Alarma por el estancamiento mundial de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: qué pasa en Argentina
Apenas el 17% de las metas van por el camino correcto. Desde la ONU alertan sobre el estancamiento. Qué pasa en Argentina.
“Muy por debajo de lo necesario”. Así definieron, desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU), al avance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados por la Agenda 2030: más de un tercio de ellos están estancados o retroceden, y casi el 50% denotan un progreso mesurado. En consonancia, el último informe que dieron a conocer en junio pasado reflejó que apenas el 17% de las metas van por el camino correcto.
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Guarismos mediante, la “incapacidad para asegurar la paz (entre 2022 y 2023, las víctimas civiles crecieron un 72%), enfrentar el cambio climático e impulsar las finanzas internacionales está socavando el desarrollo”, manifestó por entonces António Manuel de Oliveira Guterres, secretario general de esta entidad.
En adición, ante la falta de una cooperación internacional más fuerte y eficaz se registró una mayor porción de personas que padecen hambre (100 millones más), si se lo equipara con un lustro atrás y 23 millones se vieron empujadas a la extrema pobreza. Indudablemente, “la velocidad y la escala de los cambios necesarios para el desarrollo sostenible siguen siendo demasiado lentas”, sentenció el directivo.
Argentina y el camino hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030
Fundación EcoConciencia acompaña a las organizaciones que pretenden integrar los ODS a la estrategia corporativa: trabajan en el proceso de certificación y, año tras año, llevan adelante la verificación para renovar el aval, entre diversas tareas destinadas a tal fin. Y, a diferencia de los países con mayor progreso económico, al igual que otras naciones latinoamericanas, “Argentina tiene una gran disparidad en lo que hace al potencial cumplimiento de los Objetivos 2030”, asevera define Rodolfo Tarraubella, presidente de esta institución; aunque también es cierto que por la pandemia “se cayeron diversas posibilidades de cumplimiento en relación con la pobreza, al hambre cero, inclusive, lo referido a una educación de calidad o a la salud y enfermedad”.
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Según expertos consultados, nuestro país no tiene una incorporación en mercados de carbono que le permita cobrar por su captura. Al mismo tiempo, falta mejorar las tecnológicas aplicadas tanto al tratamiento de basura como a la eficiencia energética o renovable. Sin embargo, poseemos un punto a favor en cuanto a tecnologías aplicadas a las eficiencias fabriles, lo que hace a la producción.
En un contexto como el vigente, donde la energía dejó de ser barata para volverse un servicio oneroso, se torna necesario “blindar la sostenibilidad con rentabilidad”, valora Tarraubella. De este modo, la implementación de las últimas tecnologías resulta imperativo tanto para mantener vivo el negocio como para hacerlo competitivo en el nuevo mercado.
Además, el crecimiento del país respecto de la capacidad para generar electricidad a partir de las renovables fue notorio en los últimos tiempos. Ocho años atrás, “no llegábamos ni al 1%. En la actualidad, nos ubicamos ya cercanos al 20%”, detalla el presidente de la Fundación EcoConciencia. Y revela que existe un compromiso nacional de alcanzar el 20% para 2025 y que “es muy posible que eso suceda”.
Y si sumamos, a su vez, a las grandes hidroeléctricas, “podemos estar arriba del 40% en lo que hace a energías limpias”. Asimismo, “la energía hidroeléctrica nos puede servir como base de otras energías que son más cíclicas, como la solar o la eólica”. Pero “está faltando infraestructura para el desarrollo de tendido de red eléctrica para llegar a algunos lugares que tienen un gran potencial para producir energía solar”, admite.
En general, las industrias experimentan un atraso significativo generado, en parte, por los diversos procesos de recesión que atraviesa el país, sumando a que el gobierno de Javier Milei no continuará con la Agenda 2030 como política pública, según obtuvo en exclusiva este medio. Al no haber incentivos para repensar las cosas, ser premiados con la falta de importación y contar con aranceles que ayudaban a la producción interna, “esto también nos llevó a relajarnos”. Entonces, debemos “repensar con nuevas tecnologías, ya que será no solo más eficiente, sino también más sostenible”, entiende.
Es que la velocidad y la escala de los cambios necesarios para el desarrollo sostenible continúan siendo demasiado deficientes en lo referido a urgencias. De hecho, en los Reportes de Riesgos que emite todos los años el Foro Económico Mundial, en lo que hace a su escenario a 10 años, en las últimas dos presentaciones ubicó entre los primeros lugares de riesgo al cambio climático y el peligro de colapso de la naturaleza.
Esto sucede a pesar de que “el secretario de las Naciones Unidas declaró el 5 de junio del 2021 que la década actual debía ser la de la restauración. Pero continúa existiendo una gran deforestación en el planeta y, a pesar de otros intentos por salvarlo, la parsimonia en estas transformaciones resulta desesperante”, sostiene Tarraubella.
