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El papel de la tecnología para afrontar los desafíos del sistema energético

La tecnología va a jugar un papel fundamental en esta transición, no solo con la instalación de dispositivos de bajo consumo energético.

Al igual que el corazón y músculos necesitan energía para hacer funcionar el cuerpo, prácticamente cada una de las actividades que se realizan en nuestro día a día precisan de una forma u otra de energía, desde que nos una persona se levanta por las mañanas y da al interruptor de la luz para iniciar su rutina diaria, hasta que pulsa ese mismo interruptor para apagar la luz antes de dormir.

Para los ciudadanos de los países desarrollados disponer de energía es -generalmente- sencillo, por lo que raramente se paran a reflexionar sobre todo lo que hay detrás de que se encienda una bombilla en los hogares, y el tremendo reto tecnológico que supone que esto siga siendo posible en los próximos años, garantizando un acceso universal a la energía, y sin comprometer el futuro del planeta.

La tecnología va a jugar un papel fundamental en esta transición, no solo con la instalación de dispositivos de bajo consumo energético, ya sean electrodomésticos o sistemas de iluminación LED, que ayudarán a afrontar los retos del cambio climático, sino también por la capacidad de usar los datos extraídos mediante las tecnologías digitales para reducir el consumo energético de edificios o fábricas.

“La energía es un recurso esencial para todos los aspectos de la vida actual. Debemos afrontar el reto de proporcionarla a una población que crece y mejora su calidad de vida, reduciendo su impacto en el medio ambiente”, declara Alfonso González, director general para España del área de negocio de electrificación de ABB, compañía que entrega cada día cerca de dos millones de productos relacionados con la gestión energética para edificios, infraestructuras, industrias o incluso medios de transporte.

En declaraciones a Europa Press, el ejecutivo de ABB identifica dos áreas de actuación claves para afrontar este desafío energético y algunas de las tecnologías que serán clave en dichas áreas de trabajo.

Incremento de la electrificación

La demanda de electricidad se irá multiplicando en los próximos años. Por un lado, el crecimiento de la población mundial a una tasa de alrededor del 1% sitúa la población para 2040 por encima de los 9.000 millones de personas, de las cuales, alrededor de un 65% (6.000 millones) vivirán en grandes ciudades.

Además, se prevé que vaya mejorando el nivel socioeconómico de varios de los países actualmente en vías de desarrollo, generando por lo tanto también mayor demanda energética.

“Si hacemos frente a esta nueva demanda energética con fuentes de generación convencionales, pero también con formas de consumo convencionales, estaremos vinculando el desarrollo social al incremento de las emisiones contaminantes y por lo tanto comprometiendo la sostenibilidad ambiental de ese desarrollo. En este sentido, en el lado de la generación juega un papel fundamental la incorporación cada vez mayor de energías renovables en el sistema energético, y en el lado del consumo, optar por alternativas que puedan hacer uso de esa energía generada mediante renovables, como pueda ser el vehículo eléctrico para uso urbano o interurbano, o la propulsión eléctrica en los barcos para el transporte marítimo”, afirma Alfonso González.

La Agencia Internacional de la Energía incide en este punto en su ‘World Energy Outlook 2020’ y en el papel relevante de los Gobiernos. En este sentido, la recientemente publicada Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo del Gobierno de España prevé como objetivo para 2050 que la electrificación de la economía supere el 50%, instalando para conseguirlo alrededor de 250 gigavatios de energía renovable.

Asimismo, prevé que en 2030 haya circulando en España cerca de cinco millones de vehículos eléctricos, como uno de los pilares para reducir las emisiones contaminantes procedentes del transporte de los 87 millones de toneladas equivalentes de dióxido de carbono actuales, a sólo 2 millones de toneladas en 2050.

Por su parte, la electrificación del sistema energético permitirá afrontar la emergencia climática y disminuir la dependencia energética del exterior, reduciendo la misma del 74% en 2018 al 13% en 2050 -según las estimaciones del Gobierno de España-, lo que aportará a la economía española mayor resiliencia con respecto a las condiciones de inestabilidad económica internacional que puedan surgir.

Eficiencia energética

 “Aunque incrementemos nuestro porcentaje de consumo energético procedente de energías renovables, y optemos por alternativas eléctricas en el consumo, a corto y medio plazo, los combustibles fósiles seguirán estando presentes en nuestro mix energético y, por lo tanto, la única forma de reducir el uso de estos combustibles es incrementar la eficiencia energética en todo lo que hacemos, a nivel doméstico, empresarial e industrial”, declara González.

La Agencia Internacional de la Energía estima que en los próximos 25 años el consumo energético global se incrementará entorno a un 40%. Gran parte de ese consumo energético, en concreto un 42%, se produce en los edificios en los que las personas viven, trabajan o pasan su tiempo libre, debido a los sistemas de climatización y de iluminación.

“Instalar tecnologías de bajo consumo energético, ya sean electrodomésticos o sistemas de iluminación LED, entre otros, en los edificios puede suponer una ayuda en la mejora de la eficiencia energética, pero sin lugar a duda el mayor potencial se encuentra en medir los diferentes consumos energéticos que tenemos en nuestros edificios y en el uso de los datos extraídos mediante las tecnologías digitales para gestionar mejor dichos consumos. Las mejoras basadas en la medición y uso adecuado de datos tienen el potencial de reducir el consumo energético en los edificios hasta un 45%”, asegura González.

A los beneficios medioambientales de la eficiencia energética hay que sumarle los beneficios económicos y en competitividad tanto para el sector público como para la empresa privada.

Para cualquier ayuntamiento, al igual que para cualquier empresa, la factura energética de sus instalaciones es uno de los principales componentes de su estructura de costes.

Reducir el consumo energético en un municipio puede suponer ahorrar miles de euros que se pueden dedicar a programas en los que ese dinero aporte un mayor beneficio social, mientras que en una industria, el reducir la factura energética puede suponer la diferencia entre ser o no competitivos en la venta de sus productos o soluciones.

“En España, en concreto en el hotel Intercontinental de Madrid hemos conseguido desde ABB, aplicando tecnologías de eficiencia energética, reducir el consumo energético en 445.000 kW anuales, o lo que es lo mismo, reducir la factura anual en aproximadamente 27.000 euros. También hemos participado en uno de los primeros proyectos de casas pasivas en Madrid con ahorros energéticos mediante tecnología domótica de entorno al 80% en climatización y al 50% en iluminación. Estos son sólo algunos ejemplos del potencial que tiene una correcta gestión energética aplicando las tecnologías más adecuadas en cada caso”, concluye González.

Fecha de publicación: 04/12, 3:03 pm