso de FSC y PEFC) el riesgo es nulo” detalló.
La implicancia legal de la madera
Por eso, la industria de la madera local aspira a que se reconozcan las diferencias entre un recurso natural, como es el bosque nativo, de una producción más, como son las plantaciones forestales.
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También, que se admita el valor diferencial que le da a los productos de la cadena de la madera la certificación por gestión sostenible con sellos internacionales y auditorías anuales de tercera parte y su trazabilidad, “lo cual redundará en beneficio de los objetivos de sustentabilidad de la UE” completó.
En el encuentro también se analizaron las implicancias legales de la nueva medida europea y se aseguró que la Argentina cuenta con marcos que regulan la actividad forestal y la conservación del bosque nativo.
En ese sentido, Peirano indicó que “los bosques nativos se encuentran regulados bajo la Ley 26.331 desde el año 2007, mediante la cual se obliga a las provincias a hacer un ordenamiento ambiental de los mismos”.
De hecho, los gobernadores ya han reconocido en el ordenamiento de sus bosques nativos más de 50 millones de hectáreas clasificándolas en rojo, que se trata de bosques de alto nivel de conservación; en amarillos en los que se puede realizar uso sostenible y verdes a los que permiten el cambio de uso de suelo.
Por otro lado, Argentina tiene 1.267.000 hectáreas de plantaciones forestales, ubicadas en un 80% en la zona de Mesopotamia, que es una de las zonas de más alta productividad para pino y eucalipto del mundo.
¿Riesgo nulo en la exportación?
Teniendo en cuenta esos datos, Peirano agregó que dicho patrimonio forestal se ha plantado en los últimos 24 años bajo la Ley 25080 y entiende que dichas plantaciones deben ajustarse al ordenamiento de bosques nativos, por lo que no se autoriza que se realicen en zonas amarillas o rojas.
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“Con un volumen de madera en pie de aproximadamente 250 millones de m3, se estima que han capturado unos 52 millones de toneladas de CO2”, detalla la experta para quien, “estas plantaciones existen porque hay una industria que las demanda”.
En este sentido, el informe de la entidad empresaria estima que, entre que se planta y se corta un árbol transcurren entre 12 y 18 años. Por lo tanto, se advierte que el riesgo de que un producto proveniente de una plantación forestal provenga de un área deforestada en 2020 o después (línea de corte del EUDR) es nulo.
El informe además aclara que, desde la perspectiva voluntaria, en Argentina se encuentran activos dos sellos de gestión forestal sostenible basados en principios y criterios aceptados internacionalmente y con auditorías anuales de tercera parte que son FSC y PEFC.
“La certificación y la cadena de custodia de la madera permite que el consumidor sepa que la madera usada en el producto final se puede trazar hasta su origen en gestión forestal sostenible que abarca el triple impacto: social, económico y ambiental”, se sostiene en el documento.
Se añade que ambos esquemas de certificación no validan proyectos que hayan incurrido en deforestación. Además, las certificaciones de cadena de custodia (hay 160 emitidas al momento) ejercen un efecto multiplicador de los controles sobre los proveedores, ya que las empresas con certificación de cadena de custodia implementan un sistema de diligencia debida que les permite mitigar el riesgo de que madera ilegal o producto de deforestación ingrese a la industria.
Sobre este punto, Peirano opina que la madera certificada no solo asegura que no se produzca sustitución de bosques nativos por plantaciones forestales, sino que abarca una gestión sostenible integral, que incluye tanto la legalidad como los impactos sociales, económicos y ambientales que es trazable a través de una cadena de custodia.
“Como dato concreto vinculado a la biodiversidad, por cada hectárea de plantaciones forestales certificada por gestión sostenible hay 0,66 ha de áreas naturales bajo conservación”, destaca.
En ese mismo sentido, el reporte de la entidad a la que representa señala que las empresas certificadas conservan unas 350.000 hectáreas de áreas naturales, junto con toda la diversidad biológica y genética asociada. Se trata de una superficie que es 1,6 veces el área que ocupa Luxemburgo en Europa.
Además, los productores forestales han implementado acciones como los corredores de biodiversidad, control de caza y pesca furtiva, consorcios de gestión de incendios, monitoreo de especies, y acuerdos con ONGs y universidades para la gestión adecuada para la conservación de especies de flora y fauna que permita mantener y aún aumentar, la riqueza genética para el futuro.