Energías renovables: una Pyme argentina comenzó a exportar biodigestores
Se trata de Biomax empresa familiar que luego de casi dos décadas de trabajo de investigación y desarrollo patentó su línea de biodigestores. Qué mercados conquistó.
Una pyme nacional comenzó a exportar biodigestores a Perú, Paraguay, y España, con el desarrollo de tecnología propia para impulsar las energías alternativas, reducir el impacto ambiental y transformar desperdicios orgánicos en biogás y fertilizantes.
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Se trata de Biomax, una pyme familiar que luego de casi dos décadas de trabajo de investigación y desarrollo patentó su línea de biodigestores y hoy tiene instalados equipos en todo el país y empieza a exportarlos.
Con estos equipos utilizados para procesar heces de cerdos o vacas -en un feedlot, por ejemplo- se obtiene entre un 65% y un 71% de metano, y “en lo que es producción de porcinos y basura orgánica, se alcanza de 70 a 85% de metano, un biogás al que se le retiró el dióxido de carbono y es 29 veces menos contaminante que el metano”, detalló Diego Barreiro, CEO de Biomax.
“Estamos desembarcando tanto en Perú como Paraguay porque allí todavía están en las fases iniciales con todos los temas que tienen que ver con reciclado, cuidado medioambiental, mitigación de impacto ambiental, entre otors nuevos paradigmas”, agregó.
Qué se hace con el gas metano
El gas metano obtenido en esos biodigestores se utiliza para alimentar la planta motriz de los criaderos y “para calefaccionarlos, porque la temperatura de crianza del cerdo debe ser todo el año de 28 grados”, remarcó Barreiro.
Ese gas también se almacena y puede ser utilizado en líneas de tractores lanzadas recientemente que utilizan GNC como combustible.
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Las soluciones de la pyme también pueden aplicarse de manera efectiva al tratamiento eficiente de vinaza (residuo de la producción azucarera y/o vitivinícola); del suero resultante de la producción láctea; o del acopio de desperdicios orgánicos que suelen terminar en los rellenos sanitarios en las afueras de las grandes ciudades.
“Varios municipios del país nos expresaron su interés -a la luz de los Objetivos de Desarrollo Sustentable de la ONU- en nuestro sistema para empezar a aliviar sus rellenos sanitarios”, dijo Barreiro.
Más allá de la obtención del gas, el proceso continúa dentro de la estructura del biodigestor: en la larga bolsa de unos seis metros de diámetro y entre 25 y 40 metros de largo las bacterias siguen degradando las heces y desactivando su poder contaminante hasta que en el otro extremo sale BIOL.
El BIOL es un biofertilizante rico en fósforo, nitrógeno y potasio conocido como NKP: se trata de un abono para cosechas rico en fitohormonas de aplicación indicada para los cultivos más difundidos y rentables del campo argentino (soja, trigo y maíz, entre otros) y cuyo costo suele estar atado al dólar.
“En el caso de España, nuestra presencia allí tiene que ver con que en ese país los pequeños productores agropecuarios no tienen cómo procesar sus desperdicios orgánicos porque no hay biodigestores a su escala”, indicó el empresario.
En esta línea, explicó: “Lo que hacen es entregar a grandes jugadores que colectan esos efluentes, los procesan con gigantescos biodigestores alemanes, pero así no son ellos los que se quedan con la materia prima resultante: la energía y los fertilizantes. Les daríamos la solución para que puedan dar un valor agregado y obtener ingresos con sus desperdicios”, puntualizó.