Un pueblo de la Patagonia lucha por preservar su mar de la pesca y el turismo irresponsable
Se trata de tres millones de hectáreas de tierra y mar en donde se concentra una de las mayores riquezas de vida silvestre del país.
Un pueblo de 3 millones de hectáreas de tierra y mar, ubicado en la Patagonia Azul, lucha por preservar el lugar de la pesca y el turismo irresponsable.
Camarones está en el corazón de la reserva de biósfera Patagonia Azul que comprende 450 kilómetros de costa en Chubut, desde Comodoro Rivadavia hasta Trelew.
Allí, hay cuatro grandes áreas protegidas en Patagonia Azul: Rocas Coloradas, Parque Interjurisdiccional Marino Costero Patagonia Austral, Cabo Dos Bahías y Punta Tombo.
En estas hectáreas de tierra y mar se concentra una de las mayores riquezas de vida silvestre del país. Quienes viven y trabajan en la Patagonia Azul se convirtieron en sus guardianes y buscan expandir el área de protección marina y fomentar un turismo responsable.
“El objetivo de este proyecto es sumar para que la Argentina llegue al 30% del mar protegido para el 2030, un compromiso que se adoptó el año pasado. Estamos abajo del 10%. Queremos tener un área marina protegida lo más grande posible para conservar la naturaleza y los ecosistemas completos del mar”, explica Diana Friedrich, Coordinadora del proyecto Patagonia Azul que la fundación Rewilding tiene en Camarones, en diálogo con TN.
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La mayor resistencia y problemática viene del sector pesquero, que captura entre 400 y 500 toneladas de pescado cada año. Cada vez con más intensidad, pero no necesariamente con más cantidad. De a poco el mar se agota.
“Existe el mito de que las áreas protegidas perjudican la actividad económica pesquera. Pero en el mundo ya se ha comprobado que hay lugares muy grandes que se protegieron y que eso generó que haya más pescado y no menos”, remarca Diana.
“Hay menos tiburones, menos delfines, menos recursos. Hay que poner esto en agenda porque si el océano muere, nada queda”, advierte Diana.
Ante esta problemática, y para tratar de concientizar y de poner esto en agenda, a fines de junio se organizó en Comodoro Rivadavia “Misión Atlántico”, un congreso para debatir y diseñar soluciones para la conservación del Mar Argentino.
Participaron unos 30 disertantes, hubo mesas de debate, proyección de documentales y exposiciones. Una de las charlas más celebradas fue la de Shirley Binder, quien es una bióloga marina especializada en políticas públicas que planteó el caso de éxito de Panamá: el 54% de su mar está protegido.
Otra problemática con la que se encuentran las costas de Camarones es la gran cantidad de basura que tiran o se cae por la borda los barcos pesqueros.
Por estos hechos, se creó el club “Amigos del mar de Camarones” que organiza limpiezas periódicas de las playas y jornadas de concientización.
Durante todo el año funciona Casita Azul, una pequeña cooperativa que almacena todo ese plástico y lo entrega a plantas que hacen ladrillos de plástico. También allí juntan cartón y papel y lo convierten en briquetas que funcionan como leña para calentar.
“Tratamos de cuidar lo poco que tenemos. No llegamos a 2000 habitantes así que no es tan difícil hacerlo. Yo el cuidado del ambiente lo aprendí re tarde, por medio de mi hijo. Empezamos a separar en casa pero antes todo lo tirábamos, no valorizábamos nada. Y hoy te das cuenta de que todo tiene valor”, explica Rosa, una de las trabajadoras del lugar.
“Te da mucha impotencia ver todo este plástico porque yo creo que el mar y la tierra son de todos. Solo tenemos que concientizarnos, seguir limpiando”, concluye Angélica, otra trabajadora.