Según un estudio internacional el cambio climático agravó las inundaciones en Bahía Blanca
La tragedia en Bahía Blanca, consecuencia de la inundación ocurrida el 7 de marzo, tiene múltiples factores detrás: se registraron casi 300 milímetros de lluvia en pocas horas, un fenómeno sin precedentes; la infraestructura de la ciudad no estaba preparada para tal evento; y el drenaje resultó insuficiente. El balance fue devastador: 16 muertos, dos niñas desaparecidas y pérdidas millonarias.
Sin embargo, un estudio de World Weather Attribution confirmó lo que se sospechaba: el cambio climático inducido por el ser humano jugó un papel crucial en la catástrofe de Bahía Blanca. Durante una conferencia de prensa, los científicos que realizaron el estudio expusieron sus principales hallazgos.
Según el informe, la tormenta fue provocada por un frente frío que alcanzó la región después de varios días de clima cálido y húmedo. Una semana antes, Bahía Blanca ya había recibido más de 80 mm de lluvia, lo que pudo haber contribuido a la saturación del suelo antes de la inundación. Estos días de calor intenso fueron impulsados por el cambio climático y fueron clave para que el evento climático alcanzara tal magnitud.
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“El cambio climático causado por el ser humano favoreció las altas temperaturas, que en parte fueron responsables de las intensas lluvias que golpearon la ciudad de Bahía Blanca a principios de mes, causando la muerte de al menos 16 personas. El estudio también sugiere que el calentamiento global probablemente esté incrementando la frecuencia de lluvias extremas similares, aunque la evidencia en este caso no es concluyente”, concluye el informe.
Para Mariam Zachariah, investigadora del Imperial College London y una de las autoras del estudio, “con el calentamiento global, debemos prepararnos no solo para eventos de calor extremo y lluvias torrenciales, sino también para situaciones en las que estos fenómenos se intensifiquen en áreas relativamente pequeñas, lo que sobrecargaría los hospitales y complicaría la asistencia a las personas afectadas”.
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En este contexto, cobra vital importancia contar con un sistema de alerta temprana integral, eficiente y con el presupuesto adecuado. En las horas previas al temporal, el Servicio Meteorológico Nacional emitió una alerta naranja, que luego fue elevada a roja. Esto permitió suspender las clases y salvar vidas. Sin embargo, no es suficiente.
«Aunque existen los sistemas y se activaron, hay margen para mejorar e integrarlos de manera más coordinada con los servicios de salud y de educación. Por un lado está el monitoreo en tiempo real, pero por otro, está cómo se utiliza esa información para generar una respuesta organizada y colaborativa entre los distintos actores involucrados», comentó la Zachariah en una conferencia de prensa.
Juan Rivera, científico argentino del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA), también abordó este tema: «Es crucial pensar en el financiamiento para estos sistemas de alerta, especialmente en un contexto donde el Servicio Meteorológico Nacional atraviesa recortes presupuestarios. Es difícil que estas necesidades sean atendidas o consideradas por los gobiernos. Esto representa una gran encrucijada».