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¿Hay que arancelar la huella de carbono en los productos importados?

Debido al cambio climático, los países discuten si es factible y cómo se deberían cobrar impuestos al carbono.

Los países miran cada vez con mayor detenimiento la huella de carbono en los productos que importan. Y también a los Estados Unidos y la Unión Europea para que introducir impuestos fronterizos al carbono sean exitosos.

Pero requerirá que los encargados de las políticas se adhieran a los principios esenciales que deberían regir dichos gravámenes.

Cobrar impuestos a la huella de carbono de las importaciones, como precisamente planea hacer la Unión Europea y analiza el gobierno del presidente Joe Biden, puede ayudar a frenar la creciente emisión de gases de efecto invernadero.

En caso, el gravamen está en relación a las emisiones ligadas al consumo y apuntaría a la quinta parte de emisiones implícita en los bienes importados-Hoy esto está exluido de los cálculos de las “contribuciones determinadas a nivel nacional” establecidas en el Acuerdo de París.

Entre el efecto contaminante del consumo y el de la producción se está dando una creciente divergencia. En los Estados Unidos, las emisiones de los procesos productivos aumentaron un 3% en los últimos 30 años y las derivadas del consumo crecieron un 14% en el mismo periodo.

¿Una medida proteccionista?

Cobrar aranceles al carbono no es una medida proteccionista. El objetivo es reducir la huella de carbono de las importaciones.

Hoy, la evolución del calentamiento global y el cambio climático requieren políticas globales para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Por este motivo, las primeras medidas de la Unión Europea y de los Estados Unidos para introducir impuestos al carbono en las importaciones servirán de modelo a otras economías.

¿Cómo hacerlo? Este impuesto al carbono debe basarse en un cálculo de costo-beneficio orientado a poner precio a la “externalidad” negativa (la huella de carbono) implícita en la producción de bienes de origen importado. Cuando se gravan las importaciones para proteger a las industrias locales, el resultado es un aumento en los costos de producción y, posteriormente, menos bienestar para los consumidores.

Imponer estos aranceles supone una mejora del bienestar global, con beneficios superiores a las pérdidas derivadas de la inhibición del comercio. Entonces, los aranceles al carbono no son una guerra comercial, sino aportes a la fijación cooperativa global de precios a una actividad socialmente nociva.

EL foco debe estar puesto en las emisiones contenidas en las importaciones, no en mejorar la competitividad de la industria local o evitar que la producción se traslade al extranjero.

Impedir la importación de acero desde China o la India es un modo impreciso y costoso de reducir las emisiones de esos países, en comparación con un arancel relacionado con la emisión de carbono que incentive a los exportadores de ambas naciones a adoptar métodos de producción menos contaminantes.

Algunas economías mayormente importadoras, como Alemania y Canadá, y también algunos estados en los Estados Unidos, ya incluyen en sus modelos tributarios impuestos al carbono o sistemas de intercambio de emisiones internos, que pueden usarse como referencia para los nuevos aranceles.

Las importaciones con más huella de carbono

Las importaciones con mayor huella de carbono son el hierro, el acero y los productos derivados del petróleo. Los países exportadores de hierro y acero con mayor huella de carbono son China, Rusia y la India. Los principales importadores son China, Estados Unidos y la Unión Europea. Pero sus fuentes de suministro son diversificadas: por ejemplo, los principales exportadores de hierro y acero a Estados Unidos son Canadá, Brasil y México.

La lógica del arancel al carbono que se está analizando en Estados Unidos es similar a la del impuesto global mínimo a la renta corporativa que hace poco acordaron los países del G7.

Así como la alícuota mínima propuesta busca impedir la elusión impositiva de las multinacionales, el objetivo de los aranceles al carbono de Joe Biden sería impedir prácticas de pseudoecologismo publicitario (greenwashing) contrarias a la adopción de un modelo de crecimiento respetuoso del medioambiente en Estados Unidos y Europa.

Según el plan de la Unión Europea y las ideas del presidente Biden, los aranceles al carbono obrarían como complemento de los impuestos al carbono y sistemas de intercambio de emisiones nacionales y ayudarían a los países a adoptar modelos de crecimiento más ecológicos.

La Unión europea lleva mucho tiempo procurando posicionarse como un líder climático internacional. Del mismo modo, una señal clara de los Estados Unidos en el sentido de reducir las emisiones de dióxido de carbono relacionadas con el comercio internacional puede tener un amplio impacto global, y reforzaría la creciente reputación de Biden de ser un presidente capaz de plantear y concretar objetivos ambiciosos.

Con información de El economista

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Fecha de publicación: 13/07, 4:50 pm