En qué incide la humedad del suelo y el calor extremo en el cambio climático
Un reciente estudio reveló que las características del terreno y sus variaciones hídricas son esenciales para entender los fenómenos extremos.
En los últimos años, el incremento en la frecuencia e intensidad de los eventos de calor extremo reveló los serios efectos del cambio climático. Estos fenómenos no solo elevan las temperaturas promedio, sino que también alteran las dinámicas de los ecosistemas locales, las actividades humanas y la infraestructura crítica.
Un estudio reciente publicado en Nature Communications resalta un hallazgo clave: la humedad del suelo juega un papel crucial en la interacción con las temperaturas extremas, potenciando las olas de calor más intensas.
Reinhard Schiemann, coautor del estudio y científico del clima en la Universidad de Reading, explicó en un comunicado de la institución que “cuando la humedad del suelo varía significativamente durante el calor extremo, puede amplificar o reducir el aumento de la temperatura, lo que afecta las olas de calor más extremas de manera diferente a las moderadas». Este mecanismo, identificado a través del análisis de diversos modelos climáticos a gran escala, tiene implicaciones importantes para ciertas regiones del mundo.
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El papel de la humedad del suelo en el cambio climático
Los investigadores identificaron tres estados críticos en los que la humedad del suelo puede afectar de manera distinta las temperaturas extremas: suelos muy secos, suelos muy húmedos y un estado intermedio.
En suelos muy secos, la falta de agua limita la evaporación, lo que reduce el enfriamiento y permite un aumento más rápido de las temperaturas. En cambio, en suelos muy húmedos, la evaporación aumenta, lo que mitiga el incremento térmico.
Sin embargo, el estado intermedio, conocido como régimen transicional, es el más relevante. En este caso, la reducción parcial del contenido de agua provoca una respuesta amplificada: “La disminución de la humedad del suelo reduce la evaporación, lo que incrementa el flujo de calor sensible y, finalmente, eleva la temperatura”, señala el estudio.
Regiones de Europa Central y el este de Estados Unidos están en riesgo de experimentar este fenómeno amplificado, ya que, bajo escenarios de cambio climático, áreas actualmente húmedas podrían volverse más secas, entrando en esta fase transicional.
Por otro lado, en zonas tradicionalmente secas, como las llanuras del norte de África, los modelos sugieren un posible aumento en las precipitaciones, lo que podría reducir algunos de los efectos. Este hallazgo subraya la importancia de comprender las dinámicas locales de la humedad del suelo y las precipitaciones para prever de manera más precisa las futuras olas de calor.
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Cómo responden los eventos de calor al cambio climático
El análisis destaca que los eventos de calor extremo, aquellos con períodos de retorno de 200 años, responden de manera diferente al cambio climático en comparación con los eventos más frecuentes, como los de retorno de 2 años.
Mientras que los eventos más comunes tienden a aumentar de forma proporcional al incremento de la temperatura promedio, los más extremos pueden experimentar aumentos mucho mayores, impulsados por factores como la interacción entre la humedad del suelo y la temperatura.
Por ejemplo, los modelos proyectan que en el norte de Alemania, los eventos más severos podrían intensificarse mucho más que los moderados, debido a su mayor sensibilidad a las variaciones en las condiciones del suelo. En cambio, en áreas como los Balcanes, el aumento de los extremos podría ser menor en comparación con el de los eventos más frecuentes. En algunas regiones, la diferencia en el aumento de temperatura entre ambos tipos de eventos podría superar los 2.5 °C.
Estos hallazgos resaltan la importancia de estudiar los eventos extremos de forma independiente, ya que extrapolar las tendencias observadas en los eventos más moderados no refleja estas diferencias clave.
Los resultados tienen implicaciones significativas para la planificación y evaluación de riesgos climáticos. Según el equipo de investigación, los modelos actuales podrían estar subestimando la intensidad de los eventos más severos, ya que no toman en cuenta este tipo de interacción.
Actualizar los modelos climáticos para incluir estas dinámicas específicas es esencial, especialmente en áreas identificadas como «puntos críticos» de amplificación, como Europa Central y el este de Estados Unidos.