Qué significa la “nieve de sandía” que se extiende por América y amenaza a los glaciares
Esta revela no solo un fenómeno visualmente sorprendente, sino también consecuencias ambientales preocupantes. Más detalles.
La “nieve de sandía” es un fenómeno en el que la nieve del suelo adquiere un tono rojo rosado, también conocido como “sangre de glaciar”. Este peculiar cambio de color se debe a la floración de un alga rosada llamada Chlamydomonas nivalis, que contiene un pigmento carotenoide rojo adicional a la clorofila. A diferencia de la mayoría de las algas de agua dulce, esta especie, criófila por naturaleza, prospera en aguas frías.
Este fenómeno y sus impactos en la reducción de glaciares se observan globalmente. La primera vez que se documentó fue en 1818, cuando el capitán John Ross la descubrió en el Ártico durante la expedición por el Paso del Noroeste con cuatro barcos ingleses.
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La amenaza para los glaciares aumentó significativamente, según un estudio que revela la presencia de este fenómeno en el 5% de la superficie total de glaciares del noroeste de América del Norte, abarcando áreas como las montañas de Columbia Británica, Idaho, el estado de Washington, Alberta, Alaska y Montana.
Algunos glaciares individuales presentaban hasta un 65% de su superficie cubierta de algas rosadas, lo que resultó en un derretimiento equivalente a un promedio de 3 centímetros de agua en la superficie glaciar.
La profesora Lynne Quarmby, experta en biología molecular y bioquímica de la Universidad Simon Fraser, señala que el hielo se derrite más rápido al absorber colores oscuros. A medida que las algas coloreadas tiñen de rosa el glaciar, aumenta la probabilidad de fusión, ya que estas absorben la luz solar en lugar de reflejarla, calentando el hielo circundante.
El estudio, basado en miles de imágenes de satélite tomadas entre 2019 y 2022, identificó la presencia de la alga Chlamydomonas nivalis en 4,552 de los 8,700 glaciares examinados. Aunque se considera que el impacto de las algas sobre los glaciares es leve en comparación con el cambio climático, su efecto se vuelve más significativo a medida que los glaciares retroceden, dañando la nieve y el hielo restantes.
La “nieve de sandía” no se limita al Ártico, ya que se puede encontrar en diversas regiones, como Nueva Zelanda, los Alpes, el Monte Olimpo y la Antártida.
Con el retroceso de los glaciares, el derretimiento de las algas restantes de la “nieve de sandía” puede causar más daño a la nieve y el hielo. A medida que la capa de nieve disminuye, las floraciones de algas se vuelven más concentradas y pequeñas, según el ecólogo Scott Hotaling de la Universidad Estatal de Utah.