Investigan el uso de radiaciones ionizantes para mejorar el reciclaje de plásticos

Se estima que anualmente se generan alrededor de 430 millones de toneladas de plástico, una cifra que podría duplicarse en las próximas dos décadas. Del total, el 40% se destina a la fabricación de envases y embalajes, mientras que el resto se emplea como aditivos en productos de limpieza, cuidado personal, electrodomésticos, materiales de construcción y prendas sintéticas, entre otros. Sorprendentemente, aproximadamente dos tercios de esta cantidad terminan en la basura después de un solo uso, y tan solo un 9% se recicla en el país.

Esta proliferación de objetos plásticos o sus fragmentos contamina diversos entornos naturales, desde vertederos hasta cursos de agua y océanos, donde incluso se convierten en partículas de cinco milímetros o menos, confundidas por peces y aves con el plancton que consumen. Así, los microplásticos, fragmentos inferiores a 5 mm e incluso partículas nanoscópicas, plantean riesgos para la salud y el medioambiente.

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El escritor Mark O’Connell, en un artículo de opinión para The New York Times, destaca que el plástico ha permeado nuestra vida diaria, presente en el agua que bebemos, los alimentos que consumimos e incluso el aire que respiramos. Esta invasión tiene consecuencias significativas, según numerosos estudios, que sugieren que los microplásticos pueden causar trastornos diversos. En peces, se asocian con menor crecimiento, reproducción afectada y alteraciones en el comportamiento, mientras que en aves provocan la “plasticosis”, una enfermedad que afecta su tracto intestinal, volviéndolas más vulnerables a infecciones y parásitos.

En 2019, la Fundación Vida Silvestre reveló que una persona promedio podría estar consumiendo hasta cinco gramos de plástico semanalmente, equivalente a una tarjeta de crédito. Además, estudios indican que las nanopartículas de plástico pueden atravesar las membranas celulares.

En respuesta a esta problemática, el argentino Rafael Grossi, director General de la Agencia Internacional de Energía Atómica, se unió al presidente Javier Milei para lanzar el programa Nutec Plastics en la Antártida. La iniciativa, con la participación de 63 países, busca desarrollar tecnología para monitorear, analizar y evaluar la presencia de microplásticos en los océanos utilizando técnicas de trazadores isotópicos.

La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) de Argentina, junto con otros 29 países, está trabajando en tecnologías nucleares innovadoras para abordar este desafío ambiental. María Verónica Vogt, jefa del Departamento de Procesos por Radiación de la CNEA, explica que están investigando el reciclaje de plásticos mediante el uso de radiación ionizante, como los haces de electrones y gamma.

La irradiación se aplica para generar “puntos reactivos” que facilitan la compatibilización de plásticos con propiedades diversas. Vogt destaca que los plásticos son estructuralmente como cadenas o collares de perlas, y la irradiación permite mejorar propiedades físicas y químicas mediante cortes en cadenas, formación de nuevas uniones y refuncionalización de materiales. Además, estas técnicas son utilizadas para esterilizar plásticos y mejorar sus propiedades desde la década del ’70.

A pesar de la facilidad y economía de obtener plásticos nuevos a partir de derivados del petróleo, la irradiación ofrece una solución sostenible. La CNEA trabaja en proyectos que promueven el uso de la tecnología de radiación en polímeros naturales y sintéticos, buscando introducir en el mercado productos elaborados a partir de plásticos reciclados.

En conclusión, estas iniciativas buscan combatir la contaminación por plásticos y desarrollar alternativas sostenibles mediante el uso de tecnologías nucleares para el reciclaje y la reducción de microplásticos en el ambiente.