Del desecho al recurso: por qué es clave reciclar los residuos cerveceros
Obtuvieron un prestigioso financiamiento internacional para desarrollar un bioestimulante que permita mejorar la tolerancia al estres de la cebada.
El boom de la cerveza artesanal y el crecimiento de la industria cervecera global dejaron en evidencia un desafío poco visible para los consumidores, pero cada vez más urgente para el sector: qué hacer con los residuos que genera la producción. El más voluminoso de ellos es el bagazo de cebada, el subproducto sólido que queda tras la elaboración de la bebida.
Un residuo con impacto ambiental
El bagazo representa toneladas de desechos diarios en los países productores. Cuando se descarta en basurales, puede fermentar, liberar metano y aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, su disposición inadecuada contamina suelos y cursos de agua. Frente a este panorama, expertos y empresas coinciden en que reciclarlo y darle nuevos usos es esencial para reducir la huella ambiental de la industria.
El potencial del bagazo es amplio. Por su riqueza en fibras y proteínas, ya se emplea en la alimentación animal y empieza a abrirse camino en la elaboración de harinas para panificados y alimentos funcionales para consumo humano. También se investiga como insumo para la producción de bioetanol y biogás, aportando a la transición hacia energías más limpias.
En el ámbito agrícola, equipos científicos trabajan en convertirlo en bioestimulantes que fortalezcan los cultivos frente al estrés climático, aportando valor tanto a la industria cervecera como al sector agroalimentario.
Un futuro más sostenible
Para las cervecerías, aprovechar este subproducto no solo significa reducir costos de gestión de residuos, sino también abrir la puerta a nuevos negocios. Bajo la lógica de la economía circular, lo que antes era un desecho se transforma en un recurso valioso.
Además, la reutilización de residuos mejora la imagen de las empresas frente a consumidores cada vez más atentos a las prácticas sustentables. “El reciclaje de los residuos cerveceros convierte un problema en una oportunidad: menos impacto ambiental y más innovación”, destacan especialistas en sostenibilidad.
Con un consumo mundial de cerveza en constante crecimiento, la búsqueda de soluciones sostenibles para sus residuos ya no es opcional, sino estratégica. El reciclaje del bagazo y otros subproductos se perfila como un camino necesario para conciliar el negocio cervecero con la protección del ambiente y el desarrollo de nuevas industrias verdes.
Reutilizan residuos cerveceros para generar productos con valor agregado
María Gabriela Guevara, investigadora del CONICET y directora del grupo de Bioquímica Vegetal en el Instituto de Investigaciones Biológicas (IIB, CONICET-UNMDP), es una de las referentes de BrewSelBar, un proyecto internacional y multidisciplinario que busca desarrollar un bioestimulante de semillas enriquecido con selenio a partir del extracto del bagazo cervecero (BSG), uno de los subproductos más abundantes de la industria. La iniciativa apunta, al mismo tiempo, a mejorar la tolerancia de la cebada frente al estrés ambiental y a promover la producción de cervezas funcionales con beneficios para la salud.
El proyecto, nacido en el laboratorio de Guevara, fue seleccionado para recibir financiamiento de la Comunidad Europea a través del programa Horizonte 2024: Marie Skłodowska-Curie Research and Innovation Staff Exchange y tendrá una duración de cinco años. Durante ese período, se trabajará en aprovechar el valor nutricional del bagazo para formular un bioestimulante que incremente la resistencia de los cultivos a factores como sequías y altas temperaturas. “Queremos darle valor a un subproducto de la industria cervecera, muy fuerte en la región, y generar un bioestimulante que ayude a las plantas de cebada a tolerar mejor el estrés climático”, explica la investigadora.
BrewSelBar reúne a instituciones y empresas de Argentina y Europa: la Universidad Nacional de Mar del Plata; la cervecería Antares; la Universidad Autónoma de Barcelona (España); la Universidad Técnica de Dinamarca; la Universidad Técnica de Berlín (Alemania) y las compañías Semillas Battle S.A. (España) y Redinn S.R.L. (Italia). El objetivo es consolidar un trabajo colaborativo que impulse investigación de alta calidad y ofrezca nuevas competencias y oportunidades de desarrollo profesional a los equipos participantes.
El proyecto no solo apunta a fortalecer la agricultura sostenible, sino también a reducir los desechos industriales. El bagazo de cerveza, rico en fibras, suele destinarse a la alimentación animal, la producción de bioetanol o la elaboración de harina para panificados. “Queremos darle un nuevo uso y valorizarlo. El problema de estos subproductos es que, si se tiran en basurales, generan más emisiones de gases de efecto invernadero. Por eso se buscan alternativas que reduzcan su impacto”, destaca Guevara.
El bioestimulante permitirá obtener granos de cebada biofortificados con selenio, base para la elaboración de cervezas funcionales -inicialmente sin alcohol- que aporten beneficios nutricionales. El selenio, esencial para el sistema inmunológico, presenta un déficit en la dieta global: “Una de cada siete personas en el mundo tiene carencia de selenio. Argentina no es la excepción: cuando consumimos plantas de suelos pobres en este nutriente o carne de animales que se alimentan de ellas, tampoco incorporamos suficiente selenio a la dieta”, explica la científica.
Obtuvieron un prestigioso financiamiento internacional para desarrollar un bioestimulante
El equipo que lidera Guevara trabaja desde hace más de una década en la incorporación de selenio a hortalizas y alimentos, y en los últimos cinco años ha sumado la línea de bioestimulantes. “En ciencia básica a veces cuesta ver aplicaciones inmediatas, pero muchos descubrimientos terminan dando lugar a productos que hoy forman parte de nuestra vida cotidiana. Con este proyecto queremos entender en qué compuestos orgánicos de la cerveza está presente este micronutriente y cómo aprovecharlo”, señala.
En los laboratorios del CONICET y la Universidad Nacional de Mar del Plata se pondrán a punto las técnicas de extracción y formulación del bioestimulante, que será probado a escala experimental y en una planta piloto. Luego, los ensayos incluirán la siembra de cebada con incorporación de selenio. En paralelo, laboratorios europeos aplicarán aceleradores de partículas para determinar la concentración exacta del micronutriente en los granos.
En la etapa final, se evaluará qué variedad de cerveza se adapta mejor a la cebada enriquecida y se iniciará la producción en la planta de Antares. “Para nosotros es fundamental que una idea nacida en el laboratorio llegue a convertirse en un producto de una empresa argentina, aportándole un valor diferencial en términos de sustentabilidad. Queremos que más cervecerías del país se sumen a este tipo de innovaciones”, concluye Guevara.