¿Por qué se demora la transición energética? Estas son las brechas que identificó PwC
Desde la consultora dan cuenta de seis brechas que deben cerrarse para lograr cero emisiones netas. Los detalles del informe.
Las ambiciones globales de reducir las emisiones pusieron en evidencia las grandes brechas existentes entre las tecnologías, la infraestructura y la inversión, componentes fundamentales para este fin. Gobiernos, empresas de servicios públicos y el resto del sector privado desarrollaron planes para llevar adelante una transición a sistemas de energía 100% libres de emisiones, pero establecer objetivos no es tarea fácil, porque existe una brecha significativa entre la trayectoria y el nivel de emisiones actuales en el mundo y los targets para 2050.
//Mirá también: Baterías de cáñamo, ¿una nueva alternativa más eficiente y sustentable que las de litio?
La descarbonización del sistema de energía a nivel global es un paso clave para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Actualmente, el mundo consume por año, una cantidad de energía equivalente a cuatro veces el consumo anual de China.
A su vez, alrededor del 80% de la demanda de energía primaria se satisface con moléculas provenientes, en su mayor parte, de hidrocarburos como el petróleo, gas y carbón. El 20% restante es suministrada por los electrones, es decir, el sector eléctrico propiamente dicho. La energía nuclear, hidroeléctrica, solar y eólica, entre otras tecnologías que no emiten CO2, ya se utilizan para generar el 38% de esa veinteava parte.
Cuáles son las brechas que demora la transición energética
Según la consultora PwC, las principales brechas que detectaron en este informe que se deben cerrar para lograr cero emisiones netas son:
- De generación la capacidad de generar energía renovable.
- De red, que se refiere a la distribución.
- De almacenamiento, ya que será necesario contar con una considerable capacidad de almacenamiento por medio de baterías o centrales hidroeléctricas de bombeo para lograr una transición ordenada hacia una red descarbonizada.
- De conversión, para pasar del uso de hidrocarburos al uso de hidrógeno
- De minerales críticos, utilizados para la fabricación de hardware (como paneles solares o turbinas eólicas).
- De financiación, entre las inversiones realizadas y las inversiones necesarias.
//Mirá también: Andreani impulsa la utilización de biodiesel a escala en la logística argentina
Estas brechas juntas generan una gran volatilidad en sistemas que necesitan estabilidad. No es posible cerrarlas todas al mismo tiempo y que, a su vez, se pueda programar de forma precisa. Las distancias significativas que deben salvarse plantean un serio desafío para lograr una transición razonable y ordenada, por eso es importante pensar de qué manera abordar y gestionar este cambio. Si bien no todas las soluciones son evidentes, existen esquemas, materiales y herramientas sustanciales para construir el puente y así empezar a cerrarlas. Una de las posibles soluciones para una transición ordenada es la reducción de la necesidad de energía por parte de los usuarios. Impulsar la electrificación, descarbonizar el consumo de hidrocarburos y gestionar la disponibilidad y flujo de energía, son también otras opciones.
“Cerrar estas brechas representa el gran desafío, la obligación y la oportunidad de nuestros tiempos. Se necesita una hoja de ruta coordinada, integral y realista para avanzar y garantizar una transición en la dirección correcta. Es necesario desarrollar un alcance verdaderamente global y para ello, los países deben adaptar sus medidas a los cambios regionales y globales. Es fundamental que haya un cambio sistémico, masivo y coordinado, como así también el aumento de la capacidad para fabricar vehículos eléctricos, del suministro de minerales críticos, de la producción de electricidad y de la capacidad de carga debe ocurrir de forma rápida y simultánea”, comentó Carlos Scavo, director de Strategy& en PwC Argentina.
Al respecto, Ezequiel Mirazón, socio de PwC Argentina líder de la práctica de Energía, Minería y Utilities, asegura que “las transiciones de energía y movilidad están en marcha. Se han realizado avances significativos en todo el mundo para lograr consenso en torno a las soluciones a largo plazo y ampliar las tecnologías de punta que contribuirán a la descarbonización de nuestros sistemas de energía, industriales y de transporte en respuesta a las amenazas y disrupciones que plantea el cambio climático.”
Y finaliza: “Construir un sistema de energía que sea confiable, factible, más limpio y que pueda permitir el crecimiento económico y responder a él, es un desafío. La investigación y la opinión pública con frecuencia se centran en el resultado final: dónde estaremos dentro de 30 años. Sin embargo, no se ha puesto tanto foco en comprender la dimensión de las brechas que deben cerrarse para llegar allí”.