Ismail Cakmak, reconocido a nivel mundial en el campo de la nutrición de cultivos, advirtió que “en la Argentina se están agotando los nutrientes de los suelos por insuficiente reposición con fertilizantes. Evaluó que se pierden 612.000 toneladas de nitrógeno por año, 106.000 toneladas de fósforo y 58.000 toneladas de azufre por desarrollar una agricultura que compromete las condiciones químicas de los suelos”. “Argentina pierde 612 mil toneladas de nitrógeno por año de sus suelos” Por qué el balance negativo explica las pérdidas de productividad El especialista detalló que “de los seis cultivos principales, el 70% de estas pérdidas es provocado por el maíz y la soja. Particularmente, en las zonas donde se cultiva soja, en promedio se repone solo el 10% del nitrógeno consumido, el 48% del fósforo y el 28% del azufre. Los tres nutrientes se extraen del suelo por la cosecha y no se repone lo suficiente, por lo cual cada año la deficiencia es mayor”, sostuvo el académico de la Universidad de Sabanci, en Estambul. Durante su exposición en un seminario organizado por Fertilizar y la Facultad de Agronomía de la UBA, Cakmak recordó que la región pampeana “es la usina de producción agrícola y de carne. Son 75 millones de hectáreas que enfrentan una serie de desafíos dentro de los cuales uno de los mayores es la nutrición insuficiente. Es un problema que avanza de manera oculta porque exige analizar los suelos y las plantas para detectar la magnitud del problema”, alertó. También remarcó que “la insuficiente nutrición mineral genera cultivos débiles y con poca tolerancia al estrés ambiental, principalmente a eventos de sequía con altas temperaturas”. Según explicó, los nutrientes minerales cumplen múltiples funciones, pero una de las más relevantes es reducir la susceptibilidad de las plantas a condiciones extremas. A su juicio, los principales responsables de la degradación edáfica son el maíz y la soja, que no reciben suficiente fertilización. Incluso la soja, a pesar de ser una leguminosa capaz de fijar parte del nitrógeno que consume, no logra compensar el déficit. El balance negativo explica las pérdidas de productividad en el campo argentino El experto también insistió en la necesidad de considerar no solo los macronutrientes clásicos (nitrógeno, fósforo y potasio), sino también los micronutrientes habitualmente relegados (azufre, zinc, boro, entre otros). Claves de la nutrición Al abordar el papel del fósforo, Cakmak explicó que este nutriente resulta crítico por su impacto en la fijación de nitrógeno de la soja. Destacó que existe una correlación directa entre el contenido de fósforo en el suelo y el nitrógeno en las plantas: con mayor disponibilidad de fósforo se producen más nódulos y, en consecuencia, mayor fijación de nitrógeno. En suelos deficitarios, en cambio, la fijación simbiótica se reduce notablemente. En palabras del especialista, “el fósforo desempeña un papel fundamental en la fisiología de los nódulos”. El azufre, por su parte, también cumple un rol decisivo. Según Cakmak, “suelos deficientes en fósforo y azufre comprometen la producción del nitrógeno necesario para la evolución normal de la oleaginosa”. Además, señaló que “es un nutriente clave para el desarrollo saludable de las plantas e interviene en la formación de aminoácidos y proteínas, y en la defensa contra enfermedades y plagas”. El azufre, añadió, fortalece la resistencia de las plantas frente a la sequía y altas temperaturas. Cakmak advirtió que “cuando un cultivo enfrenta esas situaciones extremas, la primera reacción fisiológica es la producción de la hormona del estrés, que cierra los estomas de las hojas e induce a las plantas a ahorrar agua”. Luego vinculó este proceso con el azufre: “normalmente, en las plantas, los sulfatos se transforman en cisteína y otros compuestos azufrados que sirven para protegerlas contra los patógenos”. En contextos de sequía, la acumulación de sulfatos favorece la producción de cisteína, esencial para generar la hormona del estrés que desencadena el cierre de los estomas. También subrayó la importancia del tallo en condiciones adversas. Recordó que “la formación de granos depende, en gran medida, del carbono que proviene de las hojas. Normalmente, la masa foliar hace fotosíntesis e indirectamente ese proceso influye sobre el rendimiento de grano. Pero si hay un estrés ambiental, las hojas no pueden hacer fotosíntesis y producir carbono, y éste debe provenir del tallo”. En situaciones normales, explicó, el tallo aporta solo entre un 10 y 15% al rinde, pero bajo estrés “es el protagonista más importante y aporta una importante cantidad de carbono para el rendimiento del grano. Para validar esa afirmación Cakmak expresó que ‘si las plantas sufren estrés térmico o hídrico, la correlación entre el peso del tallo y el peso de las espigas muy alto’”. En esa línea, subrayó la influencia del potasio: “El diámetro del tallo depende en gran medida de la disponibilidad de potasio, nutriente que lo mantiene erguido y le genera posibilidad de alto crecimiento”. En contrapartida, en suelos pobres en potasio los tallos se debilitan, se inclinan y pueden volcarse con el viento. Cakmak también remarcó que “la eficiencia en el uso del nitrógeno es muy importante y no solo depende de este nutriente”. Por ejemplo, en el maíz se observa una interacción clara con el azufre: en suelos deficitarios, las hojas más viejas amarillean y presentan menos concentración de nitrógeno, aun cuando se hayan aplicado altas dosis, porque la planta no logra absorberlo. Con una buena provisión de azufre, en cambio, las hojas se mantienen verdes y sanas. El especialista se refirió además al aporte de los productos biológicos que comenzaron a ingresar al mercado. Sobre ellos advirtió que “no pueden reemplazar la fertilización mineral, aunque sí pueden complementarla, al mejorar la disponibilidad de los nutrientes en el suelo de manera sinérgica”. Finalmente, cuantificó que una hoja de 100 gramos requiere 3 gramos de potasio y 5 gramos de azufre. “Los biofertilizantes pueden ayudar a movilizar o solubilizar nutrientes, pero no aportan toda la cantidad que la planta requiere”, definió.