Residuos marinos, el nuevo insumo para tapar las botellas de vino
Una multinacional europea creó una tecnología que convierte los plásticos del mar en un cierre alternativo que protege los mares de la contaminación.
El corcho, que se emplea principalmente para cerrar las botellas de vino, procede de la corteza el alcornoque, una especie autóctona de la península Ibérica, de crecimiento muy lento y que suele vivir entre 150 y 200 años.
La obtención de la “tapa” de las botellas de vino se lleva a cabo a través las llamadas ‘sacas’, es decir, mediante la extracción de la corteza del árbol que, después de ese procedimiento genera de nuevo la corteza y durante su larga vida es necesario repetir esta operación varias veces.
Expertos en el sector aseguran que si no se retira la corteza del alcornoque, estos árboles acaban muriendo, por lo que, además de crear riqueza, la industria del corcho es fundamental para preservar la biodiversidad y combatir la desertificación.
Es que, por ser 100% natural, también es renovable, reciclable, biodegradable y produce muy poco impacto en la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera (CO2) en su proceso de producción, por lo que también ayuda a minimizar la huella de carbono.
Portugal y España son los dos principales países productores de tapas de corchos para la industria del vino nivel mundial que, sin embargo, mira con cierta incertidumbre al futuro de este envase.
Primero, porque la población de alcornoques viene sufriendo falta de regeneración en los últimos años. También, porque las consecuencias del Covid-19 afectaron las operaciones de las bodegas, sus principales clientes al punto que las ventas de las 150 empresas fabricantes de corchos atravesaron por una crisis financiera sin precedentes.
A partir de este escenario, las bodegas internacionales y también las argentinas comenzaron a buscar mecanismos que reemplacen el tradicional corcho en sus envases.
Enfoque sustentable
Para aprovechar esta necesidad, la empresa Vinventions desarrolló nuevos tapones a los que bautizó Nomacorc Ocean, el primer cierre para botellas de vinos que se fabrica con residuos plásticos marinos y así también permite ayudar a proteger los mares y océanos.
Si bien actualmente se comercializan en Europa y Estados Unidos, la compañía está a a punto de lanzarlo también en el mercado argentino a partir de la demanda de las bodegas por un cierre sustentable, que proteja sus vinos del desperdicio por defectos y, al mismo tiempo, cuidan también de mares y océanos.
Vinventions es la mayor proveedora de sistemas de cierre para la industria vitivinícola que, en especial, se destacan por su enfoque sustentable.
Actualmente, posee cuatro marcas como son Nomacorc; Sübr; Vintop y Wine Quality Solutions y posee un amplio portfolio de cierres sintéticos técnicos creados a partir de materia de origen vegetal, que son reciclables y están diseñados con tecnología para el control de ingreso de oxígeno.
Tiene siete centros de producción ubicados en Estados Unidos, Bélgica, Alemania, Francia, Sudáfrica, China y Argentina y, según datos del sector, cierra una de cada siete botellas producidas en el mundo.
En la planta ubicada en San Juan, Argentina, se produce Nomacorc Green Line, al cual ahora suma el lanzamiento de Nomacorc Ocean, el primer cierre en el mundo fabricado con residuos plásticos marinos.
Tecnología OBP
La tecnología se basa en la necesidad de ayudar a frenar la contaminación de los mares que, año tras año, va en aumento, con lo cual su nuevo producto emplea como materia prima los plásticos que acaban llegando al mar, conocidos como Ocean-bound plastics (OBP; en español, “plásticos marinos”), para darles una segunda vida y evitar que terminen contaminando.
Estos residuos plásticos se obtienen de zonas costeras donde no existen infraestructuras de recolección o son deficientes, y donde la basura representa un mayor riesgo de contaminación.
Al respecto, Romain Thomas, director de Producto de Nomacorc en Vinventions, hace referencia a varias investigaciones científicas que estiman que el plástico marino representa un 80% de la basura que se acumula en mares y océanos.
“El objetivo es reciclar este plástico y usarlo para fabricar nuevos productos con el fin de que forme parte de la cadena de valor, en nuestra área, y también para aumentar la demanda de recogida de residuos plásticos, lo que reduciría el volumen y el riesgo que supone para la naturaleza”, agrega.
El ejecutivo aclara que para evitar de manera eficiente este tipo de contaminación, el área de recolección es muy importante. “La materia prima reciclada que empleamos en la fabricación de Nomacorc Ocean procede de áreas costeras ubicadas en Asia, donde se producen las mayores emisiones de contaminación marina”, detalla.
El plástico lo recoge una empresa certificada de acuerdo con los estándares de la ONG Zero Plastics Oceans, certificado que garantiza que se obtuvo en condiciones éticas y favorables y que cumplen con la definición de plásticos marinos.
La primera bodega
Si bien todavía se encuentra llevando a cabo los procesos para lanzar el nuevo “tapón marino” en el sector vitinícola argentina, la propuesta de Vinventions ya se asoció con la bodega siciliana Donnafugata, ubicada en medio del mar Mediterráneo, Sicilia, con terrenos que cuentan con más de 400 hectáreas de viñedos.
“La sostenibilidad forma parte de nuestro ADN”, explican José y Antonio Rallo, propietarios de Donnafugata, bodega que lleva más de 30 años de producción de vinos respetuosa con el medio ambiente a partir de la incorporación de prácticas ecosustentables, hasta la protección de la biodiversidad e iniciativas que ayudan a mantener el terruño y las tradiciones.
La bodega fue fundada por la familia Giacommo Rallo hace más de 170 años y que fundaron Donnafugata en 1983.
En la actualidad, la bodega cuenta con cuatro fincas y algunos de sus viñedos se encuentran en el oeste de Sicilia, desde las tierras que miran al mar en la pequeña isla volcánica de Pantelleria hasta la montañosa Contessa Entellina; hacia el este en Vittoria.