Transiciones hacia un escenario global sustentable
Al ritmo de producción y consumo actual, para 2050 se precisará 2,5 planetas para hacerse de agua y alimentos. ¿Cuál será la solución a esta problemática?
De seguir produciendo y consumiendo, de la forma en que lo venimos haciendo, para el año 2050 la humanidad va a precisar 2,5 planetas para hacerse de agua, fibra, energía y alimentos.
Esto significa que la forma en que se entendió el crecimiento y el desarrollo hasta hoy ya no es una opción válida, puesto que esta fórmula histórica no contempla los límites planetarios y los límites sociales que la realidad nos imponen.
¿Significa esto que hay que dejar de consumir? Claro que no. Como tampoco significa que la solución está en dejar de producir. Se trata de vivir, producir y consumir de otra forma. Por ello, el único desarrollo viable es el desarrollo sustentable.
Precisamente, si pretendemos que en el 2050 unos 9.000 millones de personas vivan bien, deberemos a aprender a vivir y desarrollarnos dentro de estos límites planetarios y sociales.
Un pensamiento lineal nos diría que aún nos quedan “casi” treinta años. Sin embargo, para llegar al 2050 debemos empezar a actuar hoy. De hecho, debiéramos haber empezado bastante antes, ya que hoy en día estamos consumiendo un 10% por encima de la capacidad de los ecosistemas que nos proveen de bienes y servicios ambientales.
Específicamente para llegar al 2050 viviendo en “un solo planeta” la casi totalidad de las variables deberán estar corregidas ya en el 2030. Por ejemplo, en lo climático, tenemos hasta el 2030 para reducir un 45% de las emisiones si pretendemos cumplir con los objetivos del Acuerdo de París al 2050 y al 2100.
La gran prueba será la corrección de las tendencias al 2030. Caso contrario, los costos de transición (y sus riesgos) serán mayores e inciertos.
Con esto quiero resaltar que nos encontramos, casi sin proponérnoslo, subidos en una enorme y turbulenta transición. Esta transición está alimentada en parte por las correcciones que los propios sistemas realizan, pero que también es acelerada por vectores geopolíticos, tecnológicos, normativos, sociales y también de mercados.
Esta gran transición o mejor dicho, estas “transiciones” impactan principalmente sobre tres grandes meta-sistemas: Sistema Energético, Sistema Alimentario y Sistema Urbano (logística e infraestructura).
Justamente estos tres sistemas son los que enfrentan mayores “costos de transición” como contrapartida de los grandes cambios transformacionales que deberán realizar.
Recordemos que para el 2050 el PBI crecería algo más de 300% mientras que la población lo hará en un 40%. Esto empuja la demanda de alimentos entre 35 hasta 60%, la demanda de energía entre un 30 y 50%, y la migración urbana implicará que el 70% de la humanidad viva en ciudades.
Pero estos 3 sistemas y sus crecientes demandas, deberán estar “desacopladas” para que, como dijimos al comienzo, estén dentro de los límites planetarios.
En el caso de los alimentos, deberá hacerse prácticamente con poco más que la actual superficie cultivable, por lo que se deberá compensar con mayor productividad (variedades que precisen menos agua, producción en áreas no aptas, agricultura regenerativa, riego de precisión, disminución de desperdicios, es decir mucha tecnología).
Para el caso de la energía, la mayor demanda deberá desacoplarse de la curva de crecimiento económico (eficiencia energética) y, sobre todo, desacoplarse de la curva de emisiones de CO2 (a través de la descarbonización). Esta es la forma en que el mundo podrá desarrollarse dentro de los límites planetarios.
Y los limites sociales serán que esta transición como escenarios futuros, se recreen en sociedades inclusivas, diversas y sin inequidades. Respecto de este punto, la WEF y el WBCSD consideran la inequidad un límite social y un riesgo sistémico de alto impacto.
El escenario factible es aquel donde “se produce más con menos”, pero en sociedades justas y equitativas.
Por Sebastián Bigorito, Director Ejecutivo del CEADS