La marca argentina que factura $50 millones por mes con snacks saludables y sin gluten
Una economista vegetariana se unió a dos hermanos fabricantes de golosinas y crearon Nutriveg, hoy presente en más de 3.500 puntos de venta.
Cuando Sol Vivanco se hizo vegetariana, hace más de quince años, conseguir snacks saludables, sin ingredientes artificiales y ricos era una odisea. Hoy, esa búsqueda personal se transformó en Nutriveg, una marca argentina de alimentos plant-based, sin TACC, kosher y libres de lactosa que ya está presente en más de 3.500 puntos de venta y proyecta su primera exportación a Uruguay.
Fundada junto a los hermanos Antonella y Alan Minca —tercera generación de una familia dedicada a la industria alimenticia—, la empresa crece a ritmo sostenido y apunta a duplicar su facturación anual.
«Soy vegetariana desde antes de que fuera una moda, y lo que me pasaba era que no encontraba productos como los que quería consumir», recuerda Vivanco, economista de formación. «Buscaba opciones que fueran ricas, nutritivas, sin conservantes, y que pudiera dar vuelta el paquete y entender qué estaba comiendo».
Esa inquietud se transformó en una idea de negocio cuando un amigo la presentó con Alan Minca, hermano de Antonella. Ambos provenían de Truppi, una empresa familiar dedicada a la fabricación de golosinas y productos libres de gluten. «Somos la tercera generación de una familia que fabrica alimentos. Con mi hermano quisimos ampliar los horizontes y empezar a experimentar con productos más saludables», cuenta Minca.
La sinergia fue inmediata: Vivanco aportó la visión de consumo consciente y el conocimiento del mercado, mientras los Minca sumaron su experiencia industrial y una planta certificada libe de gluten en Tres de Febrero. Durante un año trabajaron en el desarrollo de fórmulas y sabores hasta definir el ADN de Nutriveg: productos inclusivos, aptos para personas con diferentes restricciones alimenticias, pero que cualquiera quisiera comer «simplemente porque son ricos».
En diciembre de 2019 lanzaron las primeras barras de frutos secos y dos variedades de pochoclos saborizados. Tres meses después, el país se paralizaba por la pandemia. Con cajas y cajas de stock para vender, el contexto los obligó a reformular la estrategia. «Habíamos pensado arrancar de a poco, con dietéticas y comercios de cercanía para hacer el lanzamiento oficial en marzo con la vuelta al cole. Pero se cerró todo y tuvimos que salir a vender online. Armamos una Tiendanube en tiempo récord», recuerda Vivanco.
La venta online les permitió sostener el proyecto y abrir nuevos contactos. Vivanco tenía una interesante cartera de potenciales clientes y, videollamadas de por medio, empezó a contactar uno por uno para negociar. A mediados de 2020, Walmart (hoy Changomas) se convirtió en su primer cliente mayorista y dieron su primer gran salto. «Fue un hito. La negociación duró dos meses, que para mí fue una eternidad. Pero cuando finalmente entramos, fue la puerta que nos permitió crecer en el canal masivo», cuenta Vivanco.
Ricos, saludables y rentables
Hoy Nutriveg abastece a cadenas como Cencosud (Jumbo, Disco, Vea), Open 25, y Jetsmart, además de miles de dietéticas, mayoristas y comercios de cercanía. La marca tiene presencia en todo el país y produce alrededor de 100.000 unidades por mes. Su catálogo incluye cuatro líneas: barras de frutos secos, granolas (proteicas, de cacao y frutales), pochoclos de vainilla o salados, y los MiniVegs, bocaditos de chocolate y frutos secos.
Aunque las barritas de cereales son el producto más vendido, el pochoclo de vainilla es el producto principal de la marca. «Es nuestro producto estrella, tiene ese sabor similar al que se vende en las plazas. Te transporta a la infancia», dice Vivanco. Pero el desarrollo más reciente de la marca apunta a otro momento de consumo: el desayuno. «Lanzamos las primeras granolas de Latinoamérica que son libres de gluten, veganas, sin aditivos y con pre y probióticos. Fue un trabajo de investigación enorme», explica Vivanco.
El crecimiento fue sostenido incluso en los meses más desafiantes. «En todos estos años nunca tuvimos un retroceso: algunos meses son más tranquilos, pero siempre crecimos», cuenta Minca. Hoy Nutriveg factura alrededor de $50 millones por mes y proyecta duplicar ese número el próximo año.
Uno de los factores decisivos en el crecimiento fue la estructura productiva. Nutriveg se fabrica en la planta de la familia Minca, bajo el esquema de fazón, lo que permitió combinar eficiencia industrial con una gestión flexible. «Nosotros contratamos el servicio de la empresa familiar, que es de mis propios socios», explica Sol entre risas. «Es raro, porque técnicamente seguimos siendo clientes, pero eso nos dio acceso a procesos, controles de calidad y logística que hubieran sido imposibles para una pyme recién nacida», agrega Minca.
Ahora el objetivo de los socios para los próximos cinco años es consolidar la expansión regional. Uruguay será el primer destino, con una estrategia que replica el modelo argentino: presencia en supermercados, kioscos saludables y aerolíneas. «Es el mercado más fiel para empezar: no tuvimos que hacer grandes cambios en packaging y logramos un trato directo con el importador», detalla.
La inversión inicial fue de u$s20.000, repartida entre desarrollo de marca, packaging y capital de trabajo. Hoy, el equipo se mantiene compacto: los tres socios fundadores lideran las áreas clave —producción, comercial y marketing— y tercerizan tareas de administración, prensa y comunicación. «Emprender implica mucho valor y paciencia. No es todo disfrute, pero aprendimos a levantar la mano cuando uno se satura para pedir relevo y a disfrutar cada paso», reflexiona Minca.
Más allá del crecimiento económico, la marca busca consolidar una forma distinta de hacer industria. «Nuestro compromiso es ofrecer productos reales y transparentes, con etiquetas limpias y procesos sustentables», define Vivanco. Esa filosofía también se traduce en su política de precios. «Los productos de nicho suelen ser más caros por las certificaciones, pero tratamos de mantenernos accesibles dentro del segmento», detalla Antonella.
Las barras de frutos secos se venden a unos $1.500, mientras que los pochoclos dulces rondan los $2.000 y las versiones saladas cuestan entre $1.000 y $1.300. Los MiniVegs, en su formato pequeño, también se consiguen por alrededor de $1.000. Las nuevas granolas —libres de gluten, sin aditivos y con probióticos— se ubican en góndola cerca de los 5.800 pesos.
Con presencia nacional, expansión regional en curso y una identidad definida, los snacks saludables de Nutriveg son hoy un caso testigo de cómo la combinación de propósito, conocimiento y gestión puede convertir una necesidad individual en una empresa con proyección internacional. «Lo que más me motiva —dice Sol— es salir a la esquina y encontrar nuestros productos en cualquier lugar. Ese era el sueño, y hoy es parte de la realidad».
Fuente: iProfesional