La curiosa historia de la planta solar que costó u$s 1.000 millones y quedó obsoleta antes de operar
Con un desembolso de 1.000 millones de dólares, estaba llamado a ser la mayor planta solar de este tipo. Pero algo no salió bien.
La planta solar Crescent Dunes parece sacada de una película de ciencia ficción. Diez mil espejos forman una espiral de más de tres kilómetros de ancho que se enrolla alrededor de un rascacielos situado en medio del desierto entre Las Vegas y Reno. La instalación absorbe suficiente calor de los rayos del sol para hacer girar turbinas de vapor que almacenan la energía en forma de sal fundida.
En 2011, el proyecto estaba listo para comenzar. Con un desembolso de 1.000 millones de dólares, estaba llamado a ser la mayor planta solar de este tipo y parecía una punta de lanza hacia el futuro de las energías renovables. Citigroup y otras entidades financieras invirtieron 140 millones de dólares en su impulsor, SolarReserve.
Steven Chu, secretario del Departamento de Energía estadounidense en ese momento, ofreció a la empresa préstamos garantizados por el Gobierno de EE UU, y Harry Reid, entonces senador por Nevada, despejó el camino para que la empresa construyera en terrenos públicos.
En el transcurso de un acto en Washington organizado para celebrar la obtención de los fondos públicos, el consejero delegado de SolarReserve, Kevin Smith, subrayó a los políticos reunidos lo orgullosos que estaban por «estar haciendo nuestra parte para ganar el futuro».
SolarReserve puede haber hecho su parte, pero hoy la compañía no se encuentra entre los ganadores de las energías renovables. En cambio, la empresa está sumida en litigios y acusaciones de mala gestión en Crescent Dunes, donde los contribuyentes tienen invertidos 737 millones de dólares en préstamos garantizados.
A fines del año pasado, Crescent Dunes perdió su único cliente, NV Energy, que citó la falta de fiabilidad como el motivo para dejar de demandar la electricidad procedente de la planta. SolarReserve es una víctima, irónicamente, del éxito de la industria de la energía solar en la última década.
Los generadores de vapor en Crescent Dunes requieren piezas personalizadas y un equipo de docenas de trabajadores para mantener la instalación en marcha.
Para cuando la planta abrió en 2015, la mayor eficiencia de otros paneles ya había superado su tecnología, que hoy en día está completamente obsoleta: los últimos paneles pueden bombear energía durante décadas con solo un manguerazo ocasional y a una fracción del coste de los de Crescent Dunes.
La tecnología de la planta fue diseñada para generar suficiente energía para abastecer una ciudad del tamaño de la cercana Sparks (que cuenta con una población de 100.000 personas), pero nunca estuvo cerca de lograr esa capacidad.
NV Energy, propiedad de Berkshire Hathaway, la sociedad del famoso inversor estadounidense Warren Buffett, tuvo que esperar meses para cortar sus lazos con SolarReserve. Crescent Dunes ha estado cerrada desde abril y el Departamento de Energía tomó el control en agosto, según una demanda que SolarReserve presentó en un juzgado de Delaware buscando revertir la expropiación.
La energía le costaba a NV Energy aproximadamente 135 dólares por megavatio-hora, en comparación con los menos de 30 dólares por MWh que hoy cuesta la procedente de una nueva granja solar fotovoltaica de Nevada, según BloombergNEF.
Casi nadie asociado con Crescent Dunes hablará de este tema. Tampoco los políticos que alguna vez vieron con buenos ojos el proyecto. (SolarReserve no respondió las reiteradas veces que se le pidió información para este artículo. Un abogado que representa a la compañía dijo que no estaba autorizado para hacer comentarios).
Una excepción a este silencio es Bill Gould, cofundador de SolarReserve que se retiró como su director de tecnología el año pasado. Él echa la culpa al contratista. «Fue una tragedia de mala gestión», dice. La empresa española ACS Cobra, dice, retrasó el trabajo necesario en Crescent Dunes y diseñó un tanque de sal que tenía pérdidas, paralizando la planta.
SolarReserve culpó igualmente a ACS Cobra en la demanda de Delaware, pero no parece haber presentado ninguna acción legal contra el contratista. Grupo Cobra, la empresa matriz de ACS Cobra, no respondió a las solicitudes de comentarios de Bloomberg.
El Departamento de Energía estima que las pérdidas solo representan 2.9% de sus 28.000 millones de dólares en garantías de préstamos para proyectos de energía renovable. Los defensores de la inversión pública dicen que los fracasos son una parte inevitable para llegar a la futura neutralidad en emisiones de carbono, como también lo son para las empresas de capital riesgo que que buscan el próximo Google.