Dicen que es un pueblo embrujado, tiene 1.875 habitantes y un hotel aterrador
En un pequeño pueblo del este de Texas, las leyendas sobre apariciones y ruidos inexplicables atraen cada año a miles de turistas. Cómo es el The Historic Jefferson Hotel.
 
			En el corazón del este de Texas, casi en la frontera con Luisiana, se encuentra Jefferson, un pequeño pueblo de apenas 1.875 habitantes que parece detenido en el tiempo. Fundado en el siglo XIX y con una rica historia ligada al comercio fluvial del algodón, hoy Jefferson es conocido por otro motivo: su fama de ser uno de los lugares más embrujados de Estados Unidos.
Cómo es el hotel aterrador
El epicentro de esa leyenda es The Historic Jefferson Hotel, un edificio de ladrillos rojos construido hacia 1850 que primero fue almacén y luego hospedaje. Con pasillos estrechos, escaleras de madera y una decoración que conserva el aire del viejo sur, el hotel atrae a turistas curiosos y cazadores de fantasmas por igual. Los propietarios aseguran que los fenómenos paranormales no son un mito: desde hace décadas, los huéspedes relatan voces infantiles, risas sin origen, puertas que se abren solas y sombras que se reflejan frente a los espejos.

Entre las historias más conocidas figura la de la habitación 19, donde visitantes aseguran haber visto una figura femenina que aparece y desaparece en el baño. En el lobby, el llamado Book of the Dead (Libro de los Muertos) recopila cientos de testimonios de quienes afirman haber vivido experiencias inexplicables dentro del edificio.
El hotel, que hoy funciona normalmente y ofrece recorridos nocturnos, se ha convertido en una atracción turística. Jefferson, con su aire sureño, casas victorianas y calles empedradas, se presenta como un viaje al pasado, aunque uno donde el pasado parece no haberse ido del todo.
Cómo llegar al pueblo y al hotel
Para llegar, la ruta más habitual es desde Dallas o Houston, a unas tres o cuatro horas por carretera, o desde Shreveport (Luisiana), a poco más de una hora. Quienes se hospedan en el Jefferson Hotel suelen decir que, al apagar la luz, el silencio del pueblo se mezcla con algo más: susurros que invitan a creer que las leyendas quizás no sean solo eso.
 
									














