Desarrollan pasturas nativas más nutritivas y resistentes para potenciar la ganadería en el NEA
Desde el CONICET obtuvieron variedades con aptitudes destacadas para el sector agropecuario del nordeste de Argentina. Cómo lo hicieron.
Especialistas del CONICET en el Instituto de Botánica del Nordeste (IBONE, CONICET – UNNE) desarrollan nuevas variedades de pasturas nativas que prometen mejorar el rendimiento en la producción de carne bovina en la región del Nordeste argentino (NEA).
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Según explicaron desde el CONICET, «estas pasturas, obtenidas mediante técnicas genéticas y de mejoramiento de especies forrajeras, ofrecen mayor valor nutritivo, resistencia al anegamiento y crecimiento sostenido a lo largo de las estaciones».
Mejoran la producción ganadera en el NEA
Argentina cuenta con más de 50 millones de cabezas de ganado bovino, y el NEA concentra más del 20% de ese stock, consolidándose como la segunda región ganadera más importante del país después de la Pampeana. «Sin embargo, los sistemas pastoriles de la región enfrentan desafíos vinculados a la calidad nutritiva de las pasturas, lo que afecta directamente la producción de carne», especificaron.
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Con el objetivo de superar estas limitaciones, el equipo de Genética y Mejoramiento de Especies Forrajeras del IBONE desarrolla cultivares que responden a las condiciones específicas del NEA. “Uno de los primeros cultivares obtenidos es el Paspalum Cambá FCA, una variedad adaptada a zonas con anegamiento temporal, lo que resulta muy común en la región”, explicó Carlos Acuña, investigador del CONICET y responsable del área de Genética y Mejoramiento de Especies Forrajeras.
Otro cultivar destacado es el Chané FCA, que se adapta a suelos bien drenados y ofrece un alto valor nutricional. También desarrollan el Boyero UNNE, una variedad de pasto horqueta (Paspalum notatum) que mantiene un crecimiento sostenido a lo largo del año, mejorando la oferta forrajera en distintas estaciones.
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Entre los logros más recientes se encuentra la Stylosanthes guianensis, llamada Pionera UNNE, una leguminosa que fija nitrógeno, lo que incrementa la concentración de proteínas y mejora la digestibilidad de la dieta de los animales. “El nitrógeno fijado mejora el suelo y beneficia el crecimiento de otras especies, lo que incrementa la capacidad productiva del sistema”, destacó Acuña.
Las nuevas variedades están inscriptas en el Instituto Nacional de Semillas (INASE) y forman parte de convenios para ser comercializadas por empresas de la industria semillera. Además, el grupo de investigación evalúa los resultados en distintos entornos productivos del país, buscando optimizar la producción de semillas para ampliar el uso de especies forrajeras nativas en la producción ganadera.