5 alojamientos sustentables para disfrutar en vacaciones y conectar con la naturaleza, ¿cuánto salen?
Desde vagones de trenes y containers reciclados hasta glamping, cómo son y dónde quedan estos hospedajes argentinos que marcan la diferencia.
El crecimiento de diversas propuestas de alojamientos que ponen el foco en la sostenibilidad como eje del negocio y adoptan prácticas más responsables, con la protección activa de los ecosistemas locales como protagonista, van en consonancia con inquietantes estadísticas que hay que observar de cerca: el sector hotelero es responsable del 21% de la huella ecológica, conforme datos del portal Sciencedirect.
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Pero hay más: una investigación de Sustainable Hospitality Alliance revela que la industria debería disminuir sus emisiones de carbono un 66% por habitación para el año 2030.
Es que en el sector turístico fue la gradual salida de la pandemia la que potenció un mayor compromiso y conciencia por el cuidado del medio ambiente, así como dio prioridad al crecimiento de una tendencia que ya venía tomando fuerza y hacía prosperar las estadísticas: de hecho, en 2021, el 79% de los argentinos confesó en una encuesta realizada por Booking que en, un futuro, optarían por “viajes más sustentables”.
Así, a la hora de escoger dónde pernoctar durante las vacaciones o hacer una escapada, cada vez son más los que indagan por propuestas alternativas a las convencionales, pero considerando a los factores medioambientales. En ese grupo, no obstante, son los jóvenes (77%) de entre 18 y 29 los que más contemplan esa posibilidad, frente al 48 % de los viajeros mayores de 51 años, de acuerdo con guarismos brindados por Travel Agent Central.
Cómo son los alojamientos sustentables y eco-friendly
Entre ese universo de alojamientos hoteleros cada vez más variopintos se alista Los Dos Vagones. A solo 90 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires y a 50 de La Plata, en General Mansilla, este campo de 21 hectáreas exclusivas para adultos en medio de un entorno de añosos bosques y una pequeña laguna con muelle posee dos centenarias formaciones recicladas como vivienda turística que son la atracción del lugar, con 2 habitaciones con cocina-comedor, baño, galería con parrillas, sillas, mesas y deck-terraza, por $75.000 por noche en base doble.
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Del mismo modo, hay ofertas con comodidades disímiles, tal es el caso de las unidades glamping: un minivagón rodante vintage de 4 x 2 metros, con luz led y una cama doble; y una tiny house ($45.000, en ambos casos) para “los que gustan de la naturaleza, pero no quieren perder el confort”, asevera Miriam Gattari, la propietaria de este establecimiento que brinda servicios de eventos y turismo rural.
Puertas afuera, posee una piscina habilitada para la temporada estival y un salón de usos múltiples que cuenta con pool, ping pong, metegol, biblioteca y, para aquellos que jamás quieren dejar de entrenar, un minigimnasio. En todos los casos, incluye ropa de cama, aire acondicionado frío-calor, servicio de desayuno, WiFi, Smart TV y pérgola para estacionar los autos.
Otra ocasión para dormir dentro de un medio de transporte y pasar un día de campo aparece por el norte del GBA: Los vagones de Areco es un hotel emplazado en la gauchesca ciudad de nombre homónimo donde fue inspirada la famosa obra literaria de Ricardo Güiraldes, “Don Segundo Sombra”; con 7 habitaciones –que incluyen deck, calefacción y baños– “escenificadas” dentro de antiguos vagones de subtes y trenes ambientados con muebles de época.
Con un precio que parte de los $250.000 hasta los $950.000, según el tipo y cantidad de personas, los anfitriones incluyen almuerzo, té y usos de las instalaciones, entre las que se circunscriben la pileta y el metegol, así como la entrada al Museo de Antigüedades, que transportan al visitante «hacia un viaje a lo largo de la historia», cuentan.
Además, comprarán la carpintería de un conventillo antiguo para ampliar el museo con el fin de utilizarlo, asimismo, como espacio de eventos para grupos reducidos. Y, en breve, habrá otra noticia: restaurarán un tranvía con 150 años de antigüedad tracción a sangre para que la gente, cual mirador, pueda comer, tomar un mate y observar el campo.
Rotando hacia el centro-oeste existe otra iniciativa peculiar: a 355 km de la Capital, en Tandil, Viejo Bueno permite dormir en casillas rurales que fueron halladas en distintos puntos de la provincia de Buenos Aires y reacondicionadas por sus propios dueños.
A pocos metros de un arroyo donde pastorean los caballos, “nuestro complejo cuenta con 3 tiny houses con capacidad para 2 y 3 personas, equipadas con minibar, microondas, pava eléctrica, aire acondicionado frío/calor, WiFi y televisión, servicio de blancos y toallas”, detalla María José Cisterna, hija de Daniel, “autor” y propietario del alojamiento.
Cada una de ellas tiene su sector de jardín de uso exclusivo con parrilla, hamaca paraguaya y pileta con pérgola. Los valores para estas vacaciones de invierno rondan los $60.000 por noche, para dos personas.
Más que solo containers
En este catálogo de alojamientos, la originalidad parece no encontrar techo. Inspiradas en el juego del yenga por cómo están posicionados, las 8 habitaciones dobles y triples, 3 de ellas con cocina completa, más 1 departamento, a 90 metros del mar de Container Cubo Hotel (Quequén, a 495 km de CABA) invitan a otras andanzas.
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Construido con 6 contenedores HC de 12 m de largo, con menos de un 3% de PVC o plásticos, diversos materiales reciclados y un mínimo impacto en el terreno, cuenta también con termotanques solares y paneles para luces led.
Con 250 m2 cubiertos y 50 m2 de terrazas, en su interior se puede disfrutar de espacios como el lobby, pasillos y habitaciones decoradas con un estilo zen: Nada que envidiarle a cualquier hotel boutique tradicional”, apunta Emanuel Fernández, diseñador y cerebro del proyecto. El objetivo fue generar un espacio vacacional donde “coexista la filosofía de autosustentabilidad y cuidado del medio ambiente, junto con el disfrute de la naturaleza, en un entorno junto al mar”, reflexiona. Con un precio promedio de $45.000 la noche, ofrece jardín con parrillas para los amantes de la brasa.
Concepto diferente mediante, otro alojamiento sustentable se ubica San Andrés de las Sierras (en la comarca de Sierra de la Ventana), a unos 560 km de la capital nacional: Ollagua Tiny House.
Se trata de tres casas minimalistas construidas con contenedores marítimos reutilizados, con termotanque solar, biodigestores, aire acondicionado y estufa eléctrica, 2 de ellas con hogar a gas y otra con salamandra. Con capacidad para 2 adultos en esta temporada invernal, ya que tiene 1 habitación con cama matrimonial, el valor por noche (mínimo 4) es de $42.000.