Inversiones verdes en Argentina
Expertos consultados por Economía Sustentable entienden que en la Argentina las finanzas deben cambiar radicalmente. Existe una mejora en lo que hace a la categorización bonos verdes; no obstante, pese a que todavía sufre de mucha burocracia, crecen lentamente los biocréditos, el pago de servicios ecosistémicos donde existe únicamente mercado en lo relacionado a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
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De activarse, permitiría trabajar “con un financiamiento válido y que no sea solo un proyecto filantrópico el de ‘conservar una selva’ o solo un peso para quien abraza la responsabilidad de esta conservación cuando puede resultarle más económico destruir la selva y hacer un campo de cereales que mantenerla”, clarifica el experto.
Pero aclara que no solo hacen falta inversiones, también “credibilidad y generar seguridad en los contratos que se formalicen; y un tratamiento diferencial para evitar los conflictos socioambientales que estos aspectos involucran, porque toda vez que se quiso instalar nueva tecnología para el tratamiento de basura han existido protestas que impidieron seguir adelante”.
Por ello, es trascendental hacer acuerdos con la banca multilateral para la financiación de algunos proyectos base, tener acuerdos con el Fondo Verde para el Clima, con el fin de poder trabajar, también, todo lo que hace a los temas climáticos con una inversión eficiente, avisa Tarraubella.
Mirada empresarial en torno a la Agenda 2030 y los ODS
La ONU, en el marco de su última Cumbre de los ODS, que tuvo lugar a fines de septiembre de 2023 en su Asamblea General en Nueva York, aprobó una declaración donde manifestó la necesidad de un necesario impulso masivo a la inversión para poder alcanzar dichas metas. Aquella declaración renovó el compromiso de las naciones del mundo con la acción inmediata y colectiva para construir un mundo sostenible y puso el foco en el financiamiento necesario para pavimentar el camino hacia el cumplimiento de dichos Objetivos, el que calcula en unos USD 500.000 millones anuales.
El secretario general de la ONU, Guterres, manifestó en dicha Cumbre que, en el actual escenario, sólo se lograrán el 15% de dichas metas. Pero, más allá de los indicadores, señaló que es necesario comprender que estas “representan las esperanzas, los sueños, los derechos y las expectativas de la gente en todas partes”. Por ello, la incorporación de los ODS en la gestión de las empresas “no puede ser una moda pasajera más”, aclara Julián D’Angelo, director del Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresaria y Capital Social (FCE-UBA).
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Esta agenda no es simplemente un conjunto de buenas intenciones, sino “una hoja de ruta que requiere el compromiso estratégico y, consecuentemente, económico y financiero de los gobiernos, las empresas, las organizaciones sociales, la academia y el mundo del trabajo”.
El problema es que, legalmente, “los reportes de información no financiera no son obligatorios en nuestro país, por lo que resulta complejo mensurar plenamente el aporte sostenible real de las empresas al no contar con registros o bases de datos que reúnan esta información”, aclara D’Angelo. Y a pesar de que la Federación Argentina de Consejos Profesionales de Ciencias Económicas aprobó en 2012 su normativa respecto al Balance Social (la RT N° 36), “no tenemos una norma unificada que facilite la comparabilidad de la información no financiera emitida por las compañías locales”.
Desde los pequeños comercios y los microemprendimientos hasta las compañías multinacionales, en el país existen unos 500.000 empleadores. Pero con referencia a empresas agrupadas en iniciativas de sostenibilidad “estamos hablando de no más de 1000 compañías que integran cámaras y asociaciones de sustentabilidad que están a las alturas de las mejores prácticas en el mundo, tanto en materia ambiental como en derechos humanos, derechos laborales, la mirada social y los temas de gobernanza”, cuenta D’Angelo.
Por ejemplo, la Red Argentina de Pacto Global de Naciones Unidas tiene en nuestro país con 962 participantes, de los cuales 667 son empresas: el 61%, pequeñas y medianas; un 27% cuentan con más de 250 empleados. De ese total, unas 296 compañías permanecen como firmantes activas y solo 102 han cumplido con la presentación del reporte (Comunicación de Progreso) en 2023. En cuanto a las empresas más importantes, las que cotizan en bolsa, hacia 2021 se estimaba que solo un 36% de ellas realizaban Informes de Sostenibilidad (reportes de información no financiera), mientras que un reciente estudio elaborado por el estudio SMS indica que esa cifra se elevó al 44% de las 188 compañías cotizantes.
Con referencia a las acciones que se implementan, la Red Argentina de Pacto Global realizó hace dos años un informe sobre la base de los reportes presentados por 134 empresas argentinas. Y entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible que más se reporta el país son el N° 8 (Trabajo decente), el N° 4 (Educación), el N° 12 (Producción y Consumo responsable), el N° 5 (Igualdad de Género) y el 17º (Alianzas).
Por otro lado, de acuerdo con el Informe de Indicadores Ambientales en el Sector Productivo Argentino, de un total de 3.944 empresas manufactureras relevadas, el 72% realizó al menos una actividad de cuidado ambiental. A su vez, “más de la mitad de ese porcentaje realizó más de dos actividades. En términos sectoriales, la industria automotriz, la de reciclaje de desperdicios, la de vinos y la de productos químicos fueron las que mayor cantidad de acciones de mejora ambiental implementaron”, enumera el director de FCE-UBA.